Crítica: «Glam’s incredible run. Escape from Dukha», Glam al rescate!
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Duración
Bien
Para los amantes de los plataformas más duros y exigentes... y que tengan una paciencia y un pulso de acero.
Three Legged Egg es un estudio independiente que acaba de lanzar este título, Glam’s incredible run. Escape from Dukha, una apuesta por los plataformas más clásicos (y difíciles) que mezcla su aspecto retro y su alta dificultad con una estética y propuesta muy moderna.
Nuestra protagonista es Glam, la hija de una muñeca Bratz y un G.I Joe (literalmente). Pero también es una princesa con mucho glamour y mucho arrojo, que no dudará en meterse de lleno en la aventura para rescatar a su madre de las garras de una bruja. Para ello, debemos internarnos en el reino de Caterina y superar sus innumerables trampas y sus torpes enemigos.
Para empezar, podemos tunear a nuestra protagonista con su simpático editor. El aspecto 8 bits le da un encanto especial a nuestro personaje y, a fuerza de elegir color de pelo y peinado, modelitos varios y cosillas así, crearemos a nuestra particular princesa guerrera.
El problema llega pronto, porque el juego nos lanza a sus difíciles pruebas y plataformas de manera inmediata. Si bien las primeras pantallas son realmente fáciles, pronto (muy pronto) llegaremos a otras que nos costará la vida poder superarlas. Combinar y dominar todos los movimientos de Glam va a ser crucial. Podemos saltar, balancearnos con el cabello, trepar por algunas superficies y hacer pompas de chicle (¿?). Cada pantalla es una fase en sí misma y tendremos que encontrar el camino correcto y las mecánicas precisas para llegar al punto de salida hasta la siguiente pantalla.
Es entonces cuando nos recuerda a aquellos plataformas tan exigentes que hicieron de los 8 bits un sistema casi exclusivo de estas mecánicas y de este tipo de juegos. Si llegar al punto de salida de la pantalla puede ser en ocasiones demasiado exigente, ni os cuento si queremos recoger algunos de los coleccionables que hay esparcidos por ella.
Pero hay que reconocer que con esfuerzo y tesón, con repetir las pantallas hasta la saciedad y la extenuación, se pueden superar. Es entonces cuando la sensación de satisfacción suple toda la frustración previa. Pero claro, debes sacrificar todo ese tiempo y esfuerzo. En definitiva, los amantes de los plataformas exigentes y de los retos más bestias se sentirán satisfechos y contentos con este título. Al resto, nos toca sufrir.
Cabe destacar que contiene 60 niveles para jugar en modo cooperativo y, no hace falta decirlo, se multiplica la diversión pero también la dificultad… pues ahora tendremos que medir y combinar cada acción, confiando también en la habilidad de nuestro compañero/a
El aspecto gráfico es tan sencillo como encantador. El colorido mundo por el que nos movemos está compuesto casi exclusivamente por plataformas móviles y bloques de objetos, apenas adornados y siempre buscando la funcionalidad de cada elemento. Es decir, no hay adornos ni objetos decorativos y todo lo que vemos en pantalla está colocado para ser un obstáculo o una ayuda (pinchos, engranajes, cuerdas, etc.). Muestra un aspecto sobrio aunque cambiante y queda bien reforzado por el paisaje que se ve a lo lejos, también sencillo pero evocador.
Los vivos colores dan mucha personalidad al juego y los personajes que por ahí pululan terminan de configurar el aspecto, entre infantil y de cuento de hadas, que requiere. Contiene detalles puntuales muy interesantes que a modo de guiño y pequeña broma consiguen airear un poco la monotonía general de su estética.
Es un juego de plataformas de 8 bits en máquinas de nueva generación y mantiene todo lo que se espera de un gran juego de este tipo. Lo más encomiable puede ser el diseño de sus nada menos que 220 niveles, divididos en 11 fases, que mantiene una ajustada dificultad digna de mención. El tiempo que tarda un cañón en lanzar el proyectil (al cual nos debemos de subir), el tiempo que tarda nuestra protagonista en cansarse de trepar, lo medido de la posición de las trampas… cada pantalla está pensada al milímetro para exprimir nuestra habilidad y para llevarnos al límite. El juego es consciente de todo lo que exige, pero también de que seremos capaces de lograrlo si tenemos la paciencia y constancia suficiente.
En definitiva, un juego de plataformas «como los de antes», con una puesta en escena sencilla y colorida y una jugabilidad exigente pero gratificante. Sin duda una apuesta a tener en cuenta por los aficionados a este género inmortal que son los plataformas retro, pero que cualquier jugador casual debería tomarlo con respeto.
Se encuentra ya disponible en Nintendo Switch, Xbox One, PC, Mac y PS4, que es donde nosotros lo hemos jugado por cortesía de red Art Games.