Crítica: “INJUSTICE Año Dos”, Superman Corps War
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
“Kal-El del planeta Krypton. Eres capaz de infundir grandes miedos”
Año Dos planifica mejor las cosas y desarrolla las tramas y subtramas de forma más orgánica sin renunciar a los momentos impactantes de Año Uno.
Si Año Uno nos pilló con el pie cambiado donde la emoción y el drama no interrumpían el tracto sucesivo de imágenes impactantes y decisiones inéditas en las principales caras de la editorial, Año Dos audita los triunfos y los fracasos, hace balance, amplia horizontes y desarrolla secundarios que apenas tuvieron voz en la primera parte. Si el sonido del discurso de Superman ha provocado una reacción en cadena de polo a polo, que soslaya cualquier amenaza política-real y política-superhumana, la subsidiaria no se podía hacer esperar. Cubierta la escenografía terrestre, queda el estudio de la cósmica, esos rincones del universo DC que elevaron su grandeza a lo largo de su historia. Total, todo empezó en Krypton. Y en Krypton continúa gracias a la respuesta psicologica de Kal-El a los planteamientos hipócritas de los opacos árbitros universales: Los Guardianes. ¿Porqué tanto interés en la Tierra cuando Krypton les importó un carajo?, ¿con qué autoridad moral cuestionan su labor, si estimaron pertinente que una civilización muchísimo más avanzada que su planeta de adopción merecía perecer? Taylor sigue con sus ideas políticamente incorrectas dentro de un universo de ficción con más 75 años de antigüedad. El escritor se afirma como célula cancerosa que se ceba en los vacíos legales que la buena fe editorial mantiene cubiertos por su razón de ser intrínseca y su coartada clientelista, el deber de proyectar que el bien siempre vence al mal. Un agente doble que se ha especializado en detectar las fugas de la continuidad para meter el dedo en la llaga a través de sus brillantes giros argumentales, diálogos y homenajes. Una breve y tensa charla entre Ganthet y Superman construye todo un arco argumental que da para un año. Eso es talento. La propia razón de ser de los Guardianes es excusa suficiente para que el reino del hombre de acero se extienda más allá de su trono y se introduzca en el tablero de juego de un grande: Sinestro.
Sinestro por meritos propios se ha convertido en esos grandes villanos que cuenta con un discurso consistente, solo nublado por la locura y el sadismo que consigue desequilibrar su balanza moral al mal. Orden y seguridad por libertad, a base de dureza extrema. Un anillo amarillo simboliza su enlace con el lado oscuro. El lado que acaricia Superman desde que su mano atravesó el pecho de un asesino en serie, tras asesinar a su mujer y a su hijo no nato, a lo David Mills. Que mejor consigliere para nuestro protagonista y que mejor elección para incendiar aún más esta ficción deceita que tanto nos está dando. De una lógica aplastante, visto el contexto de la presente historia, la alianza es creíble y natural. Y el reproche mutuo de ambos hacia los Guardianes coincidente. A tal punto, que Kal-El prácticamente se convierte en el Yellow Lantern definitivo: Nadie da más miedo que él.
La convalecencia de Batman por los sucesos de Año Uno deja un vacío en interés que suple Green Lantern por los acontecimientos con los Guardianes. A partir de aquí, más allá de los pasajes protagonizados por el kryptoniano, podría decirse que indirectamente Año Dos supone el paso en frente de Hal Jordan como personaje importante de la saga. Los dilemas que implica la alianza con Sinestro y su empeño en defender la causa de Kal-El, serán las excusas narrativas de sus intervenciones, aproximándose más a la visión ingenua del mundo que le rodea y que impulsó su te con te con Green Arrow en los setenta, que a la última encarnación ideada por Geoff Johns desde su Rebirth. Más que nada porque la aceptación de Sinestro y su discurso se observa precipitado al entreverse una traición a medio plazo. No obstante, sin hay un personaje con el que los bandazos morales son coherentes dada cuenta su idiosincrasia, ese es Jordan. De ahí que abracemos a Guy Gardner con algabaría como el gran animador del segundo volumen. Ya desde sus inicios ha representado al lector en las páginas, gracias a sus observaciones certeras y realistas de la vida dentro de las viñetas superhumanas. Sus réplicas a la supergente a lo largo de su vida editorial, sacando los colores a sus congéneres, han dado mucho aire a la familia Lantern Corps. Por fin le vemos aquí en todo su esplendor como héroe en alza. Posicionándose (como no podría ser de otra forma) en contra del bando de Superman, por muy crítico que haya sido en modales, que no en palabras, con los Guardianes. Para una serie con el trasfondo de Injustice Gardner es una perita en dulce que Taylor no desaprovecha, posicionándole en sustituto de Jordan como líder espiritual de los Green Lantern Corps. Sin el bloqueo de Jordan y con su adictivo carisma, sus intervenciones llenan la aventura de épica y drama personal. Apareciendo en los momentos adecuados, sin predominar y careciendo de abuso narrativo, consigue alcanzar un destino de pura emoción para el aficionado. Sobre todo en la segunda parte de obra.
