Crítica: «Carnival Row», un victoriano mundo feérico.
Resumen de la Crítica
Valoración
Intriga, pasión… hasta sexo y molancia, pero con misterios poco interesantes y una narrativa que se cuece a fuego demasiaaaado lento.
A falta de que Amazon Prime Video nos congratule con su versión de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y junto a la recientemente estrenada LA RUEDA DEL TIEMPO, parece que la plataforma de Jeff Bezos va haciendo prácticas con esto de la fantasía con Carnival Row.
La serie es una curiosa mezcla de thriller detectivesco, romance y debacle política. Y todo ello desde el prisma de una sociedad fantástica con la que ya juguetearon del Toro en su Hellboy o David Ayer en BRIGHT, donde faunos, hadas, elfos oscuros, etc etc conviven en el mundo con los humanos. En este caso, a diferencia del largometraje protagonizado por Will Smith, no se trata de una historia contemporánea, sino de época, de ambientación victoriana y gótica. Con un marcado aspecto steampunk que termina de redondear la mezcla y que se nutre, además, de elementos mágicos muy cercanos al terror.
El tono es muy literario. El modo en que se desarrolla la historia y crecen los personajes es digno del primer volumen de una saga fantástica de literatura teenager. La escala del mundo en el que viven los protagonistas, su historia, su mitología, sus secretos, sus facciones, sus razas, sus guerras (muy inspiradas en la I Guerra Mundial)… ambicioso sin duda.
En mitad de este mundo tenemos a Rycroft Philostrate, un inspector de policía y exsoldado que investiga una serie de asesinatos a priori inconexos mientras se enfrenta a su pasado y su amor prohibido, el hada Vignette Stonemoss recién llegada al Burgo. Recuerda al comic SAGA, por aquello del amor prohibido entre dos seres que deberían ser por naturaleza antagónicos (y mucho ayuda el tema de las alas en la referencia al cómic de Vaughan). Pero esto va más allá de plagios, no se trata de eso, pues si tiramos del hilo referencial podemos atravesar muchas obras similares hasta llegar a su origen shakespeariano.
En el plano político, hay también una interesante trama entre aquellos que defienden la convivencia con los inmigrantes del mundo feérico y los que no. Y en un plano similar está la historia de los hermanos Spurnrose, millonarios enfrentados a la bancarrota y a su nuevo vecino, un adinerado fauno que romperá todas las reglas sociales (un poco a lo “mira quien viene a cenar esta noche). Múltiples ángulos que buscan explorar el poder en su varias facetas. El poder que ejerce un amante sobre nosotros. El poder de la política. De la posición social. Del terror engendrado.
No obstante, esta es sin duda es una producción con virtudes y defectos.
Empecemos si queréis por las primeras, por aquello de no desanimarnos. Lo evidente, es una producción de LEGENDARY para televisión, de la mano de PRIME VIDEO y eso se nota. A nivel de producción, Amazon está que se sale. Ya hemos visto joyitas como Miss Maisel, Undone, The Man in the High Castle, The Boys… no escatiman en gastos. Y Carnival Row, sin duda sigue esa estela. Los mundos fantásticos que presenta esta serie, tanto del lado de las criaturas, las hadas, faunos, kobolds, etc es impecable. Y el lado humano, el del BURGO, donde todo acontece, es una maravillosa recreación victoriana. Óptimo todo: Criaturas, maquillaje, efectos, localizaciones… no hay pega. Se atreve a crear un fondo nutrido de detalles y realmente complejo, permitiéndose mostrar detalles tales como la religión de manera transversal pero dejando entrever su importancia y calado en este mundo ficticio (que curioso esa figura simular a Jesucristo que domina templos y lugares de oración, que aparece ahorcado en lugar de crucificado). Detalles como este configuran la asombrosa producción que hay detrás de la serie a nivel también creativo.
Por parte de las intepretaciones tenemos a un Orlando Bloom y una Cara de Levigne que tampoco están nada mal. Misterio, secretos y romance en plan “amodio” le sientan muy bien a esta pareja. Quizás a Bloom le quede un poco grande un papel dramático de ser traumatizado por su pasado. Al menos dada la extensión de la historia. Cada uno de los secundarios lleva más o menos bien el peso de su rol.
Pero aquí entramos en el terreno de los defectos. O defecto. El mismo de siempre. Del que pecan muchas series hoy en día. Exceso de metraje. Ya hemos comentado lo interesante que a priori resultan las diversas tramas. Los líos de faldas, los familiares, los romances inmortales, los asesinatos, las sectas y el desorden social, el plano político… pero el problema de CARNIVAL ROW es que todo se cuece a fuego demasiado lento. Esta temporada sólo sirve para poner un montón de cartas sobre la mesa. O mejor aún, de piezas de puzle, muchas de las cuales no son ni relevantes aún. Aquí es donde pienso que los showrunners, Travis Beacham y René Echevarría, se la han jugado bastante. Al final, es para bien. Porque todo cuanto vamos viendo, todos los hilos inconexos acaban por obtener un sentido.
En cuanto al posible “mensaje”… pues ocurre un poco como con Watchmen, con El Cristal Oscuro o con Joker. Se vuelven a ver los efectos de la inactividad de gente buena, que no actúa en consonancia con sus principios, o que simplemente se ve atrapada en situaciones desdichadas. Se vuelve a tratar la tensión que se vive en el día a día. La xenofobia, la intolerancia, el descontento social, la desigualdad de clases… se trata incluso la falta de poder que ostentan las mujeres en política, e incluso la homosexualidad vista como pecado… pero en general falta un poco de empaque.
Aunque, eso sí, todo ello, lleva al punto en el que acaba la temporada, que es sin duda épico y nos entusiasma pensar en una próxima tanda de episodios (ya anunciada, por cierto). Es un punto de partida fabuloso para una historia mucho más entretenida de lo que podía ser en principio. La pena es esa, que hayan hecho falta 8 episodios más bien lentos para explorar a estos personajes, sus orígenes y su contexto.