Crítica: «Wet Moon 2», con los pies en la Luna.

El relato policíaco de serie negra, mezclado con elementos tipo Lynch, al más puro «Twin Peaks», sigue funcionando en este segundo volumen de Wet Moon. Narrado de manera firme por un inspirado Atsushi Kaneko, pues de otro modo estaríamos ante una historia incomprensible, intragable… Tiene el autor la habilidad de convertir ese aparente caos narrativo en un incentivo más de la lectura.

Para empezar, los diálogos son escuetos y meditados. No sobra una frase y cada escena está pensada para aportar algo en la historia, ya sea para crear ambiente, para imbuirnos en una extraña sensación de irrealidad o para avanzar lo justo, para explicar solo lo necesario y no adelantar demasiado. Porque una de las gracias de este Wet Moon es precisamente su economización de la información, su racanería explicativa que nos mantiene pegados y expectantes sin saber a ciencia cierta que va a ocurrir a continuación (o qué está ocurriendo).

Otro elemento que contribuye a engrandecer la obra es su excelente trabajo artístico. Dibujos nítidos y detallistas, en los que nada falta y, lejos de embotar las viñetas, logran dotarlas de vida propia con todos los elementos necesarios para aportarles sensación de realidad… algo que contrasta con lo onírico que es este cómic. La excelencia en el dibujo alcanza también a los personajes y nos revela a Kaneko como un artista completo y virtuoso en todos los aspectos. Los retratos, las expresiones faciales y corporales… es difícil localizar una traba en este autor.

Otro elemento que aprovecha a su favor es el marco temporal histórico. Los años ’60 se muestran aquí en dos aspectos distintos, a dos niveles, favoreciendo siempre al relato. En el aspecto local: los trajes, los peinados, los vehículos e incluso las actitudes de policías y personajes son muy de la época. Incluso se puede apreciar en las relaciones entre personajes, en el ámbito laboral, personal, etc. Elementos de la ciudad también recuerdan aquella década, como por ejemplo el parque de atracciones y los personajes que encontramos allí. El aspecto global: el marco histórico se identifica también por las noticias internacionales (y nacionales) que afectan de una manera u otra a los personajes, siendo la más importante de todas la carrera espacial y la inminente llegada del hombre a la Luna. Vuelvo a insistir en que todos los elementos ayudan a dar consistencia a Wet Moon, siendo este último comentado uno de los más importantes y que pasa en un aparente segundo plano.

En este segundo volumen encontramos al agente de policía Sada tan perdido como lo dejamos… tras sufrir una grave lesión en la cabeza que le tiene varias semanas en coma, Sada despierta y descubre que su compañero ha fallecido, así como su superior y, la mujer a la que perseguía cuando sufrió el golpe (supuesta asesina) se ha convertido en un misterio y una obsesión para él. Entre sus lagunas mentales y las alucinaciones, secuelas producidas por el accidente, Sada no puede confiar ni en lo que ve ni en lo que recuerda… complicando en extremo la investigación que intenta seguir. Lo bueno de Wet Moon es que nosotros andamos tan perdidos como el propio Sada y descubrimos a trompicones lo que se esconde tras el misterio de la hermosa Kiwako Komiyama. Un misterio que va creciendo de manera exponencial en este segundo tomo en el que comenzamos a ver algo de luz tras tanto misterio… lástima que esa luz provenga de la Luna, con su componente misterioso intensificado gracias al impresionante arte del grandísimo Atsushi Kaneko, autor al que hay que seguir muy de cerca.

Wet Moon es uno de los mangas más originales, insólitos y redondos que he leído en mucho tiempo. Contiene todos los elementos para ser considerada obra de culto, cuidando cada aspecto de la obra de manera pasional y meditada. Pronto traeremos el tercer tomo, donde por fin entenderemos que es lo que está sucediendo en la borrosa vida del agente Sada.

• Wet Moon 2. ECC Ediciones.
• rústica con solapas. B/N. 254 pp. 10’95 €