Crítica: “La Cábala Pinkerton, Nieve Roja”. Lovecraft estaría orgulloso.

Diversión a chorros gracias al amor por la fantasía y el terror de sus autores. Buen camino para hallar el mejor entretenimiento. Porque lo tiene todo: western, monstruos, mitos primigenios, personajes carismáticos, interacciones con chispa y acción a cascoporro, pero rítmicamente contenido, sin alargues y cansancios.

Javier Marquina demuestra que este tipo de historias tienen pegada. Que sí, que tira de arquetipos pero bien mezcladas y fluidas, juega con un planteamiento acertado. No pretende dar a este tipo de historias un giro y pretender cambiarlo aunque se estrelle, sino da lo de siempre pero con honestidad y profesionalidad, culminando una historia absorbente, disfrutona y que es un pasapáginas de principio a fin.

Los protagonistas funcionan bien entre sí y mejor repartiendo estopa. Sarah y Samuel funcionan como presentadores de este universo, significando de donde vienen, donde están y todas las posibilidades futuras para seguir conociéndoles en el donde irán, pero también como adversarios de las fuerzas del mal contra los que combaten y que tienen su fondo aparte. Muy reconocible lo del poderoso que pacta con quien sea para conseguir más poder, aunque sean criaturas primigenias que quieran devastar el planeta y hechiceros que pactan con esta peña para lograr sus objetivos. Me da igual con quien siempre que el fin justifique los medios.

Además, se reserva su parcela para explicar administradamente las causas de los planteamientos ejecutados, tanto de los protagonistas como de los villanos. Referencial a saco, no sólo con Lovecraft como padre de todo esto sino también con el universo Hellboy de Mignola o con los cazadores de monstruos tipo Ulisses Bloostone. El cómic tiene el gesto con el lector de traspasarlo a en tornos poco habituales como el Western del norte del continente americano. Lo más oeste de Canada y lo más este del Estado de Alaska para ser precisos. Western polar con monstruos, hechiceros, metahumanos, caciques, pistoleros y mucha mala leche. ¿Qué más se puede pedir para una lectura ligerita y corta?

El dibujo de Luis Moricho es muy interesante. Es un narrador, ágil y eficaz, muy económico. Descarta habitualmente los fondos en planos cercanos pero no cuando hay que ensanchar la vista en exteriores, sobre todo cuando hay que remarcar los momentos trascendentales del texto de Marquina. Está francamente bien en diseño de vestuarios a pesar de que no es un encargo fácil habida cuenta los looks de finales del siglo XIX en un entorno pesado y frío como este y la riqueza de variantes que exigen la ropa costumbrista de la época con los propios de la hechicería maligna y sus sectas. Y luego, las criaturas monstruosas, sobre todo cuando hibridan con seres humanos, que presentan visualmente los mejores momentos.

Quien está generoso es Braulio Moricho con el color. Sin la paleta escogida, tan rica y variada, creo que el conjunto perdería fuerza. Sobre todo cuando la acción se desata y lo terrenal se mezcla con lo dimensional, donde el color representa dos las fuerzas enfrentadas, representándose esa lucha con los colores.

La edición se cierra con un relato corto novelado con ilustraciones que expande este pequeño universo de ficción que esperemos continúe.

La Cábala Pinkerton: Nieve roja, Ediciones Inuit. 116 páginas. Color. Cartoné. Pvp: 20 €.