La distopía del mes (XXXVII): Blade Runner
Basada parcialmente en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? publicada en 1968, Blade Runner (1982) es considerada una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos. Ha sido referenciada en numerosas obras de ciencia ficción, como Ghost in the Shell (1995), RoboCop (1987), Matrix (1999), Dark City (1998), Batman Begins (2005), El quinto elemento (The Fifth Element, 1997)… así como en series, videojuegos y novelas. Estamos ante una indiscutible película “de culto”, que no ha perdido ni un ápice de frescura con el paso del tiempo.
El director
Ridley Scott tiene en su filmografía películas tan emblemáticas como Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), Legend (1985), Thelma & Louise (1991), Gladiator (2000) o Red de mentiras (Body of Lies, 2008).
Este director británico ha sufrido a lo largo de su dilatada carrera enormes altibajos, tanto en taquilla como en crítica. Sin embargo, es innegable su talento tras las cámaras, dando siempre una gran importancia a la banda sonora, la imagen, el sonido o la fotografía con el fin de lograr una mayor inmersión del espectador en la obra. Scott ha servido (y servirá) de inspiración para muchos, y aún tiene mucho que decir en el mundo del cine. Actualmente está preparando la secuela de Prometheus (2012), Alien: Covenant, con su salida prevista para 2017.
La trama
En el año 2019, una división especial de la policía (Blade Runner), da caza a una serie de androides muy similares a los humanos, denominados replicantes. Los replicantes eran utilizados como esclavos en colonias espaciales. Sin embargo, tras un motín en Marte, los replicantes fueron declarados ilegales, perseguidos y ejecutados (“retirados”).
La distopía
Blade Runner presenta un mundo superpoblado, decadente, supertecnológico y deshumanizado. Una mezcla caótica de culturas, estilos arquitectónicos, con grandes espacios vacíos, basura en las calles, escasa interacción interpersonal y una atmósfera deprimente y opresiva.
Además, el “retiro” de los replicantes supone un profundo dilema moral. Los replicantes son idénticos a los humanos, más fuertes, más resistentes, y con una inteligencia equiparable a la de los ingenieros que los crearon. Por tanto, ¿cuál es la diferencia con los humanos? Como suele ocurrir en estas cuestiones, la palma se la lleva la esfera emocional, propiedad exclusiva e inherente del ser humano. Sin embargo, los actos y las reflexiones de los replicantes pueden reflejar una complejidad inesperada, que hace dudar de su verdadera naturaleza (o la nuestra).
La crítica
Un texto blanco sobre fondo negro, sobrio y clásico, pone en antecedentes al espectador. Sin embargo, hay algo novedoso en la presentación. La música de Vangelis, admirada e incluso venerada, recrea una atmósfera única, que advierte de lo poco convencional del producto. Esta banda sonora (tan de culto como la propia película) es inmejorable, y tiene tanta importancia que se convierte en un personaje más de la obra. Maestro de la música ambient y electrónica, Vangelis consigue evocar un cosmos ciberpunk pero no exento de sensibilidad, creando una de las bandas sonoras más reconocibles y sobresalientes de la historia del cine.
El diseño de decorados, vehículos, arquitectura, vestuario… bien merece (y tiene) numerosas obras de análisis profundo. Como rasgos principales, conviene destacar lo ecléctico del entorno. A pesar de estar situada en la ciudad de Los Ángeles, puede ser confundida con Hong-Kong. Luces de neón y puestos de comida asiática se mezclan con elementos Art Déco, coches voladores y una arquitectura fría, y con unas dimensiones tan imponentes que resultan incluso intimidantes. Todo ello induce a pensar que el esplendor de esta civilización está perdido en el olvido, y que no es más que un juguete roto, donde permanecen aquellos que no tienen posibilidades de trasladarse a un lugar mejor. De hecho, la oscuridad es predominante en una era donde la tecnología avanzada está presente en cada rincón de la ciudad, donde parece que el sol no sale nunca y llueve sin censar. En este aspecto, la fotografía cumple un papel esencial, dotando a la imagen de un mayor significado.
Estéticamente, Blade Runner ha inspirado a muchas películas posteriores, pero, ¿de quién se nutre esta obra de ciencia ficción? La referencia a Metrópolis (1927) y a la obra pictórica del gran Edward Hopper es más que evidente, pero además contó con Syd Mead en el departamento artístico para diseñar la ciudad y los vehículos. Este diseñador está tras los diseños de Tron (1982), Aliens (El regreso) (Aliens, 1986) y Elysium (2013), por lo que su talento es indiscutible. En Blade Runner tiene unos de sus trabajos más populares, y aporta a la película una estética difícilmente reemplazable.
La dirección de Scott está entre las mejores de su carrera. Juega con el ritmo del metraje de un modo muy inteligente, y muestra unos planos de una belleza tal que se quedan grabados en la retina del espectador. Scott siempre se mostró en cierto desacuerdo con el montaje realizado para las salas de cine, por lo que en 1992 se presentó Director’s Cut (el montaje del director), inaugurando este formato en el que los directores de cine podían presentar de nuevo al espectador sus obras con una mirada más acorde a lo que pretendían mostrar en el momento de su estreno.
Han Solo, Indiana Jones y Rick Deckard. Harrison Ford ha puesto cara a tres personajes clave de la historia del cine, lo que le ha hecho mundialmente famoso, así como una pieza clave en el cine de aventuras y ciencia ficción. Realmente, La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977) fue su puerta al éxito, y el motivo principal por el que pudo acceder a gran cantidad de papeles desde su estreno. Tras En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981), Ford sabía que se estaba encasillando en el papel de héroe, por lo que buscaba un papel más serio. A pesar de no convencer a la crítica en un primer momento con su trabajo en Blade Runner, lo cierto es que realiza una actuación con una profundidad dramática sorprendente, quizás debida en parte a los avatares del rodaje, que no fue precisamente cómodo para él. Cabe destacar que Philip K. Dick (a pesar de fallecer antes del estreno en salas de cine) elogió la elección de Ford como Deckard, incluso admitiendo que aportaba más al personaje de lo que hubiera imaginado en un primer momento. Ahí queda eso.
El rival (a nivel interpretativo) de Harrison Ford es el neerlandés Rutger Hauer, un emblemático actor, que ha participado en películas como Delicias Turcas (Turks fruit, 1973), Lady Halcón (Ladyhawke, 1985) o Carretera al infierno (The Hitcher, 1986). Más recientemente ha participado en éxitos de taquilla como Batman Begins (2005) o series como True Blood (2008-2014) en calidad de secundario de lujo. Sus actuaciones suelen ser intensas y muy convincentes, por lo que nunca le ha faltado trabajo (aunque quizá no siempre en productos de la mayor calidad). En Blade Runner protagoniza la escena final, desplegando una emotividad, una profundidad dramática y una profesionalidad que le ha servido para convertirla en una de las escenas más importantes y recordadas de la historia del cine.
Estamos ante una auténtica obra maestra, no sólo del cine de ciencia ficción, sino del cine en general. Ha sido objeto de profundas revisiones y análisis, para llegar siempre a la misma conclusión: Blade Runner es un hito del séptimo arte. Una visión que ha logrado marcar una época y sentar unas bases para obras posteriores en su género. Nunca es tarde para descubrirla, y aún menos para volver a verla. Nunca decepciona.