Crítica: “Astérix: El Lirio Blanco”. Influencer infiltrado.
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Deleite visual.
Astérix Vs. Influencers.
Nueva entrega con los amigos de la aldea gala, consolidándose en el mercando con una cadencia bienal. Como es habitual, sigue la rotación, tocando esta vez una historia local, centrada en la aldea. Es decir, no toca viaje.
Nos encontramos en esta ocasión con un álbum similar a La Cizaña, donde Roma intenta desestabilizar a la aldea con un agitador infiltrado con los galos. Aunque la diferencia estriba en que César no lo plantea como meta, sino como reto para medir a un charlatán motivacional que pretende levantar el ánimo a las tropas romanas.
En el momento en que Victovirtus aparece en la aldea, comienzan los enredos clásicos, focalizados sobre todo en la figura del jefe Abraracúrcixy su esposa Karabella. No con mala leche, sino con discursos de pose y bastante hipócritas, pero donde el fin es el mismo, sembrar discordia por un lado e intentar armar de moral a las tropas romanas por otro.
Los momentos cómicos se centran más en Lutecia que en la aldea gala. Ahora bien, es refrescante ver la sustitución de los cabreos y el mal rollo de sus vecinos por las paridas que se dicen entre los hipnotizados en una mente colmena que se expresan con frases sacadas de un libro de verborrea fácil comprado en una estación de tren.
Como novedad, nos encontramos con Victovirtus, creación propia para esta aventura, que funciona perfectamente como trasunto de un influencer contemporáneo creador de opinión sin posibilidad de réplica pero también como un coach motivacional del “si lo crees con todas tus fuerzas, lo conseguirás” y mandangas de estas.
Interesante también las disputas matrimoniales entre el jefe y su esposa, sobre todo con las inquietudes de cambio radical de vida, originados por el discurso de Victovirtus que a su vez arrojan los momentos más divertidos porque implican un cambio radical de vida al trasladarse a la gran ciudad, lleno de tópicos cachondos llevados a este ecosistema para expresar el estilo de vida rural y cosmopolita de nuestros días. Y también porque el encuentro entre Abraracúrcix y su cuñado es para troncharse.
Fabcaro que escribe un guion ameno y sencillo pero sin grandes riesgos, plantea un juego divertido en la comparativa mundo real- mundo ficción trasladado a este particular universo.
Conrad se lleva más aplausos en el apartado artístico en mi opinión, gracias a su trazo mimético con Uderzo y a su elegante y viva composición. Cada viñeta vive por sí misma y es puro arte. Uno se pierde ante el detalle en cada una de ellas. Cuando presenta viñetas a mitad de página el tiempo se detiene y no se reanuda hasta que no se ha visto cada centímetro.
A destacar también el color de Thierry Mébarki, sobre todo por los valores lumínicos de noche y por la riqueza de matices en las viñetas grandes, regalando a la vista un colorido extraordinario y un gran número de diferencias tanto en elementos naturales como en materiales.
Como siempre, Astérix es una vía de escape asegurada de nuestros combates cotidianos y El Lirio Blanco, un valor seguro para ello.
Asterix: L`iris Blanc, Hachette Livre/Goscinny-Uderzo. Astérix: El Lirio Blanco, Salvat (Grupo Editorial Bruño SL). Color. Cartoné. 48 pags. Pvp: 10,50 euros.