Crítica: «Chivalry 2». Sangre, acero… y diversión.
Historia
Jugabilidad
Gráficos
Muy Recomendable
Brutal, salvaje, divertido y peligrosamente adictivo. Batallas medievales multitudinarias para descargar adrenalina.
Torn Banner Studios se ha lucido con el lanzamiento de este juego. Sin más pretensiones que la diversión y la liberación de adrenalina, han dado en el clavo creando un campo de batalla virtual donde vamos a pasar incontables horas. Chivalry II es una apuesta segura para aquellos que quieran recrear lo que es una batalla campal medieval… sin derramar una gota de sangre real ni sufrir un solo rasguño (excepto las luxaciones y molestias en los pulgares o las manos tras tantas horas jugando). A lo largo de las próximas líneas os vamos a contar en detalle todo lo que encierra este título que, en el plano argumental, es prácticamente nada… pero en el plano lúdico, es una fiesta.
Para no ir con rodeos, empezamos diciendo que es un shooter en primera o tercera persona (puedes elegir la vista/cámara de tu personaje según tus gustos) ambientado en la Edad Media y separado en capítulos o misiones independientes, sin nexo o historia común más allá de los objetivos de cada uno. Chilvary II lo deja bien claro desde el primer momento, pues nos permite al inicio jugar a cualquiera de sus modos… aunque aconseja empezar por el tutorial. Y creednos, hace falta jugarlo y aprenderse los controles.
Una vez superado dicho tutorial nos podemos entrenar en batallas off-line, donde los bots no son tan agresivos como los jugadores humanos pero nos sirve para familiarizarnos con todos los movimientos, golpes, estrategias y escenarios. Cuando tengamos esto claro podemos pasar a la verdadera chicha del juego, a lo sabroso… al juego online. Chilvary II nos permite enzarzarnos con hasta 64 jugadores simultáneos y vivir así verdaderas batallas multitudinarias. Al entrar en el terreno de combate tenemos que seleccionar, eso si, una de las cuatro clases de personaje con la que cuenta el juego: Arquero, vanguardia, lacayo o caballero. Cada uno con sus armas y armaduras, con su aspecto y sus blasones altamente personalizables. Conforme vayamos avanzando en el juego y obteniendo puntos, prestigio y oro, podemos acceder a más objetos, nuevas armas, distintos aspectos y mil añadidos más para customizar cada personaje a nuestro gusto. Además, cada una de las clases de personaje cuenta con tres tipos distintos. Es decir, contamos con doce variantes distintas de personaje para encontrar aquel que más y mejor se acople a nuestro tipo de juego.
Se trata de un tema capital. Nuestra manera de jugar determina la estrategia a seguir y el personaje a elegir. Es decir, que si nos gusta practicar el tiro y no nos va eso del cuerpo a cuerpo… un arquero será lo ideal. Si nos va más el contacto directo y lo contundente, un soldado de vanguardia con una espada bastarda puede ser letal. Y así, podemos combinar clases de guerreros y estrategias para no aburrirnos nunca. Por ejemplo, yo mismo prefiero un caballero: equilibrado entre el combate y la defensa, armado con un martillo o una espada mediana y un escudo que nos salva de las letales flechas. La versatilidad del juego es realmente alta.
Lo mismo pasa con los escenarios. Encontramos desde terrenos llanos donde chocan dos ejércitos sin más finalidad que matar, matar, matar… a otros más elaborados, divididos por objetivos que tendremos que cumplir. Por ejemplo, podemos asistir al asedio de un castillo desde su inicio hasta su final. Un ejército defiende y otro ataca y, mientras el ejército atacante vaya cumpliendo sus objetivos, la misión continúa. Primero, tenemos que empujar y proteger las torres de asalto hasta que alcancen las murallas. Segundo, debemos abrir las puertas de la fortaleza dominando dichas murallas. Tercero, tendremos que quemar las tiendas cercanas para despejar el camino. Cuarto, proteger las rampas de asalto hasta llegar al patio del palacio. Quinto, debemos controlar el patio. Sexto y final, asesinar al heredero. Estos son los objetivos a cumplir del ejército atacante, mientras que al ejército defensor le basta con desbaratar uno de los puntos anteriores para conseguir la victoria. Para todos y cada uno de ellos hay un tiempo límite.
Como el ejemplo anterior hay muchos escenarios: arrasar una aldea, rescatar unos prisioneros y huir, defender una fortaleza… En el último E3 la desarrolladora ha prometido que el contenido descargable de Chilvary II va a duplicar el contenido original del juego. Es decir, que van a llegar nuevos escenarios de manera continua y, lo que es mejor, gratuita.
Pero igual os preguntáis si es fácil de jugar o controlar. La verdad es que es sencillo de manejar pero requiere práctica para poder dominarlo. No solo debemos aprender varios tipos de golpes, defensas, ataques especiales, etc. sino que el frenesí del combate y lo rápido de la acción no nos dejan tiempo para pensar ni titubear. Los contrincantes son humanos y no dudan ni un segundo. Pero esa es la sal del juego, el saberse en peligro constante y poder ser víctima de una flecha, de un grupo de enemigos o de un fuego provocado. Tomar decisiones rápidas, improvisar.
