Crítica: «Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres» La película que la obra merecía.

Tal vez el gran público tenga presente la anterior adaptación cinematográfica de “Los hombres que no amaban a las mujeres”. También la serie televisiva que simplemente ampliaba el metraje de las versiones cinematográficas. Seguramente puede estar hasta cierto punto saturado de la invasión “Millennium” de hace unos años aderezado por el culebrón protagonizado por la pareja y la familia del fallecido autor, Stieg Larsson, por los derechos de las obras.  Por todo ello es posible que la percepción pública de la versión ahora estrenada la vea como un simple apéndice más de la monstruosa máquina de hacer dinero en que se ha convertido “Millennium”. Previsiblemente la película dirigida por David Fincher no va a tener el impacto que sus predecesoras  y muchos de los nuevos espectadores irán a verla atraídos por el aparatoso equipo reunido y la holgura de medios que se presupone a una superproducción estadounidense. Desde luego en este aspecto el público no saldrá defraudado, pero además se encontrará con una película de primer nivel que en todos los campos barre a sus antecesoras de la saga.

Lo que queda claro desde el primer momento es que la decisión que se ha tomado es respetar al máximo la obra literaria ajustándose al máximo a los personajes, motivaciones y localizaciones geográficas. Si a ello añadimos el probado talento visual de Fincher podemos decir que la pantalla transmite perfectamente la extraña atmósfera que describe la novela. Son fantasmalmente evocadoras las imágenes en las que el protagonista Mikael Blonkvist (Daniel Craig) reconstruye a base de viejas fotografías el último día de la desaparecida Harriet Vanger y las palabras en off de esta  que las escuchamos como si estuviesen saliendo de un viejo receptor que hubiese producido un agujero en el tiempo.

Imagino que para ayudar a rentabilizar una producción de estas características siempre viene bien una estrella que encabece el reparto y que se pueda poner en letras bien grandes en los carteles promocionales.  Fincher ha cumplido estrictamente esta exigencia con Daniel Craig que saca adelante con solvencia un personaje sin demasiadas complicaciones. El papel mas impactante, el de Lisbeth Salander, ha recaído en la semidesconocida Rooney Mara que lo aborda con total entrega y que consigue una interpretación mas que notable.
El guión ha sido modelicamente adaptado por Steven Zaillian suprimiendo algún personaje secundario pero manteniéndose fiel al espíritu del libro.
El resultado tal vez no apasione ya que el material lo conocíamos de antemano lo que si que  es cierto es que en todos y cada uno de los planos queda patente la profesionalidad y el buen gusto de la producción. Creo que pasado el tiempo esta película quedará como la  adaptación oficial de la novela de Larsson.
Tal vez ya supiésemos quien envía la flores al atormentado patriarca Henrik Vanger  pero si Fincher está al timón  simplemente deberíamos dejarnos llevar y acompañar a este gran director que busca su gran película.