Crítica: “Batman: El Hijo de los Sueños”. Batman Visions.

Batman: Black and White, Batman: El Príncipe Oscuro, Batman: El Mundo o la que nos ocupa son ejemplos de la visión global de Batman. Como vimos en su día en lo audiovisual con Animatrix, los animes de Iron Man o X Men, Batman Gotham Knight, Batman Ninja y ahora con Star Wars Visions, son muy socorridas las interpretaciones de las mitologías de ficción por otras culturas y mercados.

Esta obra, que ya ha cumplido sus gloriosos veintitrés años, es un manga puro de Batman. Con todo lo que conlleva, no sólo en estilo visual y narrativo en cuanto a ritmo y descompresión, sino descripción y desarrollo de personajes, forma de hablar y expresarse y géneros del mercado del cómic japonés. Por mucho que esté escrito por un veterano como Max Allan Collins.

El planteamientoes recurrente en las ficciones de cienciaficción y conspiranoiaempresarial, con virus experimentales con la población como conejillo de indias y tiene un punto ciber punk cuando la acción se traslada a Japón. De hecho, Gotham no tiene esa atmósfera oscura y nauseabunda acostumbrada, más allá de los flashbacks sobre el origen de Bruce Wayne. Pero sí es cuando Batman se encuentra en el país de origen del autor cuando se aprecian esos tics tan notorios de su arte, combates sin cuartel en rascacielos enormes con armaduras tecnificadas que mezclan sus tradiciones feudales con la aerodinámica más puntera.

Antes de eso, Kia Asamiyase preocupa de colocar en Gotham a los principales adversarios de Batman, Joker, Acertijo, Dos Caras y Pingüino. Luego se las ingenia para darnos su versión de Catwoman en el otro lado del Pacífico, pero esta sucesión de villanos no obedece a una pura vocación comercial o a una necesidad caprichosa por jugar con todos los juguetes, sino que su justificación es el elemento nuclear para todo el desarrollo de la acción, desde el principio hasta el final.

La influencia importada por parte del japonés interesa en el momento en que fusiona la iconografía de Batman en todas sus esencias, desde el trauma de Wayne, su misión justiciera, su relación con la ley (Gordon) y toda la idiosincrasia de aparatos, pericia y transportes del personaje con el entramado visual y narrativo del manga de acción con ciencia ficción futurista. Y la grandilocuencia verbal de los mangas alocados y desenfrenadas está muy presente, haciendo Collins un ejercicio de mimetismo muy curioso.

El resultado es una interpretación de Batman de acción total, sin freno y muy adictiva, pero en lenguaje manga, con sus virtudes y defectos. Ojo, esto hay que leerlo con el chip adecuado.

El arte de Asamiya es el reconocible tras obras como Silent Möbius y si Batman no se aleja de su imagen histórica, salvo lo que no esconde la máscara, si se notan las diferencias en los villanos y en los ciudadanos de a pie. Esto es, Bruce Wayne y Gordon tienen una apariencia curiosa bajo los parámetros de las anatomías mangakas. Los villanos son los que visualmente más impacto producen de la mezcla de influencias, recuérdese que hubo una línea de figuras de esta obra predominando estéticamente los malosos que el propio bats. En cambio, los personajes japoneses se ven como los de siempre en estas lecturas, como si los forasteros fueran los dos anteriores cuando son parte del elenco fundamental de Gotham.

El hijo de los sueños es una curiosidad del batmercado, un ejemplo de la influencia global en el mundo del cómic de Batman y su querencia por los más grandes autores. Una visión importada que justifica la importancia de mostrar a los lectores menos interesados de otros mercados a través de sus personajes más importantes.

Batman: Child of Dreams, Kodansha/DC Comics. Batman: El Hijo de los Sueños, ECC Ediciones. 352 páginas. B&N. Cartoné. Pvp: 40 €.