Especial Hayao Miyazaki #8: El Castillo Ambulante

Después del supremo éxito obtenido por la “El Viaje de Chihiro”, consagrada seguramente como el mejor trabajo realizado hasta la fecha por el estudio Ghibli, se estrenó apenas tres años después “El Castillo Ambulante”, la tercera y última película de esta denominada “triada mágica” desarrollada por Hayao Miyazaki e iniciada siete años atrás con “La Princesa Mononoke”. En esta ocasión, el director japonés se valerá de una novela de mismo nombre escrita por la británica Diana Wynne Jones en 1986. En ella nos encontramos con Sophie, una joven muchacha que trabaja en una sombrerería y que un mal día, pierde su juventud tras la visita de la Bruja del Páramo. Transformada en una débil anciana, Sophie decide ir a buscar al enigmático y temido mago Howl para así romper la maldición y recuperar su juventud.

Animación del Futuro
 
Desde luego, uno de los puntos destacables de “El Castillo Ambulante” es la evolución artística que la animación sufre al respecto de sus antecesoras. Si bien el uso de las diversas técnicas por ordenador había ya hecho aparición en anteriores películas, es a partir de esta cuando se hace realmente presente y masiva logrando así una animación, sin duda, diferente a la tradicional; mayor vistosidad, nuevas perspectivas, interacciones con el escenario o la capacidad de ampliar la gama de colores y filtros a aplicar. Las ciudades, los grandes paisajes y el juego con las nubes y las nieblas han sido seguramente los más beneficiados de esta evolución. Continúa aumentando el detallismo característico de las obras de Miyazaki, logrando ricos escenarios con una inimaginable cantidad de detalles. Lejos quedan ya los tonos pasteles de las primeras obras de Ghibli; ahora, cada película es un espectáculo visual.
 

Errores de un Pasado Olvidado
 

Mas dentro de lo sobresaliente que pueda ser esta película, hay que reconocer que de las tres grandes obras de Miyazaki, esta es la menos redonda. Se vuelve a incurrir en la precipitación que era característica en las primeras obras. Desde el primer encuentro de Sophie con Howl hasta la pérdida de la juventud todo parece ser como un mero suceso del destino, sin mayor explicación o sentido. Miyazaki no se pierde en desarrollar un inicio sólido, simplemente presenta escuetamente a los protagonistas e introduce el nudo de la historia, que es donde comienza realmente la película como tal. Sin embargo, el verdadero problema de esta película es la confusión que puede generar en el espectador. El peso que tiene la magia en la película hace que en ciertos momentos sea difícil atar cabos y es necesaria una segunda revisión para encajar todas las piezas en su sitio y entender las relaciones y las decisiones de ciertos personajes (y aun así, quedan cosas en el aire). Igualmente, el final de “El Castillo Ambulante” es un lastre que no hace justicia al resto de la película. Una conclusión precipitada que resuelve rápido y mal las tramas que a lo largo de casi dos horas se ha ido desarrollando. Un final que se puede calificar de tontorrón e infantil y que apenas no tiene nada que ver con lo visto.

Rozando nuevamente la Gloria
 
Como ya lo hiciera anteriormente “El Viaje de Chihiro”, “El Castillo Ambulatante” fue nominado a los premios Oscar del año 2005, premio por el que compitió con “La Novia Cadáver” de Tim Burton y con “Wallace y Gromit” de Nick Park que se alzó finalmente con dicho premio. Si bien la nueva obra de Miyazaki no fue capaz de imponerse en estos reconocidos (y últimamente poco acertados) premios de Hollywood, obtuvo multitud de prestigiosos premios (a destacar el de mejor película en el festival de Sitges) junto a decenas de nominaciones a lo largo de todo el mundo.
 
 
 

Especial Filmografía Hayao Miyazaki – Ghibli