Críticas de cine
Crítica: «El Arte de Pasar de Todo». Más de lo mismo en formato indie
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Resumen de la Crítica
Valoración
“El Arte de Pasar de Todo” (“The Art of Getting By”) es una de esas películas de aire independiente y look Indie que atrae con la promesa de una historia sensible y profunda, aliñada con la dulzura y el carisma de dos jóvenes actores cuya carrera se encuentra en plena alza: Freddie Highmore y Emma Roberts.
Nada más lejos.
Y no por los intérpretes, que en efecto enamoran por su talento y frescura (más Highmore que Roberts) y a los que llevamos siguiendo unos cuantos años. Al primero resultaba raro verlo, durante los primeros años de su carrera, lejos del lado de Johnny Depp (“Charlie y la Fábrica de Chocolate”, “Descubriendo Nunca Jamás”) y ahora conserva el mismo encanto que de niño. A la segunda, bueno, una cara bonita y una tía icono de la comedia romántica como lo es Julia Roberts la avalan. 
El caso es que la película no termina de cumplir lo que promete. Plantea un argumento que, si bien se disfraza de alternativo y existencialista -con el añadido de que su director y guionista, Gavin Wiesen, pretendía crear una obra emotiva a nivel personal- y que, por su afán de innovar, termina dotando a sus protagonistas de un comportamiento absurdo, para terminar por caer en los convencionalismos de cualquier comedia romántica sin mostrar nada novedoso.
La historia sigue a George (Freddie Highmore), un adolescente deprimido que acaba de percatarse de su propia mortalidad (aunque lo disimula muy bien, teniendo en cuenta la incipiente sonrisa que lleva pegada a la cara desde el principio de la película).
Abrumado por la idea, a George no le queda espacio en la cabeza para preocuparse por cualquier otra cosa como puede ser tener amigos, una novia o los estudios. Pero un día conoce a Sally (Emma Roberts) y el director de su instituto le da un ultimátum. Así que, quiera o no quiera, la vida de George va a tener que cambiar.
La cinta explora, lentamente (muy lentamente), aspectos de la vida como son la amistad, el amor, el desengaño o los problemas familiares.
Cuestiones nada fuera de lo común entre las que navega un Freddie Highmore de creciente carisma y mirada dulce e inocente, que constituye un respiro entre un Nueva York que no es sino más de lo mismo.
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