La distopía de mes (XXIII): El tiempo en sus manos
Rod Taylor y Alan Young protagonizan La máquina del tiempo, también conocida como El tiempo en sus manos (The Time Machine, 1960). Esta película es la adaptación cinematográfica de la obra homónima del gran maestro de la ciencia ficción H.G. Wells.
El director
George Pal, nacido en Hungría, es considerado por muchos un auténtico visionario. Su carrera comenzó como animador, y tuvo un extraordinario éxito con sus Puppetoon, una serie de cortometrajes rodados con una técnica de stop-motion. No en vano, en 1943 recibió un Óscar honorífico por su labor como animador. Pionero en el género de la ciencia ficción tal y como la conocemos, produjo, entre otros títulos, La Guerra de los Mundos (The War of the Worlds, 1953), Cuando los mundos chocan (When Worlds Collide, 1951) o Con destino a la luna (Destination Moon, 1950). A partir de 1958 toma la decisión de dirigir (además de producir) sus películas. Es en esta etapa donde se enmarca El tiempo en sus manos (The Time Machine, 1960). Tras una exitosa carrera, comenzó a tener problemas para encontrar financiación con la que desarrollar sus películas en la calidad que era esperable en él. Injusticias típicas del mundo de Hollywood que no le permitieron continuar llevando a cabo proyectos con los que seguro hubiéramos disfrutado.
La trama
En 1989, George Wells construye una máquina capaz de viajar en el tiempo. Su curiosidad y afán de descubrimiento le lleva a montarse en la máquina y viajar hacia el futuro, donde, poco a poco, descubre cómo el mundo es asolado por las guerras y los conflictos. George avanza cada vez más rápido en el tiempo, hasta llegar al año 802.701. Lo que en un primer momento parece un paraíso es en realidad un resultado evolutivo extremo: la raza humana se ha dividido en los ramas completamente opuestas, los elois y los morlocks. George se verá envuelto en un conflicto y deberá decidir si va tomar parte en el destino de la raza humana.
La distopía
En este caso, la distopía presentada responde a la evolución. Un grupo de seres humanos han decidido vivir en la superficie, mientras otros se han refugiado bajo tierra. El tiempo ha moldeado a ambos grupos de dos formas completamente diferentes: los eloi carecen de inteligencia, y los morlocks padecen fotofobia extrema.
La evolución siempre ha sido un punto inevitablemente cuestionado por el ser humano; películas como Idiocracia (Idiocracy, 2006) o WALL·E (2008) indagan en este concepto para hacernos reflexionar acerca del futuro de la raza humana ¿Será reconocible dentro de 900.00 años?
La crítica
La atmósfera sencilla y romántica que envuelve a El tiempo en sus manos se hace evidente desde el primer minuto de metraje. La fotografía colorista y la luz cálida, acompañada de los extraordinarios decorados y un vestuario detallista, impregnan cada fotograma de un estilo victoriano realmente encantador. El guión tiene una sencillez pasmosa; y, es que la idea original de H.G. Wells es tan brillante e inquietante a partes iguales que no precisa de artificios ni florituras de guión. Eso no quiere decir que sea simple – todo lo contrario – sino que hace que una idea tan compleja como viajar en el tiempo resulte extremadamente comprensible para el público.
El protagonista de la película, Rod Taylor, galán y estrella del cine clásico durante la década de los sesenta, tiene en Los pájaros (The Birds, 1963) su papel más reconocido. Su trabajo en la serie de televisión Mascarada (1983-1984) le reportó fama entre el público cuando los trabajos para la gran pantalla comenzaron a escasear. Su última aparición en el cine fue encarnando a Winston Churchill en Malditos bastardos (Inglourious Basterds, 2009), de Quentin Tarantino. A pesar de estar considerada una película de ciencia ficción de serie B, El tiempo en sus manos es uno de los trabajos más famosos de Taylor, quien resuelve con destreza y naturalidad un papel a medio camino entre héroe y descubridor.
La música, aunque no de especial relevancia, ayuda a crear la atmósfera necesaria en cada momento, diferenciando el presente del futuro más distante, tornándose onírica e inquietante para desfigurar (aún más) el mundo en el que vive el protagonista.
El stop-motion, los time-lapses y las maquetas están entre las técnicas utilizadas por Pal para conseguir el efectos tales como viajar en el tiempo o la destrucción (y reconstrucción) de ciudades. Para un espectador poco habituado al cine clásico, estos efectos especiales pueden sacar a la luz alguna que otra sonrisa, pero es necesario tener en cuenta o siguiente: el trabajo artesanal que hay detrás de El tiempo en sus manos no indica otra cosa que una falta de recursos; sin embargo intenta ser paliada a toda costa, exprimiendo la creatividad y la imaginación del equipo técnico de la película, con un esfuerzo conjunto visible en el título que nos ocupa y no tanto en algunas producciones recientes con presupuesto más que sobrado. Por ello, es de valorar el trabajo realizado por Pal y su equipo, y, aunque no se pueda reprimir alguna sonrisa ante el vestuario y maquillaje de los Morlocks, el resultado final es francamente admirable. No en vano, ganó un Óscar a los Mejores Efectos Especiales en 1961.
Aunque en ocasiones pueda parecer una película de aventuras (debido en parte al ritmo del metraje), estamos realmente ante una joya de la ciencia ficción; El tiempo en sus manos es una película auténtica, entrañable y con un encanto romántico difícil de emular. Una distopía ideada por un genio como H.G. Wells que debe ocupar un lugar privilegiado en la videoteca de todo amante de la ciencia ficción.