Esto último es interesante porque la primera parte juega más en la parcela intelectual que en la física, donde lo último encuentra su hueco en la segunda parte. En el nº 1, Taylor recoloca las piezas, inserta otras, las mezcla y las pone en marcha con diálogos interesantes y estrategias bien pensadas. Por otro lado, el volumen dos supone la gran confrontación. Green Lanterns, Yellow Lanterns, Superman y los demás en una batalla épica que respeta la verdadera esencia de esta saga: situaciones límite de los superhombres nunca vista, decisiones impensables en la continuidad tradicional y emoción e impacto por las inexcusables bajas (que esto es Injustice, donde los héroes palman a cascoporro). Ver al planeta inteligente Mogo, miembro de pleno derecho de los Green Lanterns Corps, desplazarse al frente de batalla y proyectar todo su poder contra el bando de Superman, es un espectáculo que sólo una historia como esta podría sostener sin cortapisas. Un chute friki cósmico de altos vuelos.
En el bando perdedor toma mucho protagonismo Canario Negro y el alivio cómico lo encontramos con su socia en la necesidad Harley Queen. Personaje que para bien o para mal, para los que gusten de ella y para los que no, encaja en cualquier temática que se precie. Coincidiendo su evolución con lo visto en el primer volumen, la construcción de su amistad es natural y lógica, “añadiendo” a Birds of Prey un nuevo miembro. Otra medallita que se cuelga esta serie, la de transformar en posible lo imposible en otra parte. Todo lo que acontece en Gotham nos recuerda obras cienciaficcioneras tipo 1984 o Farenheit 451, pero con elementos muy de series de súper héroes como son los aumentos de fuerza por la ciencia loca de este género. La contraofensiva ciudadana esta dirigida por un Comisario Gordon que toma una presencia demoledora en la trama como gran adversario a batir. Es la voz y la representación del hombre de la calle frente al usurpador. El avatar de la humanidad que grita contra Superman.
En cuanto al dibujo, la colaboración de los españoles Bruno Redondo y Xermánico junto con Mike S. Miller y Tom Derenick es coherente en estilos y narrativa. Muy fluido, sencillo y limpio. No son trazos oscuretes ni forma contornos sucios, siendo el color de Ikari Studio y Lokus, entre otros, los que pongan oscuridad allí donde debe ir, vistos los puntuales momentos truculentos que de vez en cuando se cuecen por aquí. Salvando las distancias, en grafismo y color, la obra se contempla más como una animación audiovisual convencional que no sobreviviría al blanco y negro en el impacto de los momentos más crudos.
Año Dos es mucho más constante en evolución que su predecesora, no tiene el hándicap de tener que empezar de forma explosiva para enganchar al público. Como la adicción en el lector es total y no hay que presentar nada, desarrolla las tramas y subtramas de forma más orgánica, planifica mejor las cosas y marca los tempos narrativos de manera muy equilibrada. Todo sin renunciar a los valores de la serie a los que aludía anteriormente, los que han hecho de Injustice un rara avis memorable y una serie que hay que seguir.
Injustice: Year Two 1-12, Injustice: Year Two Annual 1, DC Comics. Injustice Año Dos 1-2, ECC Ediciones. Rústico. Color. 144 y 176 pags. Pvp. 13,95 € y 15,95 €. Fecha de edición: Abril y Noviembre 2016.