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Crítica: “OMAC, un ejército de un solo hombre”. Futuro incierto.

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“Si me ensamblas...seré tu amiga”

Kirby es un género del medio en sí mismo. Y Omac es una muestra de ello.

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ECC cierra el ciclo recopilatorio Jack Kirby con la inconclusa Omac. Ocho números de imaginería postapocalíptica llena de ciencia ficción futurista. Se contrapone a Kamandi, no sólo por ser la segunda más cataclísmica, sino porque vira más hacia el ecologismo que a la denuncia atómica de la presente. En cualquier caso, ya sea por medios naturales, ya sea por medios científicos, Kirby y el futuro, son incompatibles para la humanidad.

A pesar de su corta duración, le dio tiempo para destacar otros aspectos más allá de la pura aventura y desenfreno narrativo del que nos tenía acostumbrado. Porque, efectivamente, se mire por donde se mire, las evoluciones sociales ficticias para el Rey tenían mala pinta y la humanidad representada está condenada, pero pudiendo quedarse en las alucinantes amenazas de los adversarios del protagonista, critica los buenismos sociales como elementos que desestabilizan el libre albedrío. Como dejó claro John Byrne en su notable secuela de esta obra, la sociedad ficticia planteada en este universo no tiene alma. Kirby muestra esta frialdad invisible en los creadores sin cara de Omac como reflejo de esta sociedad, de la que vemos pocas capas por la corta duración de la serie pero que nos empuja a imaginar bastantes texturas vacías y pesimistas. Las tensiones en entornos laborales, urbanos y familiares desarrollados en la presentación del alter ego de Omac permiten atisbar una sensación opresiva y llena de hostilidad que se esconde tras poses antinaturales.

El hermetisimo y el secretismo en las motivaciones del poder establecido y origen de Omac, denominada aquí Agencia por la Paz Mundial se muestran claramente en el objetivo de su creación como con su soporte tecnológico colocado en el espacio. Entiendo que el concepto del amigo mecánico orbital tiene una conexión con la carrera espacial contemporánea y sus ficciones resultantes en la fecha de publicación, pero creo que hay una intención personal en el autor en explicar que mal gestionada o con malas intenciones, puede dar pie a que la carrera espacial sea sustituida por una carrera armamentística en el espacio. No sólo el ojo que vigila, sino el ojo que puede destruir, con las repercusiones coactivas que esto produciría a los de abajo.

No obstante lo anterior, aquí, lo positivo, no sólo es la cantidad de conceptos e ideas que los planteamientos expuestos por el autor pueden dar lugar, sino que ofrece muchos más matices en beneficio del desarrollo vital del protagonista así como en la justificación del entretenimiento más sano. Me refiero ahora a la relación casi simbiótica entre Omac y su satelite inteligente orbital. Efectivamente, le soluciona la papeleta siempre y es un atajo argumental para pasar a otra cosa de manual, pero no deja de ser una involuntaria pero conseguida relación buddy movie por parte de Kirby. Esta invencibilidad, que en principio anularía cualquier intención de interés en conocer estas aventuras, es precisamente lo que permite adentrarnos en la imaginación ilimitada del autor que solo ocho grapas pueden conseguir. En perjuicio de que el protagonista pueda resultar vacío de contenido, todo el potencial creativo de Kirby se destina a lo demás. Omac queda como el transporte para conocer un posible futuro. Pero en lugar de ser un viaje con opera en el hilo musical, este es uno con mucho rock and roll.

Visualmente es arriesgada y deja momentos impactantes. Por ejemplo, para señalar el ansia en el desarrollo de la tecnología con fines más personales que en beneficio del interés general, no se le ocurre mejor idea que presentar una industria manufacturera de mujeres sintéticas en lotes para ensamblar, en apariencia y tamaño reales. Esta superficialidad continúa con el discurso existencial de la vida eterna. Kirby desglosa este tipo de argumentos, bastante interpretados en la ciencia ficción y la fantasía, en la que los poderosos, para vivir para siempre, pueden intercambiarse por los cuerpos sanos y bellos de algún miembro de las clases bajas que ha podido mantenerse sano. Las políticas desiguales de esta sociedad son llevadas al extremo, incluso aquí refiere a normativa inmobiliaria que permite alquilar ciudades enteras para una juerga de fin de semana. Todos estros planteamientos, no son nuevos, efectivamente, pero Omac es una pieza a tener en cuenta para descubrir nuevas inquietudes del autor.

En cuanto a las sugerencias más lúdicas de Kirby, porque no todo tiene que ser una guía de tragedias y dramas, nos encontramos con escenas de acción incontrolada sin interrupción, junto con imaginería visual y conceptual marca de la casa. Se ajusta a un esquema de episodios cortos enfrentándose las situaciones con adversarios y amenazas extravagantes y grandilocuentes. Visualmente, Kirby continúa dando a sus seguidores lo mejor de él. Páginas enteras con monstruos y criaturas con unos diseños apabullantes llenos de fuerza y maravilla. Y aunque no tenga que ver con las premisas de ciencia ficción expuestas, el público quiere monstruos de firma, y monstruos tendrán. El autor no falló a sus lectores, no falla a los actuales y nunca fallará a los nuevos. Kirby es un género del medio en sí mismo. Y Omac es una muestra de ello, al condensar tanto en tan poco.

El hecho de producirse su abrupta interrupción nos dejó sin el desarrollo argumental de los principales conceptos aquí expuestos. Podemos atisbar lo que podría haber dado de sí, pero no podremos más que imaginar su posible desenlace. Ahora bien, John Byrne hizo un buen trabajo cerrando esta humilde cosmogonía que espero que ECC publique. Y por supuesto, su legado perduró. Fue uno de las herramientas más potentes de todo el entramado “Crisis Infinita”, actualmente recopilándose en edición XP comprobando que en manos de autores competentes, como Geoff Johns y Greg Rucka, el jugo de esta genial idea del Rey puede dar nuevas alegrías a los lectores.

OMAC: One Army Corps 1 a 8, DC Comics. OMAC: Un ejército de un solo hombre, ECC Ediciones. Cartoné, 176 páginas. Color. Pvp: 19,95 euros.

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