Críticas de cine

Crítica «Las malas hierbas». Los instantes eternos

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Tal como viene ocurriendo con varios de los últimos estrenos –tomemos el caso de The Collector (2009), por ejemplo–, Las Malas Hierbas (2009) llega tardíamente a las salas de España, a pesar de tener su presentación en tierras europeas en Mayo de 2009, en el Festival de Cannes. Fue justamente en esa edición del máximo festival del mundo cinematográfico donde este filme recibió grandes elogios y se quedó con el Premio Especial del Jurado. En realidad, más que a la película, el reconocimiento fue para la trayectoria de su director, el legendario Alain Resnais.

Resnais pronto cumplirá 90 años. Y tal como ocurre con las últimas obras de directores que transitan ya el invierno de su vida, como son los casos de Clint Eastwood con J. Edgar (2011) –quien ya pasó los 80– y Manoel de Oliveira con El Extraño caso de Angélica (2010) –que cumplió 103 Navidades en diciembre último–, lo primero que se advierte en Las Malas Hierbas es la maestría de Resnais para contar una historia simple a través de un gran manejo de la puesta en escena.

Lo que más destaca del último filme del realizador francés es la cuidada fotografía a cargo de Eric Gautier, iluminador de, por ejemplo, The Motorcycle Diaries (2004) y Into the Wild (2007). Los colores fosforescentes contrastantes con los demás tonos saturados sumado a un uso permanente de filtros difusores que borronean los contornos de la imagen le dan una apariencia onírica al filme, lo cual calza perfectamente con la historia que Resnais pretende contar.

Todo gira en torno a un pequeño incidente –el guión de Resnais está basado en la novela L'incident de Christian Gailly– por el cual Marguerite, una mujer madura interpretada por Sabine Azéma, actriz fetiche de Resnais, pierde su billetera luego de un robo. Georges, encarnado por André Dussollier, otro actor recurrente en la obra del director francés, encuentra el objeto y comienza a obsesionarse con Marguerite. Pronto surgen las dudas, ilusiones y miedos acerca del posible encuentro entre estas dos almas viejas en lo físico pero jóvenes para el amor.

La historia contiene elementos presentes en obras icónicas de Resnais como Hiroshima Mon Amour (1959) o El Año Pasado en Marienbad (1961): un amor inesperado, la incertidumbre acerca de la durabilidad y lo genuino de ese amor, el dolor de experiencias amorosas pasadas. En fin, esos instantes eternos del amor en los que Resnais ha sabido demostrar maestría al plasmarlos en una pantalla de cine.

Un punto interesante del filme es el hecho de que los dos protagonistas casi no se ven las caras hasta una hora después de comenzada la película. Resnais trata de sostener la historia y, si bien sale bien parado, por momentos el guión flaquea, lo cual le quita brillo al resultado final. Además, en algunas escenas se nota la intención del director por jugar con otros géneros como la comedia absurda, el melodrama y hasta el terror. Es una propuesta original, pero esos momentos suelen tornarse algo confusos.

Las Malas Hierbas entretiene y nos muestra a un Alain Resnais todavía con vigor para contar historias –de hecho, es muy posible que en el próximo Festival de Cannes se vea su nueva película. No será una obra maestra como las de antes, pero siempre es un gusto –y casi una obligación para todo cinéfilo– poder disfrutar de autores como él en una sala de cine. Y hay que agradecer y aprovecharlo cada vez que se tiene la oportunidad.

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