La distopía del mes (XVI): Elysium
Elysium (2013) está dirigida por Neill Blomkamp y protagonizada por Matt Damon y Jodie Foster. En el año 2154 las diferencias sociales entre clases son extremas. De hecho, los más poderosos no viven en el planeta Tierra, sino en un hábitat espacial, dejando a la población mundial al borde del colapso debido a la pobreza y la superpoblación.
El director
Neill Blomkamp, nacido en Johannesburgo, ha participado en series de televisión como Smallville (2001) o Stargate (1997). Su debut en el cine, Distrito 9 (District 9, 2009) le ha puesto en el mapa para todos los amantes de la ciencia ficción. Distrito 9 fue producida y apadrinada por Peter Jackson, estuvo nominada a cuatro premios Oscar (entre ellos a Mejor Película) y recibió unas excelentes críticas. Al igual que Elysium, tiene una temática marcadamente social, tocando temas como la xenofobia o las privatizaciones. Blomkamp está actualmente rodando su siguiente largometraje, que llevará por título Chappie.
La trama
Año 2154. Elysium es un hábitat espacial en la que viven las personas más ricas el planeta. El resto de la humanidad vive en el planeta Tierra, sobreviviendo en la más absoluta pobreza. Max siempre ha soñado con vivir en Elysium, pero el destino le tiene reservado algo más importante: caerá en su poder una llave capaz de derribar los muros que separan ambos mundos.
La distopía
Se trata de una distopía social, que lleva la desigualdad social al extremo: la superpoblación y la pobreza son los grandes males del mundo. Los poderosos deciden abandonar el planeta para vivir en su Edén particular y dejar al mundo a su suerte. En Elysium no hay enfermedades (tienen unas cápsulas capaces de curar cualquier enfermedad) y la sociedad vive en armonía. En el planeta tierra, las cosas no podrían ir peor. La sanidad está completamente saturada, siendo imposible atender a los pacientes por falta de medios; los robots de la policía someten a la población a un estricto control y el trabajo tiene unas condiciones precarias.
La película juega con conceptos clásicos (como la pobreza, la superpoblación, la inmigración o la sanidad) y otros más novedosos, como el Toro de Stanford , que ha sido utilizado por Kubrick en 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Oddysey, 1968), o la urbanización cerrada en un hábitat espacial.
Como de costumbre, nos preguntamos: ¿Es esto posible (o plausible)? Pues bien, con respecto a la colonización del espacio exterior, existen numerosos planteamientos teóricos, y Stephen Hawking ha predicho la necesidad de “mudarse” a hábitats espaciales u otros planetas para evitar la extinción humana. Pero claro, ¿quién se iría arriba y quién se quedaría aquí abajo? El proceso de selección se convierte claramente en un conflicto ético.
Ya hay quien, en la Tierra, está haciendo su propia burbuja. Sólo hace falta un poco de imaginación y medios tecnológicos para llevarlo al punto que Elysium plantea. De hecho, quizá estemos más cerca de lo que pensamos.
La crítica
La película comienza con visiones de la infancia de Max (Matt Damon). A través de sus ojos, el espectador conoce el mundo en el que vive, repleto de miseria y con un evidente problema de superpoblación. Los Ángeles se ha convertido en un lugar muy similar a las favelas de Brasil. De hecho, la dirección de arte parece inspirarse en ellas para elaborar el escenario. Las panorámicas de la ciudad ofrecen la visión de un mundo al borde de la devastación; imágenes que contrastan con el esplendor de Elysium, cuyo diseño está claramente basado en el Toro de Stanford. El hábitat espacial para ricos funciona a la perfección. Grandes parcelas, mansiones, todo tipo de lujos, calidad ambiental… Para plasmarlo en la pantalla se utilizan recursos cinematográficos como la luz clara y apacible, los colores vivos y tranquilos, la arquitectura sacrifica la funcionalidad a favor de la estética… El planeta Tierra está en ruinas, el ambiente está contaminado, los colores son predominantemente oscuros y nada estimulantes.
