Críticas de cómics

Crítica: Batman, Ciudad del Crimen. Un relato de Batman.

Resumen de la Crítica

General
Guión
Dibujo
Historia
Personajes
Edición

Impactante

Oscura, terrorífica, asfixiante... maravillosa

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Unas jóvenes mueren de forma trágica. Una millonaria adolescente que clamaba auxilio llamando la atención sufre el mismo destino. La peor calaña criminal de Gotham está desconcertada por la cantidad de sucesos sin su marca. Una madre desesperada aprovecha los realities para encontrar a su desaparecida hija. Y el vigilante de Gotham sólo rasca la superficie. Caos, crueldad, malignidad, corrupción, envidia, egoísmo, falta de escrúpulos,… esa dieta en un organismo solo puede acabar en palmatoria. Y puesto que Gotham es un todo orgánico, como si de células malignas que invaden su cuerpo, llega un momento que el sistema inmunológico poco puede hacer. Un nuevo virus azota la ciudad y ni su defensor más capaz atisba la más mínima solución a sus consecuencias.

Tras las tremendísimas Balas Perdidas (por favor, que se retome!!) y Mátame, David Lapham pegó el salto a las grandes firmas, y en DC Comics no pudieron evitar que contara su particular punto de vista a los entornos sociales más oscuros y lo peor de la naturaleza humana en un comic de Batman. Publicada en los números 800 a 814 de la serie Detective Comics entre 2005 y 2006, a excepción de los 809 y 810, el arco Ciudad del Crimen conserva la mejor baza del autor, el género negro. Historias muy oscuras y desasosegantes, grandes dramas personales, violencia explícita, personajes grises, atmósferas opresivas, lo peor del ser humano en estado puro. Y entre medias, pequeños hálitos de esperanza, que devuelven la cordura y nos redimen.

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Pues eso es lo que me he encontrado en este libro. La verdad es que si bien conserva esa hostilidad en el ambiente gothamita que llevamos viendo en los últimos 30 años, pocas veces he leído una obra del protagonista tan sombría, pesimista y asfixiante. Totalmente sorprendido con la propuesta del autor de no cortarse un pelo y enseñar a las claras lo peor que nos podemos hacer unos a otros. Máxime además cuando nos encontramos con la publicación del cómic más tradicional del personaje, en la que se creó nada menos. Nada de sellos editoriales alternativos para un público adulto, un zas en toda la boca en la cronología clásica de la obra por excelencia de la editorial.

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Pocas veces en un comic de estas características (para el público en general) he visto imágenes tan impactantes. Aunque sea en un contra plano, sabemos que seis jóvenes embarazadas aparecen calcinadas en un edificio pasto de las llamas. O que una adolescente muera de sobredosis con el instrumento sobresaliendo de su antebrazo. Y así a lo largo de la obra. Que no se asuste el personal que esta no es la Casa del Terror, con el monstruo de rigor y el susto de turno. Aquí todo tiene su razón de ser y no hay nada gratuito. No es una historia morbosa al capricho de los que quieren ver sangre ni mucho menos. Es muy respetuosa con su propia propuesta, aunque esta sea terrorífica. Todo está insertado por un motivo. Al servicio del argumento no del lector ansioso de sangre, y ahí el beneficio es mutuo, todos disfrutamos.

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Ahí radica el tema. La obra, que se compone de dos actos bien diferenciados, es casi más del género de terror que del psicopático. Y del tema superhéroes y elementos noir, que afloran claro está, olvídense. Con imágenes impactantes y giros inesperados, uno se queda con los ojos abiertos y sin respiración. Es impactante en muchísimo momentos, sobre todo en el primer acto, y llegas a la conclusión mientras vas devorando las hojas que Batman no es que lo tenga chungo, es que es más que seguro que no va a encontrar satisfacción al problema. Como detienes a la propia ciudad. Se la oye respirar, se la nota moverse, lanzando golpe tras golpe hasta absorber todo lo que contiene, población civil incluida.

