Críticas de cine

Crítica: «No tengas miedo a la oscuridad». Descuida…

Resumen de la Crítica

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¿Quién fue el que dijo que todo lo que toca Guillermo del Toro se convierte en oro?

Porque, aunque no es que el director mejicano haya tocado mucho este proyecto (ya que le cedió la dirección a Troy Nixey), "No tengas miedo a la oscuridad" no ha sido precisamente uno de los estrenos dorados de este 2011 (y eso que ha sido un año realmente flojo).

Basada en el clásico televisivo de 1973 que protagonizaban Kim Darby, Jim Hutton y Barbara Anderson, la película cuenta la historia de una niña, Sally (Bailee Madison), que se muda con su padre y su nueva novia a una casa en la que unas extrañas criaturas comienzan a acecharla.

Volvemos a encontrarnos con una figura infantil, como en "El laberinto del fauno" o "El espinazo del diablo". Y de nuevo es una niña que se siente sola en medio de una gran mansion rodeada de un amplio y mágico jardín. Esta vez, eso sí, dotada de un carácter bastante agrio. Aunque lo del mal genio puede ser hasta normal, teniendo en cuenta que su madre acaba de enviarla con el padre (el inexpresivo Guy Pierce) para deshacerse de ella y que además la medica con anfetaminas.

Y la cría tiene peor suerte cuando, pese a que todo el mundo pasa de ella, va y atrae la atención del grupo de criaturas malignas que pueblan la casa.

Y lo mejor del caso es que estos pequeños demonios resultan ser algo que jamás podríamos haber imaginado.

Quizá esta sea una de las pocas sorpresas (por no decir la única) que nos aporta la trama. Porque lo demás, salvo la brillante actuación de Bailee Madison, a la que ya vimos en  "Brothers", resulta bastante mediocre.

La cinta arranca con un prólogo más bien flojo y demasiado explícito en el que se narra un terrible suceso que tuvo lugar hace años en la mansión, y que más parece sacado de una película de serie B de torturas, por mucho que pretenda acercarse a un relato de terror clásico.

Éste viene seguido de un opening bastante aceptable, estéticamente hablando, que recuerda a las series de terror de los años 80 (como "Cuentos asombrosos" y similares).

Pero aunque prólogo y opening resultan entrañables y producen algo de nostalgia, no acaban de cuajar ni de dar sensación de seriedad.

Y el resto, la típica película de casas encantadas y protagonistas cortos de miras, que contiene todos los estereotipos del género (los forasteros, la mansión que oculta un oscuro secreto y el anciano cuya familia ha trabajado allí durante años y que sabe todo lo que allí se cuece.

Aunque lo cierto es que la película consigue crispar al espectador, no se bien si por el ambiente que crea o por lo  absurdo de los protagonistas, que no tardan en echar la culpa de todo a la niña cuando empiezan a suceder cosas extrañas, aumentando en nosotros la situación de impotencia  por las injusticias que sufre la criatura.

Y es quizá por esto, por los hermosos escenarios y por una melancólica y mágica banda sonora que suena con personalidad propia, que la película resulta minimamente aceptable.

Eso, y el mensaje que puede leerse entre líneas, que constituye una metáfora de cómo una persona que no se siente querida por nadie puede terminar abrazando la oscuridad para refugiarse en ella.

Y es que, para ser considerada como una película de terror, hay que reconocer que da más miedo el osito de peluche parlante que la insulsa Katie Holmes le regala a Bailee Madison al principio de la película, que todos los 99 minutos que dura este último trabajo de GUillermo del Toro.

Marta C. Catalán

Foto, vídeo y gestión cultural. Aprendiendo a gestionar vías de escape al aburrimiento.

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