Matt Damon, actor principal de Elysium, es conocido por sus papeles en El caso Bourne (The Bourne Identity, 2002), Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998) o Inflitrados (The Departed, 2006). Su mayor éxito hasta la fecha (y por el cual fue catapultado a la fama) fue El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, 1997), trabajo con el que consiguió alzarse con el Oscar a mejor guión original (escribió el guión junto a Ben Affleck) y estuvo nominado a mejor actor. En Elysium realiza un trabajo admirable, especialmente teniendo en cuenta las dificultades que conlleva el papel. Su mirada compasiva y su habilidad en las escenas de acción le hacen el actor perfecto para este papel.
Jodie Foster, ganadora de dos premios Oscar a mejor actriz, es una sólida actriz conocida por trabajos como El silencio de los corderos (The Silence of the Lambs, 1991) o La habitación del pánico (Panic Room, 2002). El papel que le lanzó al estrellato fue el de prostituta adolescente, cuando sólo tenía trece años, en Taxi Driver (1976). Desde 1991 también se ha puesto tras las cámaras; su última película como directora (y el que también trabajó como actriz principal) es El Castor (The Beaver, 2011). Jodie Foster es una actriz especialmente hábil para desarrollar papeles emocionalmente fuertes y complejos. En Elysium encarna a la inflexible Ministra de Defensa del hábitat espacial; un papel de “villana” poco habitual en la actriz, que resuelve de una forma impecable.
El rol de antihéroe en Elysium recae sobre Sharlto Copley, actor que suscitó un gran interés y reconocimiento a nivel internacional gracias a su papel de Wikus van der Merwe en Distrito 9. Copley, amigo personal de Blomkamp, se ha dejado ver en El Equipo A (The A-Team, 2010) y Oldboy (2013). Actualmente está rodando Chappie (estreno previsto para 2015), de nuevo bajo las órdenes de Blomkamp, y tiene un papel en Maléfica (Maleficent, 2014), junto a Angelina Jolie. Kruger, el personaje que Copley encarna en Elysium, es una persona cruel y despiadada, un mercenario que busca exclusivamente su propio beneficio. El actor hace un trabajo superior, dotando al infame personaje de la repulsión necesaria para generar un rechazo en el espectador sin caer en la caricatura, una línea muy difícil de no sobrepasar en personajes tan extremos.
Blomkamp tiene especial habilidad con las escenas de acción. Las persecuciones son trepidantes, y las escenas de combate son cautivadoras. Este director sudafricano tiene un sentido del ritmo muy dinámico, cambiando de plano frecuentemente y alternando la cámara lenta con steadycam, panorámicas y primeros planos, acercando y alejando al espectador de la acción y enfatizando con acierto los momentos más dramáticos. En este apartado es manifiesta la influencia de los videojuegos, es especial del subgénero de los shoot’em up, colocando la cámara tras el protagonista mientras se mueve.
Otro aspecto fundamental de Elysium es el relativo a los efectos especiales. Es muy llamativo el uso de los mismos, ya que consigue integrarlos con una naturalidad pasmosa en una realidad como la del planeta Tierra; se podría definir la estética como “tecnología sucia”, Blomkamp consigue dar aspecto de desgastado y corriente a elementos tan propios de la ciencia ficción como las naves espaciales o los androides.
Como aspecto negativo, la acción transcurre en un ámbito demasiado concreto (Los Ángeles), se echa de menos una mirada más global, mostrando la realidad en otras partes del mundo. También se explota una serie de estereotipos que pueden ser considerados un poco caducos (la mayoría de habitantes de la Tierra es de origen latinoamericano, mientras que los habitantes de Elysium son europeos caucásicos), aunque sirvan de refuerzo para la denuncia social que está presente en el trasfondo de todo el metraje. A medida que avanza, Elysium se centra más en la acción que en el guión, desaprovechando algunos elementos muy jugosos que presenta en su primera mitad.
Con todo, es necesario puntualizar que Elysium está por encima de la media del género de la ciencia-ficción (más aún si sólo atendemos al subgénero distópico). La película tiene elementos que la convierten en una obra muy peculiar, fresca y visualmente atractiva, con grandes actores que desarrollan un trabajo magnífico. Todo ello hace que Elysium no sea sólo digna de ser contemplada, sino que se erige como un título imprescindible del cine distópico.