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El enemigo en la sombra no es un Joker, un Espantapájaros, un Pingüino (y eso que aquí sale) sino el mal en el sentido más amplio de la palabra que se ha hecho tangible como mente colmena, lo que le hace a su vez intocable. Y contra ese mal ni Batman, ni la policía, ni los administradores de la ciudad, ni los malosos (aquí el ya citado, más el Ventrílocuo y Mr. Frío) pueden hacer. Una especie de guiño a los Ladrones de Cuerpos pero más opresivo si cabe. Arrasando con todo, sin subterfugios. La sensación al leer esta tremenda saga es la de leer algo nuevo en un comic viejo (este lleva 75 años publicándose) mandando a hacer puñetas todos los cánones grabados en piedra del personaje. Aquí Batman está más perdido que el lector ante los acontecimientos.

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Al principio el tema puede empezar con un ritmo lento, con muchas preguntas sin respuestas, presentándose muchos personajes pero paciencia que la cosa se irá animando alcanzando un clímax rotundo e impactante, atándose todos los cabos.

No es una lectura para desconectar en plan pim pam pum fuera. Es exigente y obliga a estar muy atento con dobles y triples lecturas, pero si se está pendiente, con calma, sin agobiarse en pro de lograr una explicación a corto-medio plazo, el lector (creo) disfrutará (como hice yo).

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El escritor hace gala de su tremendo conocimiento de la interacción de personas en situaciones límite, no librándose ni el propio Wayne. El tratamiento de los personajes que aquí aparecen está muy bien construidos, con un trasfondo personal que daría para varias obras independientes de todos ellos. Incluso los más secundarios. En ocasiones serán muy transparentes, en otros muy herméticos, con secretos por doquier… y en todos los estamentos sociales: desde las clases más bajas, hasta las más altas. Con una explosión general cuyos efectos harán que el tomo vibre en tus manos. Y siempre lloviendo.

Significativo el primer número del segundo acto. En un cómic sin Batman, el desarrollo de personajes y situaciones es soberbio. Sobre todo por el hecho de que con el mismo hilo conductor (el gran secreto) que en el primer acto, tanto argumental como visualmente, es otro comic. Tiene otro aspecto. Y se nota con pasar las primeras páginas. De la lluvia interminable pasamos a un reflejo solar que te deja más KO todavía. Como si de una gran resaca se tratara, pero sabiendo que otra noche de juerga espera. En un alarde intelectual de primer orden, seremos testigos de diversas capas sociales, de distintas propuestas internas que darían para una serie dramática de corte realista y concentrado en un mismo espacio, lo que provoca un torrente de sensaciones en un momento.

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No podía dejar de lado el dibujo, máxime cuando es un compatriota el acreditado: Don Ramón Bachs. Hace un trabajo espectacular. Todo lo que hace aquí está bien. Escenas cotidianas, escenas de acción, escenas dramáticas, planos aéreos, tratamiento del entorno, arquitectura, mobiliario, objetos móviles. Esta muy inspirado, al nivel que la propuesta de Lapham exige. El realismo en el aspecto exterior e interior de los actores es tan creíble como el tono realista en los comportamientos que arroja el guionista. Y el clima opresivo y desasosegante que quiere y consigue la historia es gracias al dibujante. Ya le había visto en los Froint Line y en Generación M de Márvel, pero no a este nivel.

Una obra que perfectamente podría separarse de la continuidad del personaje a modo de serie limitada para adultos, ya que no lastra ningún antecedente previo, como si de un paréntesis en la trayectoria del personaje se tratara, pero considero que colocarlo en la serie madre es un acierto para que quede claro qué aquí cabe todo si es bueno, y que este tipo de sagas pueden ser canónicas en la mitología del cuernecitos.

Perfecta para los batfans de siempre y para los que picotean ocasionalmente al personaje.

BATMAN, CIUDAD DEL CRIMEN. ECC EDICIONES. CARTONÉ, 288 PÁGS. A COLOR. SALIDA: ENERO DE 2015.

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