Un juego no apto para aquellos que busquen relajarse, porque aquí hemos venido a matar y, sobre todo, a morir. Cuidar la estrategia es fundamental y pararse a pensar cada objetivo, también. Apoyar a los compañeros más apurados o recular para ponerse a los mandos de una catapulta… el componente cooperativo es tan intenso e inmersivo como el competitivo.
Sin duda los modos de juego multitudinarios son los más divertidos, aquellos en los que 64 guerreros cruzan sus aceros y manchan con su sangre las calles y palacios. El respawn de nuestro personaje es inmediato y en cualquier momento podemos cambiar de clase de guerrero, según nuestras necesidades. Los otros modos de juego son un todos contra todos en los escenarios ideados para ese fin o una versión menos poblada del deathmach de 64 jugadores, quedándose en «solamente» 40.
Como veis en la imagen de arriba a la derecha el juego no escatima en sangre y desmembramientos. Se nos permite ejecutar a los enemigos y ver los resultados al instante: si manejamos una espada o hacha y asestamos un golpe certero… adiós cabeza (o brazo). Y si tenemos, por ejemplo, una maza… pues ya os imagináis. El festival de casquería es importante y gratificante, la adrenalina corre desbocada y vamos a disfrutar mucho con estos crueles combates, pero cuidado que también podemos ser víctimas de la carnicería. Sea como sea, la diversión que provoca la locura de estos zafarranchos es altamente adictiva. Avisados quedáis.
Los gráficos cumplen de sobra y se muestran espectaculares, con una fluidez pocas veces interrumpida por los problemas de conexión. Tarda apenas segundos en encontrar partida y una vez que enganchamos con una es raro que se interrumpa. Es verdad que durante los primeros días de vida del juego los servidores se vieron sobrepasados, pero pronto se solucionó y desde el tercer o cuarto día de su lanzamiento prácticamente no ha habido ningún problema… independientemente desde donde juegues. Porque este Chivalry II permite el juego online cruzado entre consolas y PC sin que por ello se resienta ninguno de sus parámetros. Volviendo al tema gráfico, los escenarios se sienten sólidos y naturales, siendo destruibles en su práctica totalidad y repletos de elementos con los que interactuar… desde quemar unas casas, destruir un muro o recoger elementos del entorno para usarlos en el combate: una barra de pan o una escoba con la que golpear, un pez que cogemos de un pozo para recuperar energía o una boñiga del suelo que se la podemos lanzar al enemigo. Literal.
Si bien cada escenario está limitado y se corta de forma abrupta si merodeamos por sus límites, casi no nos va a dar tiempo de explorarlos. En Chivalry II vamos a lo que vamos y el frenesí del combate nos acota a cada lugar concreto, por lo que disfrutamos de sus gráficos de forma limitada pero suficiente. El mapa que se inicia en la playa, por poner un ejemplo, nos deja ver los navíos de los que han desembarcado los soldados en un extremo del escenario y, en el otro, un gran castillo que domina la colina y que debemos defender (o conquistar). Al realizar la carga completa del escenario al inicio de la partida, ni sufrimos tiempos de carga ni variaciones gráficas ni cargas de texturas. Solo debemos esperar unos segundos para «resucitar» cuando nos maten, generalmente muy poco tiempo si no cambiamos de clase, de soldado o de ejército.
Evidentemente, si jugamos en un PC adecuado o una consola de nueva generación, los gráficos son más nítidos y pulidos… pero nosotros hemos probado la versión de PS4 (a la que pertenecen las capturas compartidas) y se muestra sólido y espectacular. De todas formas, las versiones de las consolas anteriores (PS4 y Xbox One) pueden actualizarse a sus respectivas nuevas generaciones de manera gratuita.
Recopilando…
Chivalry II es adictivo hasta decir basta. Sus caóticas batallas y su frenesí de diversión nos mantienen pegados al juego de manera muy intensa. Tiene unos controles exigentes que nos permiten disfrutar desde un primer momento aunque no los dominemos del todo, porque cuando lo hagamos el juego sube muchos enteros. La sensación de estar dentro de una batalla campal se magnifica al tener a docenas de guerreros gritando al lado y otras docenas corriendo, arma en mano, hacia nosotros. Eso es algo que pocos juegos ofrecen, porque aquí no se premia la puntería con el fusil o la habilidad con los explosivos… sino el cuerpo a cuerpo, la cooperación y la habilidad en las distancias cortas.
Todo un descubrimiento este juego. Eso sí, exclusivamente para jugar online. El saqueo, el combate y la guerra no son elementos a glorificar, pero cuando se ejercen de manera tan divertida e inofensiva llegan a ser altamente entretenidas e, incluso, terapéuticas.
Solo os podemos recomendar que os vengáis a esta guerra virtual entre masones y ágatas, dos ejércitos de guerreros medievales virtuales que se enfundan sus armaduras y empuñan sus aceros con un único propósito: la diversión.