Crítica: «Animal Man. El zoo humano», la llegada de Morrison.

Como el propio Grant Morrison cuenta en la introducción de este tomo, Alan Moore había convulsionado el mundo del cómic norteamericano y los editores de DC se lanzaron a la búsqueda y captura de similares talentos en las islas británicas. Y esos autores británicos fueron los que comenzaron a entrenar a los lectores, preparándolos con series como Animal Man para la llegada de la madurez al cómic de superhéroes. Sandman, la Cosa del Pantano, Hellblazer, Animal man… pusieron la semilla de la que más tarde brotaría la irrepetible línea Vértigo.

Porque en los ’90 no solo aparecieron tipos hipermusculados de dudosas proporciones y armados hasta los dientes… como si de una moneda se tratase, tenemos la otra cara que es, sin duda, el despertar del cómic norteamericano, dirigido al lector adulto, con poso literario y de connotaciones artísticas. Sin complejos.

Animal Man era un personaje secundario, que debutó sin suerte en la década de los ’60 y del que casi nadie se acordaba. Grant Morrison lo atrapó y experimentó con él en esta nueva serie que llegó a las librerías en 1988 abriendo, con cosas del pantano y señores del sueño, ese camino hacia la madurez al que antes aludía.

Buddy Baker es un tipo algo inseguro. Posee unos singulares poderes que le permiten absorber y potenciar las habilidades de los animales que se encuentren cerca (si hay cerca un pájaro, él puede volar y, si hay cerca un pez, podrá bucear y moverse ágilmente bajo el agua… por poner dos ejemplos). Pero no deja de ser un héroe de segunda fila que optó por hacerse a un lado. Ahora Buddy quiere retomar su faceta superheróica, como si de un trabajo se tratase, para poder sacar adelante a su familia. En este punto entramos en la serie, asistiendo a debates familiares sobre la conveniencia de adoptar este estilo de vida. La decisión casi se toma por sí sola, pues Buddy debe enfrentarse pronto a nuevos retos que le obligan a elegir el camino del superhéroe.

En los primeros números Grant Morrison nos dibuja aspectos básicos de la personalidad de Buddy y su familia, además de mostrar como y cuánto afectará a sus vidas este nuevo rumbo. Interesante y lógico el hecho de que Buddy/Animal Man se vuelva vegetariano radical con todas las consecuencias que esto conlleva para la familia. Buddy ya no puede alimentarse de carne, pues su poder le lleva a sentir el dolor sordo, silenciado, que sufren los miles de animales sacrificados en mataderos. Algo muy lorquiano e interesante.

Este tomo incluye uno de esos cómics que marcó época… me refiero a El Evangelio del Coyote, en el que un desesperado Coyote (el de los dibujos animados) sube a los cielos para cuestionar el por qué de tanto dolor ante su Dios, que no es otro que el dibujante mismo. Connotaciones religiosas, referencias claras a la Pasión… no le tiembla el pulso al autor cuando quiere hurgar en la polémica y aludir a temas delicados.

Dos historias empañan el tomo, son aquellas que se cruzan con un evento que repercutió en todas las colecciones, la invasión que sufrieron los habitantes del Universo DC y que salpicó a los números 6 y 7 de la serie, haciendo que bajase preocupantemente la calidad y atando las manos y la mente creativa de Morrison. Pero se trata de una efímera nube que pasa para no volver y que se olvida gracias a la historia que cierra el tomo y que aborda temas tan cotidianos como el abuso escolar y las relaciones familiares. Aun así… solo un pequeño aperitivo para lo que nos espera en los tomos venideros.

Estos son los primeros compases de Grant Morrison en el mercado del cómic de super-héroes, del que aun a día de hoy forma parte. Leyéndolos cuesta creer que el escritor no llevara una amplia experiencia en el medio aunque, por otra parte, será esa frescura lo que consiga desmarcar del resto a Animal Man. No es aun el pirotécnico y atómico autor de Los Invisibles, ni el que nos duchó con miles de ideas geniales y locas disparadas en ráfaga en su etapa con la JLA… es un Morrison más joven, más directo, pero igual de genial.

El dibujo corre a cargo de Chaz Truog y Tom Grummett y es, de lejos, lo peor del cómic. Es cierto que reflejan aquello que se nos quiere contar, pero se hace con una carencia de personalidad tal que contrasta enormemente con esos originales guiones. La vida civil de Buddy, a la que Morrison da una importancia elevada, queda perjudicada por este estilo de dibujo en el que solo salen favorecidos los personajes disfrazados. Una lástima que este lastre siga pesando en los números que aun están por salir. Parece que este problema fue algo común a este tipo de lanzamientos en los que a menudo tenemos que recurrir a la socorrida frase (excusa) que asegura que lo importante, es la historia.

En resumen, Animal Man de Grant Morrison es una serie de referencia por distintos factores: por ser puerta de entrada de un grande a la industria del cómic americano, por ser germen de la imprescindible Vértigo y por aportar ideas y conceptos tan valientes como inéditos en el medio. Un clásico de todos los tiempos que podemos adquirir ahora en una cuidadísima edición en tomo de lujo, gracias a ECC, que cuenta con el añadido de incluir las geniales portadas elaboradas por Brian Bolland.

• Animal Man. Libro 1. El Zoo Humano.
• Edición original: Animal Man 1-9 USA
• Cartoné. 240 pp. 23 €