Análisis de Beyond the Ice Palace II, excelencia de lo retro

Gráficos
Sonido
Jugabilidad
Duración
Muy recomendable
Puro retro al estilo del mejor Castlevania
Nada menos que 35 años han pasado desde el primer Beyond the Ice Palace. Treinta y cinco!!! Se pudo jugar en aquellos pretéritos ordenadores de 8 y 16 bits que ahora se pueden ver en museos y que tantas y tantas horas amenizaron a los gamers de tiempos pretéritos. Elite Systems lo puso a la venta en 1988 emulando aquel inolvidable Ghost n’ Goblins y consiguiendo realizar una aventura muy sólida que ha permanecido en la sombra de otros clásicos de temática similar.
Llega ahora la continuación de aquel título, aprovechando la moda de juegos retro y rescatando una franquicia que, pese a caer en todos los tópicos del género, demuestra que tiene aun cosas que mostrar. Sobre todo si cae, como lo ha hecho, en manos de un estudio solvente como son los franceses STORYBIRD Studio y publicado por PQUBE… pero que cuenta con edición física gracias al buen hacer de Meridiem, que lo lanzó en PS5 y Nintendo Switch el pasado 13 de marzo.
Al más puro estilo Castlevania tendrás que recorrer varios escenarios enfrentándote a todo tipo de engendros para recuperar tu reino y tu trono.

De flechas, héroes y reinos
La historia que nos sirve para estructurar el juego parte de la primera entrega. Como de ella hace tantísimos años ya nadie se acordará, así que lo primero que encontramos es una secuencia en la que nos explican como nuestro protagonista conseguía derrotar a las fuerzas de la oscuridad gracias a una flecha mágica lanzada por los dioses y que, al impactar en él, le otorgaba esos poderes o capacidades para acabar con el mal. Y así acabó siendo el rey de estas tierras pixeladas.
Cada año los mismos dioses disparaban otra nueva flecha que siempre impactaba en él y renovaba, por así decirlo, tanto su reinado como sus poderes. Pero llegó un día en el que la flecha no le alcanzó… y eso hizo despertar a las fuerzas del mal que conquistaron de nuevo el reino y atraparon a nuestro héroe, encerrándolo y atándolo con cadenas.
Pero una nueva flecha llegó y con ella la liberación del héroe/rey. Ahora, armado con esas cadenas que antes le aprisionaban, se dispone a reconquistar su reino enfrentándose a todos los engendros que se planten ante su paso.
Este es el argumento inicial del juego, muy ochentero y clásico y que respira aventura en su sencillez.

Rompiendo pixeles a cadenazos
La mecánica del título es bien sencilla. Avanzamos en scroll lateral y algunas pocas veces en vertical acabando con los monstruos que nos aparecen y saltando entre plataformas. Como armas contamos solamente con las cadenas que antes nos aprisionaban y que utilizaremos tanto para golpear como para alcanzar zonas elevadas, tipo liana, con las que podemos balancearnos.
Solo contamos con dos tipos de ataque: el normal, que es golpear con las cadenas, y uno especial cuando las giramos sin parar y de esta manera evitamos que nos den proyectiles. También acumularemos una especie de maná para transformarnos en un guerrero tipo berserker, aumentando nuestros parámetros pero, ojo, sin invulnerabilidad ni nada parecido. Por supuesto, podemos golpear tras un salto o hacia distintas direcciones y, para esquivar, contamos con un rápido deslizamiento que nos evitará más de una muerte. Algunas de estas acciones consumen energía, así que tendremos que estar atentos para no agotarla y quedar expuestos.
El juego tiene puntos de guardado automáticos y otros, simulando una especie de tronos, donde podemos reponer energía y vida.
No falta la recolección de objetos, cristales de poder y monedas, para adquirir mejoras gracias a algunos pnjs y algunos lugares. La importancia de los cristales de poder es fundamental pues, al completar uno juntando varias piezas, podemos subir nuestra barra de vida, de poder, etc. Así que tenemos un juego clásico, también, en su jugabilidad. Apuesta por esa sencillez pero no es algo negativo, más bien al contrario. Al no complicar de más sus mecánicas se convierte en un título asequible y adictivo que desde el primer minuto te muestra sus «cartas».

Una dificultad bien medida
El combate y los saltos, la base de su jugabilidad, son justos y medidos. El personaje responde bien y nunca te va a dejar vendido por limitaciones técnicas ni por endiabladas zonas imposibles de superar. Es cierto que algunos lugares son más complicados que otros, como ciertos enemigos que disparan, otros que envenenan y otros que se abalanzan rápido… pero simplemente es asimilar mecánicas de combate distintas para cada uno.
Los jefes de final de zona tienen unas rutinas limitadas y exigen el inevitable prueba/error para poder vencer. Alguno se nos puede atragantar por lo medido y/o limitado del tiempo que tenemos para golpearle, o por no poder esquivar algún ataque concreto. Pero en general son enfrentamientos que no se sienten injustos ni tramposos y, aunque muramos varias veces, vemos que la victoria es posible si afinamos más o coordinamos mejor. No pasa en todos los juegos y temíamos que este fuera otro soulike en 2D con el que perder la calma y la paciencia y no, es mucho más benévolo.
En cuanto a los escenarios y las fases también destacamos un apartado de arte pixelado muy elogiable con zonas claramente diferentes, con lugares secretos que descubrir y zonas por las que perderse buscando objetos y cofres. Pantallas repletas de detalles y ornamentos, o paisajes poblados de elementos y siempre con una paleta de colores preciosa y precisa que acompaña y potencia esa sensación de juego antiguo.
Tiene, en definitiva, todos los elementos clásicos de un buen metroidvania.

Conclusiones
Para terminar, lo mejor. El sensacional trabajo de pixel art empleado en el juego, emulando más a los ordenadores de 16 bits y renegando de un trabajo demasiado pulido en favor de un resultado final más «puro», más retro. Los escenarios y los personajes que lo pueblan se siente de otra época, una época en la que divertir al jugador estaba por encima de otros apartados, limitados por las carencias técnicas de la época. Y aun así todo luce de fábula dentro de su apuesta, consiguiendo recrear las sensaciones de videojuegos antiguos.
Beyond the Ice Palace 2 es exigente pero no desquiciante, y se agradece. No es un «paseo» si no una aventura que se disfruta en su totalidad no solo gracias al fenomenal apartado artístico visual y a sus diseños de escenarios y personajes, sino también a sus melodías que encajan con el tipo de juego y la época que evoca. Sintetizadores con acompañamientos épicos y sin ninguna voz, aunque las conversaciones se pueden seguir bajo texto que nos llega, y hay que agradecerlo, en perfecto castellano.
Pues sí, han pasado 35 años para que volvamos a esta semi-desconocida franquicia… y parece que no pasa el tiempo para ella. Rescata lo mejor de este genero y nos lo ofrece sin restricciones en pleno 2025. Hacen falta más juegos así.