Ciclo Cine de Terror del Malo (1): Tiburona

«Cuando una joven influencer sobrevive a un misterioso ataque de tiburón, se convierte en un monstruoso depredador ápice, cazando y alimentándose en la soleada Venice Beach, California.«
Pese a tener título en castellano que más parece de una canción de reggaeton, Tiburona es (o quiere ser) una película de terror. Justin Shilton y Rob Zazzali dirigen este engendro y parece mentira que entre los dos no sepan hacer ni una toma buena, porque es que ni a posta. Y ya desde la primera escena te deja bien claro la ruina de película que te espera…
Una secuencia de imágenes sin ton ni son, montadas por un epiléptico en plena crisis, que pretenden contarte que ha habido una fuga en una central nuclear y oye, ya verás tú la que se va a liar. De ahí pasamos a una sesión de fotos playera en la que la protagonista, Heidi, luce palmito y carne retratada por un novio/fotógrafo salido directamente de una caverna. Trata a la pobre muchacha como si fuera basura y solo le falta pegarle, vamos. Mientras se rasca la huevada le manda meterse en el agua para que se remoje el pelo y así salga más sexy, que los seguidores en las redes no vienen solos. Y por meterse en el agua llega el desastre… o su liberación.

Resulta que un tiburón afectado por la radiación de antes pasaba por allí y muerde a la muchacha. Te lo tienes que creer porque ni vemos tiburón ni vemos mordisco. Lo que si vemos es que Heidi sale del agua ya de noche, con unos dientes que ya los quisiera Drácula y se lía a morder en el cuello a una pareja que estaba en la playa. Y a partir de aquí ya llega el desenfreno.
Nos dicen que Heidi está mutando en híbrido influencer/tiburón, pero nosotros solo vemos que la fila de dientes de arriba le cambia de vez en cuando y, cuando esto pasa, se lanza al cuello del primero que tiene a mano. A destacar entre los secundarios a su amiga Sienna (Sumayyah Ameerah), una joven inquieta que llega para investigar los misteriosos asesinatos de la zona… hasta que descubre que es su amiga la asesina. Impactante la escena en la que Sienna comprueba el nivel de radiación el agua de la playa, ojo, ¡con un analizador del cloro de las piscinas! y ya de paso, por si hay dudas, encuentra peces brillantes (de los que venden en jugueterias, de puro plastiquete) y nos los quieren hacer pasar por la fauna marina infectada de radiación.

Pero lo peor es que todo deriva en una película cutre de acción, con la aparición de «expertos» en mutaciones y fenómenos extraños que salen de la nada, así de improviso, y aportan lo justo para que el argumento (por llamarlo de alguna forma) avance… pero avance hacia el desastre.
Alexandra Corin Johnson es la tiburona y la pobre, sin muchas dotes de actriz, hace lo que puede. En otro plano (todavía peor) está el resto del casting que deben ser amigos de los directores o conocidos o, apuesto por ello, gente que pasaba por ahí. Tampoco juega a favor la nula capacidad de producción en la película, con una dirección y una fotografía que debería multarse, donde todo el tiempo hay planos cortos y solo parece que ponen algo de interés cuando alguna de las chicas hace poses o sale en bikini.

Pero las malas noticias no acaban aquí. La película (me duele llamarla así) termina con escena post-créditos al más puro estilo «Iniciativa Vengadores». Con un par. Cuando un personaje nuevo aparece y le dice a Sienna que hay más mutantes como su amiga y debe reunir un grupo para luchar contra ellos.
La madre que los parió.
Igual Shilton y Zazzali fantasearon con crear un universo compartido a lo Marvel. Sinceramente, no se como tienen la poca vergüenza de poner sus nombres bien grande en los títulos de crédito. Alguien debería hablar seriamente con ellos y explicarles que hay formas menos agresivas y denigrantes de tirar el dinero.
Tiburona (Shark Girl) la tenéis en Amazon Prime, por si os va el masoquismo visual.
