“Crítica: Deepwater Prison”. Mar adentro
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“El pudor desaparece entre jirones de carne”
El valor de la obra radica en la extraordinaria ambientación y en las mitologías creadas.
Cruce de caminos entre subgéneros con mucho empaque, sobre todo a nivel cinematográfico. Si uno mira el cine carcelario, pocas películas pasan desapercibidas. Incluso cuando se mezclan con otras disciplinas y en lugar de dramas en sentido estricto se introducen en campos de acción, thrillers psicológicos o artes marciales. Estas se convierten en pesos pesados en sus categorías al contarse en escenarios privativos de libertad. Es decir, se cuente como se cuente, la prisión es un entorno-filón. Es curioso también, que cuando varias ficciones colocan a una serie de enemigos íntimos con una meta común en parcelas fantásticas o de ciencia ficción para detener una amenaza alienígena o natural, no dejan de estar en espacios físicos reducidos y sin posibilidad de escape. Esto es, una prisión voluntaria. Pues aquí, todo bien mezclado. La obra de Bec y Raffaele es un compendio de varios subgéneros colocando el elemento fantástico más lateral que capital, sirviéndose de él para contar una historia de fuga carcelaria pura. Ligeramente nos moveríamos también en ámbitos distópicos al presentar una prisión en el fondo del mar y dando a entender que los problemas empresariales a gran escala, los atentados mercantiles al medio ambiente y las intervenciones militares extranjeras siguen copando los titulares. En este caso la habilidad de la propuesta parte por tanto de una historia contada a años vista en un zona penitenciaria que vulneraría cualquier marco legal en defensa de los derechos humanos. Cuando comento que el elemento fantástico figura de forma tangencial no es baladí, en este caso a través de las gigantescas anguilas que se posicionan como guardianes involuntarias de la prisión. Pero cuando la premisa está puesta para imaginar una historia de supervivencia de la humanidad contra estas monstruosas criaturas, la obra gira a una crítica total hacia el capitalismo más endogámico y los desproporcionados castigos militares contra los agentes que defienden víctimas colaterales.
El drama en este contexto está asegurado por las desoladoras condiciones de los presos, la dureza de los funcionarios de la instalación, en la bomba de relojería que supone introducir a peligrosos criminales a mil metros de profundidad sin posibilidad de ver la luz del día y las condiciones personales de todas las partes al permanecer de forma indefinida en un espacio cerrado de este calibre. Pero como eso no es todo, habida cuenta los peligrosos depredadores que bucean por las costuras de este descarnado microcosmos, los autores juegan al thriller político-empresarial a través de una mujer en busca de una incómoda verdad en un lugar donde la población masculina es dominadora en un cien por cien.
A estos elementos de drama y thriller hay que sumar los de terror, gracias a las breves intervenciones de los animales prehistóricos que juegan al engaño. Cuando el lector cree que estas se colarán en el centro, en la típica historia de sólo puede quedar uno, nos encontramos con una clásica narración de fuga carcelaria. Eso sí, visto que estamos hablando de un centro construido en las profundidades del mar, el órdago en esta materia es total. Ya hemos tenido varios ejemplos de islas prisión con el mar como único horizonte, aquí la apuesta se sube desde tres ángulos más difíciles todavía: como salir de allí, cómo ascender a la superficie y como escapar de la misma. Si a la partida le añadimos el comodín de los monstruos, la curiosidad en conocer el triunfo final es la jugada que impide desprenderse de la obra.
Desde luego la virtud de estos contextos se encuentran en las personalidades de los protagonistas. Un plan gestado por sujetos antagonistas, un adversario en forma de cuerpo legal fuerte y brutal y una variable femenina (por supuesto, de gran belleza) que pone todo patas arriba, forman el drama personae arquetípico de estos ambientes. En eso no hay originalidad, pero es que en una historia de este palo creo que es imposible encontrarla. Llámese “La fuga de Alcatraz”, “Cadena Perpetua” o “Prison Break”. El funcionario duro y leal, el otro sádico y corrupto, el director intransigente, el factor externo económico que altera el lado legal, el cerebro inteligente con carisma y buen fondo, el criminal total con arrestos y siempre amenazante, el amigo desestabilizador y otros tantos. Las interacciones funcionan y los encuentros y desencuentros casan perfectamente a lo largo de la obra. En este aspecto no defraudan pero tampoco sorprenden. Porque más allá de que los momentos costumbristas de la vida carcelaria tengan sus momentos, al fin y al cabo los recorridos personales son puramente funcionales. Su principal objetivo radica en enseñar como funciona la prisión y la estación petrolífera que ha dado pie a los movimientos delictivos de los responsables de la prisión.
Hay que destacar el formato. Físicamente el álbum es el marco perfecto para una historia de estas dimensiones si se quiere disfrutar como es debido. Este es otro dato a tener en cuenta. La historia gana en calidad con las espectaculares viñetas horizontales que en páginas tan grandes gana en potencia visual, como una película de gran presupuesto con efectos especiales materiales que no digitales (salvo las criaturas, claro). En efecto, las imágenes panorámicas dan los mejores momentos de la obra. Sobre todo en los fondos marinos, cuando entran en juego los extraños visitantes. Y por supuesto, porque al ganar en profundidad de campo caben más matices en la colocación de los personajes e interiores en los lugares que ocupan. No es lo mismo repartir la acción en una celda a lo largo de varias viñetas para ver la reacción de los que allí se encuentran que aprovecharlos en una sola. El arte de Raffaele gana en protagonismo a Bec al ser una historia que se sirve del segundo para dotar de espectacularidad el talento del primero que es donde gana la obra en su conjunto. Y a mi me parece bien, que venza la escenografía y los diseños a la escritura cuando la misma lo pide a gritos es otra forma de disfrutar del medio. Creo que la ambientación de las profundidades y la apariencia del centro penitenciario es desasosegante y atmosférica, acreditando grado sumo la peligrosidad del entorno. El mar como lugar hostil para la humanidad como si del espacio se tratara. Por cierto, me parece más inspirado en elementos naturales y materiales que en anatomías. No obstante, las apariencias físicas tienen su punto al usar como modelos reconocibles a Nicholas Cage, Kevin Bacon, Brad Pitt y Steve Buscemi.
Deepwater Prison se mueve en entornos muy apetitosos para el aficionado de género puro y es atrevida en dar nuevos enfoques a las añejas historias de maestros planes de fuga. No sorprende en su estructura narrativa como historia global pero sí gana en otros aspectos artísticos por su extraordinaria ambientación y por las mitologías creadas.
Deepwater Prison 1-3, Éditions Soleil. Deepwater Prison, Yermo Ediciones. Color. Cartoné. 160 pags. Pvp: 35 €. Fecha de edición: Julio de 2017.