Crítica: «Los Perdedores», hartos de cumplir órdenes

Vertigo siempre ha sido (y es) una mina donde descubrir buen cómic. Aparte de los evidentes, conocidos e incansablemente reeditados (Sandman, Predicador, Scalped, etc.) hay muchos otros títulos que pasaron no directamente desapercibidos, ni mucho menos, pero que han tenido menos eco o repercusión… y su calidad es absolutamente incontestable. Uno de esos ejemplos es Los Perdedores, de Andy Diggle y Jock, que gozaron de un par de docenas de números e incluso una digna adaptación al cine.

Vamos a aprovechar que ECC Ediciones la ha vuelto a publicar en un formato de lujo, dentro del sello Black Label, para rescatarla y traerla aquí, para recomendarla y airear sus muchas virtudes y aciertos.

Lo primero que hay que decir es que el nombre de Los Perdedores hace referencia a un cómic bélico de la pretérita DC Comics. Andy Diggle quiso rescatar esos personajes para una nueva y madura etapa en Vertigo, pero se topó con demasiados problemas y decidió mantener el nombre… pero cambiar todo lo demás.

Así que nos encontramos a un grupo de ex-soldados de élite que fueron dados por muertos en una misión que, en realidad, resultó ser una trampa. Ahora, desde la clandestinidad y el anonimato, realizan arriesgadas misiones y tienen, como último fin, descubrir como y porqué (y quién) los «vendieron».

Lo primero que encontramos es un grupo de personajes sólido y cohesionado. Cada uno de los miembros de Los Perdedores tiene su propia personalidad y su clara función dentro del grupo… el francotirador, el estratega, el genio de los cachivaches electrónicos, etc. Así, descubrimos un moderno Equipo-A que da mucho juego y abre un amplio abanico de posibilidades argumentales. Las misiones que realizan y el ingenio para resolverlas, los choques entre personalidades tan distintas y esa camaradería forjada a fuego, los temas que se tocan de fondo y que contienen un mensaje implícito… todo en este Los Perdedores ayuda a que los amantes del buen cómic bélico y de acción lo disfruten profundamente.

Y eso es porque está muy bien escrito. Diggle ha trabajado muy bien a cada uno de los protagonistas y acaban teniendo un peso y un poso que queda en nosotros, los lectores. No solo los reconocemos por su aspecto, sino también por sus reacciones, su forma de hablar y de ser… y todos encontramos a aquel que más nos gusta: puede ser la impulsiva y temeraria Aisha, el simpático Jensen, el afable y leal Pooch… Y todos forman un cohesionado equipo capaz de realizar las proezas más increíbles y sacar adelante las más peligrosas misiones.

Y como las buenas historias, no solo se compone de aventuras o misiones concretas, sino que hay un hilo conductor de fondo… un argumento que mantiene toda la serie conectada de principio a fin y que ayuda a que podamos apreciar todas las capas que tiene la historia. A través de dinámicas escenas de acción, de emotivos momentos de camaradería y sacrificio, de traiciones o de contratiempos se va forjando, página a página, esta gran historia.

El plano gráfico puede ser el más controvertido. Se apostó por Jock, un dibujante que huye del preciosismo y del realismo. Su fuerza radica en unos dibujos secos y rudos, unas líneas gruesas y en evitar entretenerse con elaboradas composiciones. Jock va a la esencia del trazo y, con carácter minimalista, pone toda la energía de su marcado dibujo en transmitir lo esencial. En cuanto a composiciones de páginas y narrativa no se puede poner mucha pega, porque sabe llevarnos a través de vertiginosas escenas por los momentos más dinámicos del cómic, así como contemporizar y retener toda esa energía cuando la ocasión lo requiere. Es decir, que durante los momentos de calma, bien sea cuando los personajes trazan un plan o marcan una negociación, la composición se vuelve más tranquila y los dibujos más oscuros. Estos personajes se mueven en la clandestinidad, entre las sombras y siempre en secreto. Todo eso está así de bien contado a través del dibujo que, recordamos, no se basa en detalles ni alardes foto-realistas, sino en saber reducir al mínimo trazo con el máximo resultado. Y ojo, que para controlar ese estilo, hay que ser un grande.

Y antes de terminar recomendando con mucha fuerza este cómic para los aficionados al género bélico, al de espías y conspiraciones… pero también para los amantes del buen cómic. Antes, un breve comentario sobre su versión cinematográfica.

Sylvain White, director que últimamente trabaja realizando episodios de The Umbrella Academy, dirigió en 2010 la adaptación cinematográfica de Los Perdedores. Tantos buenos personajes debían tener sus émulos en imagen real… e hicieron un pleno. El reparto coral se compone de nombres como Chris Evans, Idris Elva, Zoe Saldaña o Jeffrey Dean Morgan, entre otros. La película no sigue literalmente al cómic pero se sirve de algunas de sus apuestas y propuestas. Pero lo que más llama la atención es como está contada la película, que resultará curiosa para un espectador casual y emotiva para el que conozca el cómic. Esto es así porque la narrativa del film sigue de cerca a la empleada en el cómic y, al trasladarla a imagen real, resulta de lo más… original. No se trata de una gran película, pero como adaptación es bastante digna. La podéis encontrar en HBO Max.

Pero no quitemos el ojo del producto original, el cómic. Insistimos en su más que alta calidad y en que se trata de uno de los cómics de género que hay que tener en cuenta y leer. Los Perdedores gozaron de una serie de duración media para lo que es Vertigo, y fue más que suficiente para dejar su impronta. La reciente edición en dos tomos de ECC Ediciones es, sin duda, la mejor oportunidad para acercarse a ellos. El primer tomo contiene los doce primeros números, mientras que el segundo completa la serie con los veinte números restantes. En conjunto, una obra irrepetible.