Crítica: «El Origen del Planeta de los Simios»
Resumen de la Crítica
“El origen del planeta de los simios” es la precuela/reboot de la conocida saga cinematográfica “El Planeta de los Simios”. Precuela, por estar situada en el comienzo de la rebelión de los simios. Reboot, porque nos cuenta una versión totalmente distinta de la que nos contaron las secuelas de la saga original.
Esta versión es, sin duda, sublime y está muy por encima de todo lo anterior. Mejor que la primera. Mejor que la original aunque poco valorada versión de Tim Burton. Mejor que la inmensa mayoría de las películas de este año. Tan buena que, incluso, ya se está hablando de un posible Óscar a Andy Serkis, responsable del papel principal (así como del de Gollum y King Kong). Sería muy destacable, por cierto, ya que nunca antes se le ha dado un galardón de tan categoría a un actor cuyo personaje está elaborado en CGI.
El guión está fantásticamente elaborado, englobando desde la captura de la madre de César hasta… el final de la película. Con un encuadre exquisito y una bien escogida fotografía, consiguen que el espectador se sienta dentro de la película y en ningún momento desentone nada de ella.
Por no hablar de los simios. Hechos en CGI, en ningún momento parecen irreales, sino todo lo contrario. La animación, sobretodo la del protagonista, es tan real que a veces sobrecoge. Y ver crecer a César, desde que es un bebé hasta que se convierte en el líder de la revolución… es simplemente maravilloso. Su caracterización, sus gestos, cómo evoluciona su forma de pensar. Pocas veces se asiste a espectáculo de tan gran magnitud en menos de dos horas de visionado.
Ciento siete minutos. No hacen falta ciento veinte ni ciento cincuenta para conseguir que la cinta parezca muy completa y desemboque en un culmen esperable pero, a la vez, sorprendente. Una vez me hicieron saber que si en una película miras el reloj para saber qué hora es, es que no te gusta. Y en ésta te introduces en la historia y la sientes tan… tuya, que en pocas ocasiones te acuerdas de que estás sentado en una sala de cine.
Y esto es así incluso cuando la producción invierte gran parte del visionado en explicarte paso por paso la investigación de Will en la cura del Alzheimer (una enfermedad que sufre su padre) y las fases de la forma de pensar y de sentir de César conforme se da cuenta de que no quiere ser una simple mascota, sino tener su propia vida. Su propia identidad.
No contento con ello, el director Rupert Wyatt consigue transmitir una tristeza que deja al borde de las lágrimas a unos y llorando a otros en lo que respecta a la crueldad de los animales, ya sea en los laboratorios o en los centros de “acogida”.
En cuanto al resto del reparto, todos están bastante a la altura de sus papeles. Brian Cox, Tom Felton y Freida Pinto no destacan demasiado (en parte por sus papeles), y James Franco, pese a que su papel queda relegado tras la sombra de César, demuestra que es un grandísimo actor al encarnarlo de una manera muy sólida. Junto con “127 horas”, esta joven promesa cada vez despunta más del resto de los de su generación.
Pero el mejor es, sin duda, Andy Serkis y su perfecta interpretación de un mono con gestos faciales totalmente humanos. Su mirada, sus expresiones… todo. Como ya he mencionado antes, y todavía sin ver las películas de la segunda mitad del 2011, se postula como una de las grandes promesas para los Óscars. Tanto él como la película en sí.
Lo cierto es que el guión no es del todo "perfecto", al menos para los puristas de la saga. Y es que para explicar por qué unos cuantos monos consiguen dominar el planeta, pese a lo inteligentes que puedan llegar a ser, SPOILER (subraya para leer) el virus que aumenta su inteligencia resulta en una enfermedad mortal para los seres humanos que son contagiados FIN SPOILER. Este detalle, que pudiera molestar a algún fan de la saga inicial, aunque esto es muy improbable, ya que las tres últimas secuelas no tuvieron mucho éxito. De hecho es por eso, y no por otra cosa, que esta película está considerada como un reboot y no solo como una precuela.
En suma, una película altamente entretenida, muy bien elaborada, con una profundidad remarcable, de visionado obligatorio y, lo más importante de todo: con mucho sentimiento. Pocos espectadores saldrán indiferentes ante esta producción. La mejor cinta (hasta ahora) del año, solo equiparable con "Cisne Negro".
A destacar, la escena en la que César se niega a volver con Will y la última de todas (antes de los créditos). Como último detalle, esperaros a que transcurran unos pocos segundos de créditos, porque hay una escena más justo antes de los créditos totales de la producción.