Crítica: «El juego del calamar»
Crítica
Valoración
Historia
Personajes
Ambientación
Espectacular
Una crítica social sobre las desventajas socio-económicas de las capas sociales más desfavorecidas
El juego del calamar es una serie surcoreana que debe su nombre a un juego infantil de los años setenta en el que dos jugadores se enfrentaban dentro de tres formas geométricas que formaban un calamar: el círculo, el triángulo y el cuadrado. Esta producción consta de una temporada (aún no se ha confirmado una segunda) que está conformada por nueve episodios y cuenta con la dirección de Hwang Dong-Hyuk conocido por Silenced de 2011 que fue un filme dramático reconocido a nivel mundial.
La trama, como tal, sigue una tendencia que podría recordarnos a la cinta nipona Battle Royale de 2002, a los Juegos del Hambre del 2012 o a Alice in Borderland de 2020, es decir, se yuxtaponen diversos géneros cinematográficos desde la acción y el drama hasta la supervivencia y el suspense. En ese sentido, creo que es una de las mejores series de Netflix que hay a día de hoy.
Sinopsis
Seong Gi-hun, un divorciado de mediana edad , es un desastre como padre y un fracasado en el terreno laboral. La noche del cumpleaños de su hija, un hombre adinerado se acercó a él en el metro y, tras entablar una conversación, decidió embarcarse en una empresa mayor para ganar dinero y recuperar a su hija. Cuatrocientas cincuenta y seis personas con problemas económicos compiten voluntariamente en seis juegos infantiles en los que, a diferencia de lo que ocurre cuando se es pequeño, si se pierde se muere, pero el superviviente, si es que hay alguien que lo haga, obtiene cuarenta millones de dólares.
Análisis
Aunque el ritmo de la trama peca en ocasiones de lentitud, su narración está bien hilada, así como también es dinámica, entretiene y nos refleja una parte muy individualizada de la sociedad. Es cierto que en los episodios no hay tabúes a la hora de mostrar la violencia, pero no es algo que predomine dado que se da primacía a otros rasgos como la estrategia, el análisis de la situación, la forma en la que las historias interpersonales se mimetizan con los juegos y lo bien constituida que está la psicología de los personajes principales, es decir, desde el primer momento se sabe perfectamente quién es el protagonista y quienes morirán. Este aspecto, que roza lo predecible, no impide que nos llevemos sorpresas a medida que avanza la temporada.
Una de las particularidades de la historia es el corporativismo de la organización que ha creado el juego y la estratificación de sus subalternos. Así, los que eliminan a los jugadores visten diversos trajes que representan el rango. Los trajes rojos estarían en la base de la pirámide y se escinden en tres grupos. Los que portan un círculo que son los que presentan un estatus bajo. Los que llevan un triángulo son los que están en un estadio intermedio. Finalmente, los que exhiben un cuadrado están en la cúspide. Según se desarrollan los acontecimientos, aparecen rangos superiores que se representan con el color gris y con el dorado respectivamente.
Siguiendo con la estética, no se puede pasar por alto que los efectos son sencillos y no destacan porque el director capta la atención del espectador con contrastes cromáticos, es decir, las escenas son coloridas cuando tienen lugar los juegos, pero se tornan sombrías cuando se acaban. Teniendo en cuenta esto, los efectos tampoco son importantes porque la trama, que versa sobre supervivencia, pone énfasis en la racionalización del ser humano y en la igualdad de condiciones. Todos los personajes reciben el mismo trato independientemente de su sexo o de su edad y, por consiguiente, todas las muertes son duras. En esas escenas, la música desempeña un papel fundamental porque se mezcla a la perfección con la tensión que nos suscita el argumento.
La finalidad de Hwang Dong-Hyuk fue hacer una crítica social que se vertebrase en torno a la desigualdad socio-económica de la ciudadanía donde la clase media cada vez está más diluida y donde la élite, de forma sádica, puede permitirse el lujo de vejar a los estratos sociales más desfavorecidos. Del mismo modo, esencialmente en el episodio segundo, se muestra un ejemplo claro de demagogia política por parte de la élite del poder cuando se hace creer a los jugadores que las reglas de ese juego son democráticas.
Como puntos negativos, destacar que el ritmo en varias ocasiones es excesivamente monótono y la duración de los episodios es demasiado larga, pero aún con todo es una serie que merece la pena porque no dejará a nadie indiferente.
Cuando vivimos en una actualidad en la que todas las películas y series son muy similares en cuanto al argumento y sale algo realmente nuevo y que además impacta (para bien o para mal) como el Juego del Calamar, es normal que triunfe.
Además engancha porque igual no te gustan algunas cosas, no estas de acuerdo, no tal, pero no puedes dejar de verlo para ver que pasa al final o como van aconteciendo las cosas. Recomendable, eso si, para adultos, como en muchas otras series y películas.
Hola Julián,
Sí, estoy completamente de acuerdo. Al fin y al cabo ha tenido un impacto social bastante brutal, ya sea para bien o para mal.
a veces somos un poco irreflexivos, humanos démonos cuenta que nos esta programando, nos están desensibilizando por medio de peliculas, todo este contenido de la película esta pasando y vendrá con mayor fuerza. ANALISEN