Crítica: «Albacete Warrior», ninjitsu con sabor a chorizo
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Si os va el cachondeo puro y duro y la risa fácil, la comedia que se rie hasta de su sombra y que se ensaña con todo lo que se mueve, aquí tenéis este videojuego, Albacete Warrior. Un beat’em up gamberro y faltón que nos pone en las mallas del ninja Benito, un manchego aficionado al ninjitsu y a las birras que de tanto golpe en la cabeza está un poco «pa´llá». Junto a su sensei Paco, todo cabeza, y a su fiel compañera de viaje, la gallina Pepito, emprenderá un camino de venganza por todo el mundo.
Chistes fáciles, alcohol y fantasmadas en esta aventura made in Spain que ha llegado a Switch, PS4, PS5, Xbox One, Xbox SerieSX después de haber sido lanzada hace meses en PC (Steam)
La verdad es que los videojuegos de humor no se prodigan mucho y, cuando uno llega, hay que hacerles hueco en nuestro tiempo. Normalmente, y como mínimo, nos hacen pasar muy buenas horas mientras los jugamos (aun nos acordamos del maravilloso UnMetal) así que por cortesía de FAS3 Estudios y Eastasiasoft hemos podido disfrutarlo aunque, en ocasiones, se ha tornado un verdadero dolor de cabeza.
Pero vamos a profundizar en esta locura…
Ninjas en Albacete
La historia de Albacete Warrior nos sitúa en plenas fiestas de la ciudad, en plena Feria de Albacete, vamos. Es cuando nuestro dojo es atacado por una banda muy bien organizada y con muy mala leche. No solo lo destrozan todo sino que arrasan con Paco, el sensei que todo nos lo enseñó. Benito, el protagonista, más chulo que un ocho, no se lo piensa dos veces y se embarca en un viaje de venganza que le llevará a recorrer el mundo entero… desde México, Japón… y a todo tipo de adversarios.
Para contarnos dicha aventura se recurre a imágenes estáticas y pantallas con texto, bocadillos, la mar de graciosas aunque, a decir verdad, el humor que más abunda es el humor grosero, facilón y faltón. Al principio te pilla de sorpresa y, pese a que el título te avisa del tono, termina por ser un poco cargante. Aun así, las risas son contínuas y las sorpresas, a cual más absurda, se suceden unas tras otras.
¿Como se juega a esto? Sus desarrolladores han optado por unos escenarios en 3D, pero por unos personajes en 2D. Es decir, nuestro protagonista (así como enemigos, pnjs, etc) son planos, hechos con un pixel-art la mar de resultón, pero se mueven por los escenarios en las tres dimensiones. Algo muy original y vistoso que, a la hora de jugar, presenta serios problemas.
Problemas con la jugabilidad
Mediante un par de botones realizamos los golpes, golpes especiales con la gallina, además de esquivar y saltar. No falta la megatransformación en super-ninja o el botón para consumir reconstituyentes (cerveza, claro). Contamos también con Pepito, nuestra gallina con crazy-eyes que usaremos como arma, sin olvidar objetos y personas que podremos usar para cosas tan esenciales como cubrirnos. Estos sencillos comandos se complican por el mencionado problema de compatibilidad jugable que presenta la combinación 2D y 3D.
Los combates más sencillos se vuleven un infierno, con multitud de enemigos circulando a nuestro alrededor y nosotros siendo incapaces de concretar un golpe. O nos quedamos cortos o nos pasamos, ya que resulta muy complicado calcular el momento de atacar… igual que el momento de esquivar los golpes. No sabremos bien cuando esquivar o bloquear y ya, los ataque a distancia, son un puro disparate. De esta manera, peleas multitudinarias serán muy difíciles mientras que los enfrentamientos con algunos bosses, al ser solo uno vs uno en la pelea, se pueden llevar mejor.
Pero si eso nos pone nerviosos, el tema plataformero es incluso absurdo. Hay niveles en los que saltar de una plataforma a otra será una odisea. No se puede calcular el salto y cuando creemos que llegamos, caemos o cuando creemos que no llegamos, nos pasamos. La frustración aumenta cuando el punto de guardado está «allá atrás» y te toca repetir todos los insufribles saltos, otra vez. Nos hemos visto atascados en lugares absurdos por no poder trepar o saltar en condiciones. Un problema mayúsculo que lastra al juego y puede acabar con la paciencia del más pintado.
Benito es bonito
Visualmente el juego es muy divertido. Con esos personajes que parecen sacados de un cómic gamberro a medias Makoki a medias Mortadel y Filemón. Coloridos y luminosos escenarios repletos de detalles y de humor, los chistes no vienen solo por lo que pasa o cuentan los personajes sino por lo que vemos. Todo lleno de guiños, pullas y cachondeo. Además de ser muy variados y, con la excusa de recorrer el mundo, nos lleva por todo tipo de culturas donde se explotará sin compasión cualquier cliché o tópico de cada país.
Acompaña el aspecto sonoro con voces falseadas que parece que los personajes tararean o no vocalizan, así como efectos sonoros gallináceos y variados que nos harán reír en más de una ocasión.
Albacete Warrior es una locura muy divertida que se cae cuando le exigimos buena jugabilidad. Su curva de aprendizaje es inexistente y parece que únicamente busca hacernos reír, a toda costa y le pese a quien le pese. Desde luego lo consigue y nos hace (ha hecho) pasar momentos muy divertidos. Por desgracia, también tenemos presentes esos incalculables intentos fallidos por acabar cada puñetera fase de plataformas.
Una de cal y otra de arena. Al eventual jugador le toca valorar si le compensa perder un poco los nervios si, por el camino, se puede echar unas buenas risas a costa de nuestra cultura y de la cultura popular más maelstream. Que aquí nadie escapa de la ira del ninja Benito.