Crítica: «Historias color tierra nº 01/03», flores, lluvia y poesía en imágenes
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Muy recomendable
Una poesía convertida en cómic. Bueno, en manhwa.
Historias color tierra (y sus dos continuaciones) es uno de esos manhwas considerados clásicos, una obra de culto que cuenta con múltiples ediciones de las que esta, lanzada por Planeta Cómic es, simplemente, la mejor. Kim Dong-Hwa, el autor completo de la obra, es una institución en Corea y en el mundo y esta obra es uno de esos motivos que le han situado donde está.
Ha ganado todos los premios posibles dentro de su país (y muchos también fuera) y su reconocimiento es incuestionable. Pero, ¿qué hace que este autor sea tan especial? Una vez leído este primer tomo, estas historias color tierra, lo puedes entender. Posee una sensibilidad, una sencillez y esquisitez de trazo, una poesía tanto literaria como visual, al alcance de muy pocos.
A través de una historia sencilla y costumbrista nos transporta a una Corea rural donde el tiempo solo parece avanzar por el cambio de las estaciones y el nacimiento de flores que marcan una clara analogía con las protagonistas.
Ihwa es una niña que vive con su madre, la viuda Namwon. Solventan la pobreza gracias a gestionar una especie de posada a la que acuden los lugareños a comer. Las habladurías sobre la viuda, que vive sola y recibe a tantos clientes en casa no se hacen esperar y, mientras, la pequeña Ihwa va creciendo ante nuestros ojos. Los cambios de estaciones marcan el avanzar del tiempo y la vemos desde el comienzo de la obra, siendo una niña inocente e ignorante, hasta el comienzo de su madurez.
La veremos descubrir el amor, descubrir su propio cuerpo y encontrar en su madre una amiga y una confidente. Y ese viaje de conocimiento y compañía va en dos direcciones, porque la madre también necesita apoyarse en la pequeña para no olvidar que la vida es, en realidad, sencilla y somos los adultos los que nos empeñamos en complicarla.
A través de estas dos generaciones de mujeres el autor traza un relato lleno de emociones donde el cariño y el amor siempre están presentes, pese a todo. Las estaciones, como decía más arriba, marcan el paso del tiempo y, con ellas, las siempre presentes flores y lluvia, representando la pureza, la belleza… y lo efímero.
Kim Dong-Hwa luce un dibujo sencillo en extremo con los personajes, minimizando rasgos pero aprovechando cada trazo de tinta para evocar lo que piensan, lo que sienten. Estos personajes quedan enmarcados por viñetas en las que el entorno rural los rodea. Esos parajes, esos «escenarios», bien sea una plantación o el interior de una casa, son dibujados con extremo lujo de detalles y ese contraste (sencillez de los personajes/barroquismo en el entorno) crea un aspecto sensacional de cuento tradicional al tiempo que nos evoca lo efímero que somos nosotros, que nos creemos tan importantes, y lo perenne que es el resto del mundo, al que muchas veces no le damos importancia.
La lluvia y las flores. las flores y la lluvia. Son una constante en la obra y son usadas siempre como referencias, como metáforas, para hablar del amor, del sexo, del deseo, de la menstruación, de cualquier cosa que se pueda evocar a través de ellas y, al hacerlo, se le otorga un punto de poesía.
Una obra profunda que exige más de una lectura para apreciar la dulzura y el arte que despliega este autor. Un maestro del manhwa. Un artista de esos que, con sus obras, eleva este maltratado medio, el cómic, a la categoría de Arte.
- Historias color tierra nº 01/03. Planeta Cómic
- The Story of Life on the Golden Fields 1.
- rústica con solapas. B/N. 320 pp. 20€