Críticas de cine
Crítica: Jack el cazagigantes – Érase otra vez…
Resumen de la Crítica
Valoración
Fee fi foe and fum… Érase una vez el enésimo cuento de hadas reconvertido a blockbuster hollywoodiense… Tras establecer de modo involuntario un vía de comunicación entre el mundo de los humanos y el de la terrible raza de los gigantes, exiliados en una isla flotante, al joven granjero Jack no le queda más remedio que liderar una misión casi imposible para salvar no sólo su reino, sino también a Isabelle, la princesa del mismo, cautiva en manos de los gigantes. Tal es el papel que desempeña el joven actor británico Nicholas Hoult, al que ya conocimos encarnando a “Bestia” en X-Men: Primera Generación.
Últimamente está muy de moda el que ciertos actores acompañen siempre de la mano a según que directores. Recuerdo cómo Origen tenía a medio plantel del Caballero Oscuro entre sus filas, o actualmente podemos ver cómo James Franco vuelve a caminar de la mano de Sam Raimi en Oz. Así pues, en el caso que nos concierne, Nicholas Hoult se pone al servicio de Bryan Singer, que si bien no dirigió “X-Men: Primera Generación” sí la produjo y es, en cierta manera, el papá de la saga.
El maestro Ewan McGregor acompaña al joven Jack en su aventura encarnando a Elmont, líder de la élite de guardias reales. No brilla con luz propia y su pelo es casi lo más destacable de la cinta. Un papel secundario más. Los otros personajes a tener en cuenta son el consejero del rey, Sir Roderick interpretado por Stanley Tucci que es uno de esos actores versátiles que siempre te alegran el dia y el propio Rey Brahmwell, Ian Macshane, el Barbanegra de Piratas del Caribe que también apareció por Blancanieves y la leyenda del cazador, padre en la ficción de la bella Eleanor Tomlinson y monarca al mismo tiempo.
Volviendo al tema de Jack y sus judías, Singer nos demuestra cómo las adaptaciones de cuentos a la gran pantalla pueden llegar a tener un encanto personal. Se nota su mano en esta cinta que, aunque no es redonda, entretiene mucho más que intentos fallidos como “Blancanieves y la leyenda del cazador” o esa aberración llamada “Hansel y Gretel: Cazadores de Brujas”. Algunos dirán que la magia procede del presupuesto, pero desde luego, está claro que también la historia ha de estar trabajada. En este caso, aún y siendo fieles a una fábula como es esta de las judías mágicas, han logrado crear un film casi entretenido, con algunos puntos graciosos y con un cierto tufillo épico en ciertos instantes.
Los efectos digitales están a la orden del día, pero tampoco sobresalen. Se hace extraña la animación inicial mediante la cual se nos relata el origen y destino de los gigantes y que recuerda al 3D de algún videojuego propio de la PS1. Y es que aunque obviamente esto está hecho a propósito, no llega a las cotas de calidad de animaciones de este tipo como las que hemos podido ver en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte I) o en Hellboy y el Ejército Dorado. Por otro lado, resultan enriquecedoras las escenografías y atrezzos, repletos de pequeños detalles. No así el vestuario, que trata de dar la impresión de cuento histriónico al estilo Mirror Mirror, pero tratando de combinar con la moda más “urban”, quedando a medio camino entre ambos y por tanto carente de una auténtica personalidad.
Los principales antagonistas de la película, los gigantes, están completamente generados por ordenador, pero llegado un punto te olvidas de tal cosa y disfrutas con las actuaciones de todos y cada uno de ellos, especialmente de la de su líder, Fallon (poseído por un acertado Bill Nighy), un tipo con dos molestas cabezas que llega a recordar al propio Gollum de Peter Jackson. Quizás el único personaje que se asemeja al gigante del cuento original.
En resumen, una nueva cinta que se embarca en la moda del remake del cuento de hadas con perfil palomitero. Sin unos efectos especiales sorprendentes, una historia impactactante, actuaciones de Oscar o frases míticas, esta “Jack el cazagigantes” acaba por ser disfrutable sin llegar a ser una película para recordar. Bryan Singer sigue sin dar en el clavo pero hace lo que mejor sabe, relatar aventuras y descubrir héroes. Héroes felices destinados a comer perdices.