Crítica: «Aspic. Detectives de lo desconocido», la enana de los ectoplasmas

Bajo el curioso título de La Enana de los ectoplasmas, Yermo Ediciones comienza la publicación de Aspic, Detectives de lo Desconocido, nueva serie creada por Thierry Gloris y Jaques Lamontagne para el mercado francés. En este primer tomo, que recoge los dos primeros editados en su país de origen, se nos muestra el nacimiento de Aspic, como nueva agencia de detectives compuesta por los intrépidos y singulares protagonistas.

Nos encontramos en el París del Siglo XIX, cuando los gatos negros y los barriles de amontillado maldecían a sus perversos dueños, cuando Arthur Gordon Pym inicia su trágico viaje, cuando unos misteriosos crímenes asolan la calle Morgue… Monsieur Dupin regenta una prestigiosa agencia de detectives, colaborando con la policía que requiere sus sagaces resoluciones. Flora Vernet es una joven intrépida, decidida a convertirse en detective aprendiendo bajo el ala de Auguste Dupin… aunque este no lo vea claro, pues una mujer no puede tener la sagacidad ni capacidad necesaria para desempeñar este trabajo.

Una medium desaparece de su consultorio, supuestamente asesinada… o eso quieren hacer creer a la policía. Este misterio requerirá de la astucia de Dupin para ser investigado y, mientras tanto, a casa de Dupin llega Hugo Beyle. El señor Beyle quiere contratar a Dupin para que le ayude a recuperar su reloj de bolsillo, que tiene un valor especial… pero ante la ausencia del famoso detective, será Flora quien se encargue de este caso en apariencia menor. Pero ambos casos están en realidad conectados y solo las habilidades de Dupin y Flora, combinados, serán capaces de revelar el misterio que se esconde tras estos sucesos en apariencia tan distintos.

Aspic combina el cómic de época, histórico, con una relato de detectives que pone énfasis en lo sobrenatural. Apariciones y seres del más allá se dejan caer por el cómic con excesiva asiduidad, quizá esto haga perder cierta intensidad a la historia, pues recurre al tema paranormal con relativa frecuencia. La investigación del misterio pronto pierde interés ya que se desvelan algunas sorpresas demasiado pronto, menos mal que la fuerza del cómic recae entonces en otros factores. Para empezar, tenemos unos personajes originales y divertidos, que combinados forman un grupo interesante y singular. El escenario donde se desarrolla el cómic es cautivador, el París de época queda reflejado de manera pormenorizada  y con elegancia, las calles repletas y vivas, los interiores con detalles definidos y cuidados. Especial atención se ha puesto en los colores, donde Jacques Lamontagne hace un trabajo inmejorable. La luz de gas da unos colores tostados y peculiares a los entornos cerrados, cambiando a lo luminoso y colorido en exteriores a cielo abierto. El dibujo de personajes tiene un alto nivel, pero se vuelve magnífico cuando se trata de retratar París… sus calles, comercios, sus puentes, sus edificios más representativos, sin olvidar esos interiores a los que antes aludía, llenos de detalles en mobiliario y decoración, tanto en las casas lujosas como en los antros de los bajos fondos.

Las referencias constantes a la literatura detectivesca y de misterio de esa época hacen de Aspic un cómic cercano para los conocedores de dichas obras. Ver el gato negro que tienen como mascota o la referencia a la carta escondida, entre otros muchos ejemplos, hará esbozar una sonrisa al lector y ayuda a situar el cómic y los personajes, que no nos parecerán nuevos y desconocidos.

El énfasis que se pone en Flora es tanto que llega a eclipsar al resto, incluso no me ha quedado claro que Beyle sea ese otro gran protagonista que requiere la serie y, el recurso que se ha buscado para dotarle de mayor interés (no lo diré para no revelar demasiado) no termina de convencerme, aunque reconozco que le puede dar mucho juego a futuro. Mención aparte la intención de los autores por retratar una época no solo a través de lo visual, sino a través de lo social y del pensamiento de esa época. El machismo al que se enfrenta Flora es constante y un elemento más, que bien utilizado contrasta con el arrojo y pasión que ella pone en su oficio.

Pero La Enana de los Ectoplasmas es solo el comienzo. Una aventura divertida que sirve como punto de contacto, donde conocer el tono de la serie, su flirteo con lo sobrenatural (a medias excesivo y a medias atrevido) y sobre todo sirve para presentar a Flora y Hugo, una pareja singular e inaudita que, animados a crear su propia agencia de detectives, Aspic, nos van a traer muchas más aventuras de este tipo.

• Aspic. Detectives de lo Desconocido vol.1. La enana de los ectoplasmas. Yermo Ediciones
• edición original. Aspic 1: La naine aux ectoplasmes y Aspic 2: L’or du vice. Editions Soleil
• cartoné. 96 pp. color. 24 €