Resumen de la Crítica
Valoración
Siempre es un gusto enfrentarse a la primera obra de un autor joven y más si la ambientación se desarrolla en la República Democrática del Congo, casi tan desconocida como la prosa del escritor Mateu Carrió para el gran público.
Con ‘Aprendí a sufrir’, el joven escritor nos cuenta la historia de Wamba, un chico de 11 años, preso con toda su familia en un campamento sito en la República Democrática del Congo, y obligado a realizar tareas de excavación en las minas de coltán. Desafortunadamente, esa situación se agravará al ser reclutado por una guerrilla y reconvertirlo en un niño soldado.
En general, la obra cumple con todos los cánones exigidos, está correctamente escrita y bien estructurada, cosa que no siempre ocurre a la hora de adentrarnos en la ópera prima de un autor novel. La historia está contada desde el punto de vista de Wamba, el verdadero protagonista, pero desde el principio se añade la figura de su padre, Agbatan, que se aprovecha adecuadamente para contarnos la historia desde otro punto de vista, añadiendo algunos momentos dramáticos al recordar su pasado y las etapas de su vida. Un punto muy destacable, ya que además de poder conocer la situación actual, podemos adentrarnos en el pasado de uno de los países africanos con mayor número de conflictos armados de finales del siglo XX.
Desafortunadamente, la narración del padre queda en un segundo plano en una historia que podría haber sido mucho más explotada, sobretodo si hubiera sido unida a eventos históricos y conocer su repercusión en su vida diaria. El libro se centra casi exclusivamente en Wamba y su captura, favoreciendo nuestro conocimiento de la realidad de los niños soldado, aunque el autoanálisis que realiza el protagonista peca de ser muy poco realista. Aunque las circunstancias le hayan obligado a madurar, desde el principio de la obra Wamba es demasiado consciente del poder de la sugestión y la manipulación, y lo expresa claramente en bastantes ocasiones, hecho que no deja de parecer un poco anormal es un niño tan joven.
La segunda parte del libro, enfocada en la captura de Wamba por la guerrilla, despierta mucho más el interés del lector, sobretodo al conocer algunas de las técnicas empleadas para alinear a las inocentes mentes infantiles en poderosas y amorales armas de matar. Pero en esta ocasión se repite la misma pauta que se observa a lo largo de la obra, el autor trata simplemente de rascar en la superficie del problema sin profundizar en la gravedad de los mismos. Parece como si la obra quisiera contar una realidad durísima pero se viera limitada en cada momento por la censura del mismo autor y eso dejara al lector una sensación de desazón global, como si sintiéramos que detrás de las palabras hay algo mucho más poderoso que quizás nos hubiera interesado un poco más, teniendo en cuenta que permitiría analizar las consecuencias de los mismos con mayor profundidad.
Seguramente la obra fue planteada de esta manera. Mateu Carrió se encarga de hacérnoslo saber en las primeras hojas, pero no es óbice de sentir que, si sabemos que ha realizado una gran labor de investigación, no acabe de trasladarlo al libro con la intención de realizar una novela más blanca, puesto que la impresión final al acabar el libro es el conocimiento que el recuerdo del mismo se irá evaporando rápidamente en el mar de nuestros recuerdos, incapaces de anclarlo a ningún elemento realmente destacable y memorable.
En resumen, ‘Aprendí a sufrir’ es una ópera prima de un autor joven que se puede leer con mucha comodidad y agrado. Quizás son un poco discutibles las decisiones del autor a la hora de suavizar el título o de precipitar el final, pero ciertamente nos traslada exitosamente una realidad muy incómoda para los habitantes del mal llamado primer mundo, intención final del autor. Estaremos atentos a sus próximas obras y publicaciones.
Para los que deseen conocer un poco más al autor y su obra, recomendamos la web del libro www.aprendiasufrir.com, dónde se puede leer el primer capítulo y la entrevista que pudimos hacerle en el reciente podcast 2×22 de Hellofriki, por la que le estamos muy agradecidos.
Con ‘Aprendí a sufrir’, el joven escritor nos cuenta la historia de Wamba, un chico de 11 años, preso con toda su familia en un campamento sito en la República Democrática del Congo, y obligado a realizar tareas de excavación en las minas de coltán. Desafortunadamente, esa situación se agravará al ser reclutado por una guerrilla y reconvertirlo en un niño soldado.
En general, la obra cumple con todos los cánones exigidos, está correctamente escrita y bien estructurada, cosa que no siempre ocurre a la hora de adentrarnos en la ópera prima de un autor novel. La historia está contada desde el punto de vista de Wamba, el verdadero protagonista, pero desde el principio se añade la figura de su padre, Agbatan, que se aprovecha adecuadamente para contarnos la historia desde otro punto de vista, añadiendo algunos momentos dramáticos al recordar su pasado y las etapas de su vida. Un punto muy destacable, ya que además de poder conocer la situación actual, podemos adentrarnos en el pasado de uno de los países africanos con mayor número de conflictos armados de finales del siglo XX.
Desafortunadamente, la narración del padre queda en un segundo plano en una historia que podría haber sido mucho más explotada, sobretodo si hubiera sido unida a eventos históricos y conocer su repercusión en su vida diaria. El libro se centra casi exclusivamente en Wamba y su captura, favoreciendo nuestro conocimiento de la realidad de los niños soldado, aunque el autoanálisis que realiza el protagonista peca de ser muy poco realista. Aunque las circunstancias le hayan obligado a madurar, desde el principio de la obra Wamba es demasiado consciente del poder de la sugestión y la manipulación, y lo expresa claramente en bastantes ocasiones, hecho que no deja de parecer un poco anormal es un niño tan joven.
La segunda parte del libro, enfocada en la captura de Wamba por la guerrilla, despierta mucho más el interés del lector, sobretodo al conocer algunas de las técnicas empleadas para alinear a las inocentes mentes infantiles en poderosas y amorales armas de matar. Pero en esta ocasión se repite la misma pauta que se observa a lo largo de la obra, el autor trata simplemente de rascar en la superficie del problema sin profundizar en la gravedad de los mismos. Parece como si la obra quisiera contar una realidad durísima pero se viera limitada en cada momento por la censura del mismo autor y eso dejara al lector una sensación de desazón global, como si sintiéramos que detrás de las palabras hay algo mucho más poderoso que quizás nos hubiera interesado un poco más, teniendo en cuenta que permitiría analizar las consecuencias de los mismos con mayor profundidad.
Seguramente la obra fue planteada de esta manera. Mateu Carrió se encarga de hacérnoslo saber en las primeras hojas, pero no es óbice de sentir que, si sabemos que ha realizado una gran labor de investigación, no acabe de trasladarlo al libro con la intención de realizar una novela más blanca, puesto que la impresión final al acabar el libro es el conocimiento que el recuerdo del mismo se irá evaporando rápidamente en el mar de nuestros recuerdos, incapaces de anclarlo a ningún elemento realmente destacable y memorable.
En resumen, ‘Aprendí a sufrir’ es una ópera prima de un autor joven que se puede leer con mucha comodidad y agrado. Quizás son un poco discutibles las decisiones del autor a la hora de suavizar el título o de precipitar el final, pero ciertamente nos traslada exitosamente una realidad muy incómoda para los habitantes del mal llamado primer mundo, intención final del autor. Estaremos atentos a sus próximas obras y publicaciones.
Para los que deseen conocer un poco más al autor y su obra, recomendamos la web del libro www.aprendiasufrir.com, dónde se puede leer el primer capítulo y la entrevista que pudimos hacerle en el reciente podcast 2×22 de Hellofriki, por la que le estamos muy agradecidos.
