Crítica: «Rex, un dinosaurio en Nueva York». ¿Qué veíamos en los 90?
Resumen de la Crítica
Valoración
Valoración
Una historia que deja mucho que desear, pero con una calidad visual espectacular. Fue un fracaso en taquilla que prácticamente ha caído en el olvido.
Rex, un dinosaurio en Nueva York (We’re Back! A Dinosaur’s Story) era, y sigue siendo, esa clase de película que terminas de ver y no sabes bien qué te han contado, pero… de alguna manera, la has disfrutado. Y lo que no termina uno de entender vuela pronto de la memoria para volver a la edad y momento más insospechados.
Después del éxito de Fievel y el nuevo mundo, Steven Spielberg se distancia del animador Don Bluth (NIMH, el mundo secreto de la señora Brisby) y crea la productora Amblimation con el personal de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? La joven empresa nace en 1991 para morir en 1997 con solo tres películas: Balto, Fievel va al Oeste y Rex, un dinosaurio en Nueva York.
Rex es un largometraje de animación tradicional, con algún toque de ordenador muy bien integrado, además de diseños y escenarios espectaculares. La otra película de dinosaurios de Steven Spielberg de 1993 fue, a pesar de su calidad visual, todo un fracaso en taquilla: no llegó a los diez millones de dólares en todo el mundo.
Pero… ¿qué tienen que ver Rex, un dinosaurio en Nueva York, Odín y la medicación para el TDAH?
Bien… comenzaré haciendo un resumen descriptivo del argumento de la película.
¡Alerta spoilers!
Sinopsis:
El Dr. Neweyes ha ido a la era mesozoica para secuestrar cuatro dinosaurios, entre ellos un Tyrannosaurus rex, y mostrarlos a los niños del Futuro Medio (años 90). Neweyes es un inventor y magnate que se ha hecho millonario gracias a su invento, el Grano Cerebral, una droga que comercializa en formato de paquete de cereales para el desayuno y que, en teoría, vuelve más inteligente a quien la consume. Un esbirro extraterrestre de Neweyes secuestra y droga a los dinosaurios, que responden al Grano Cerebral humanizándose.
Neweyes muestra a los dinosaurios la Radio de los Deseos, un invento que sintoniza los deseos de la humanidad; especialmente, los deseos de los niños. Como todo el mundo recordará, la infancia de los 90 vivió obsesionada con los dinosaurios gracias al bombo de Parque Jurásico. Expuestos a este chantaje emocional, los cuatro dinosaurios no se lo piensan y deciden dejar su época para visitar a los niños de Nueva York y ser expuestos en el Museo de Historia Natural.
Neweyes sobrevuela Nueva York y deja tirados a los dinosaurios sobre el East River. Estos caen sobre la balsa de Loui, un niño que acaba de fugarse del hogar familiar para enrolarse en el circo que se encuentra en Central Park. Loui convence a los dinosaurios para que le acompañen al circo. Por el camino se encontrarán a Cecilia, una pobre niña de clase alta y padres ausentes.
La pandilla llegará al circo situado en Central Park, el cual está dirigido por el hermano malvado del Dr. Neweyes, el Dr. Screweyes. Según Neweyes, su hermano enloqueció al perder su ojo izquierdo. Screweyes engaña a Loui y Cecilia haciéndoles firmar un contrato para chantajear a los dinosaurios. De la misma manera que su hermano tiene una Radio de los Deseos, Screweyes tiene una Radio de los Miedos que muestra a los dinosaurios: la infancia teme a los monstruos y él quiere mostrar sus miedos a la humanidad.
Screweyes se hace con los dinosaurios, los obliga a tomar una sustancia que los devuelve a su estado original y los expone en su circo, a cambio de la libertad de Loui y Cecilia. Pero durante una función, un foco deslumbra a Rex y le hace salir del estado de hipnotismo al que le había sumido Screweyes para manipularlo. El tiranosaurio amenaza con destruirlo todo y el público huye despavorido, pero Loiu y Cecilia, que estaban viendo el espectáculo, salvan la situación con abrazos y besitos. Finalmente, cuatro dinosaurios humanizados son expuestos en el Museo de Historia Natural, solo al público infantil.
El final del Dr. Screweyes fue censurado en EE. UU. En España pudimos disfrutar sobrecogiéndonos con el desenlace íntegro:
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Análisis:
Tanto en el aspecto físico como en la faceta de inventor, el Dr. Neweyes tiene un parecido extraordinario con Mark Twain (Las aventuras de Huckleberry Finn), el cual también escribió sobre viajes en el tiempo y tecnología en Un yanqui en la corte del Rey Arturo. En cambio, su hermano gemelo, el Dr. Screweyes, hace pensar en una versión maléfica de Odín como arquetipo.
Odín no es solo un dios guerrero, es también el dios del conocimiento, la magia y la poesía. Suele ir acompañado; además de por sus lobos, Geri y Freki; por dos cuervos, Hugin y Munin, pensamiento y memoria. Hugin y Munin vuelan alrededor del mundo y traen noticias al dios.
Para obtener el conocimiento absoluto, Odín viajó hasta el pozo del gigante Mimir, bajo el fresno Yggdrasil. A cambio de obtener la sabiduría, sacrifica su ojo izquierdo que queda en el pozo del cual Mimir bebe cada día. Mientras Odín calmaba su sed, pudo ver todos los problemas y sufrimientos de los dioses y de la humanidad, y también entendió que así debía ser.
Así pues, y volviendo a la película, tenemos a un señor que idealiza la inocencia de la infancia; y que, a diferencia de su doble en la vida real, sí ha tenido mucho éxito empresarial; frente un mago/inventor acompañado de cuervos, que conoce los miedos de la humanidad y pretende manipularlos para mostrárnoslos y aterrorizarnos con ellos.
Desconozco la fecha exacta en la que, lo que yo llamo, la estética de la pastilla, sobrepasó una medicina que pretendía curar o calmar la enfermedad, para usarse como una tecnología de mejora de los individuos y salvar así a la especie humana de todos sus males; pero calculo que debe de encontrarse en algún punto del éxito comercial del metilfenidato. Lo que el pediatra británico George Still llamó a principios del siglo xx defectos del control moral, evolucionó al actual diagnóstico de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), y los estimulantes, como el metilfenidato, encontraron su aplicación para mejorar la eficiencia de soldados, amas de casa, estudiantes y niños.
Hay que esforzarse para no asociar el metilfenidato con el Grano Cerebral y el efecto que produce este en los dinosaurios. Desde Still hasta la hipótesis del granjero y el cazador propuesta por Hartmann; en la que las personas diagnosticadas de TDAH tendrían una ventaja adaptativa en un pasado de cazadores y recolectores, subvirtiéndose esta condición en las sociedades agricultoras y ganaderas; hay no pocas connotaciones de rasgos atávicos. Tomando Grano Cerebral, los monstruos se convierten en mansas y adorables criaturas. Civilizadas. Humanas.
Y es que si Rex no te resulta encantador, o no tienes corazón o este ha sido endurecido por la justa y necesaria suspicacia. Que un depredador se vea a solas con niños bajo un pretexto educativo y que la existencia de este, además de su personalidad cautivadora, sea un secreto que los niños no deben contar a los adultos… es de todo, menos un mensaje tranquilizador.
¿Qué prefieren?: ¿la versión edulcorada y pueril de la realidad?, ¿o el espectáculo morboso que solo pretende infundir pánico? Mejor no encender la tele.
Para terminar, os dejo con la marcha de Roll back the rock.
P. D.: Si miráis bien, encontraréis referencias a Parque Jurásico.