Crítica: «Novelas Gráficas DC Black Label: Rorschach», retrato de un sociópata

Los personajes recreados por Alan Moore en su inmortal Watchmen siguen disfrutando, para disgusto del autor, de muy buena popularidad. La verdad es que fue un tanto ingénuo pensar por su parte que tremenda obra iba a librarse de ser explotada hasta la extenuación. Película, serie, Before Watchmen, su incorporación de soslayo al Universo DC… hemos tenido contenido más que de sobra y no siempre de calidad.

Pero en general los distintos autores que han participado lo han hecho con mucho cuidado y reverencia, conscientes del legado que tenían entre manos y del que eran responsables. La última en llegar, Rorschach, se encuadra entre las mejores.

Publicada originalmente en formato grapa hace un par de años, ha tenido ya varias ediciones siendo esta última la que aprovechamos para rescatar y traerla a la web. Otra vez. ECC Ediciones vuelve a ponerlo a la venta, en esta ocasión bajo el sello Novelas Gráficas DC Black Label, con una elegante y consistente edición en cartoné que contiene todas las portadas, variantes incuídas, además de algún que otro voceto.

No vamos a preguntarle a Alan Moore si está contento con esta serie de 12 números, porque ya sabemos la respuesta, pero al resto de lectores sin duda les resultará interesante su lectura. Primero, porque respeta al máximo la obra original, siendo una continuación directa, varios años después del final de la obra. Aquí el calamar extraterrestre que asoló la ciudad ha dejado trauma en la población, que vive angustiada ante la posibilidad de un nuevo ataque. Además, Walter Kovacs, el Rorschach original, ha «creado escuela» y su legado permanece imborrable, su sociopatía no se diluye y, muy al contrario, encuentra individuos donde arraigar.

Tom King no se limita a escribir un cómic de antihéroes ni a rescatar sin más al personaje. Nos cuenta en estos doce números como esas mancha pegajosa que dejó el Rorschach original en las mentes de la gente consigue cuajar en ciertos individuos. Como su obsesión y su particular sentido de la justicia se trasmiten en el tiempo y como, a pesar de estar muerto, pervive. Un nuevo Rorschach está aquí, aunque su presencia será solo trascendental en los inicios del cómic.

Porque lo que aquí tenemos es una investigación en torno a un intento de magnicidio. El investigador contratado comenzará un descenso al abismo del que ya se hablaba en el Watchmen original (si miras al abismo, te devuelve la mirada… ya sabéis) y tendrá que bucear en la psique y las motivaciones de los que fueron protagonistas de ese intento de magnicidio. La mancha pegajosa de la que antes hablábamos también amenazará con tocarlo a él, claro.

De paso, como no podía ser de otra manera, los autores lanzan una mirada en paralelo a nuestro mundo real, al de hace unos dos/tres años cuando esto se publicó, y podemos ver trazas de Trump y de conspiraciones… de corrupción y de manipulación… de todo vale por conseguir el poder y de la lucha estéril de los de abajo.

Tom King nos tiene acostumbrados a su personal estilo, escuela ya para otros escritores de cómic, usando la narrativa segmentada y jugando con los personajes y los tiempos. Nunca te pierdes y sorprendentemente la historia crece de manera realmente interesante hasta su clímax final. Mención aparte y honorífica para el magistral trabajo artístico de Jorge Fornés. Hace suya la obra con una utilización del lenguaje visual, ese lenguaje que solo presta el cómic, absolutamente genial. Con episodios contados en paralelo a través de cartas o con composiciones de páginas que recuerdan la obra de Gibbons al tiempo que la homenajean… pero dándole un impulso necesario para ser encajadas en este ya entrado siglo XXI.

Una novela gráfica sensacional que amplía la mitología del clásico sin cambiarlo ni contaminarlo. Una obra moderna que mira de frente y con respeto a ese Watchmen. Puestos a seguir explotándolo, al menos hacerlo así.