Crítica: «Secret Wars 7», poniendo el turbo.

Los anteriores números se desarrollaban a un ritmo tranquilo, plácido, en el que Hickman narraba con absoluta calma lo que sucedía en torno al Dios Muerte de este Mundo de Batalla. Y al principio, como entrada, era una fórmula aceptable que nos preparaba para todo lo que iba a llegar… pero llegó el sexto número y nada avanzaba y empezábamos a inquietarnos porque, no lo olvidemos, esta iba a ser una serie de 8 números (finalmente de 9, claro), se nos echaba encima el final de la misma y estábamos casi como al principio.

No se caracteriza Hickman por su capacidad de síntesis, al contrario, viene de estar al frente de las series principales de Los Vengadores durante varios años en los que demostró precisamente lo contrario… que es capaz de congelar tramas e historias y dilatarlas hasta la desesperación. Pensaba que esto no sucedería en Secret Wars, debido al limitado número de meses para su publicación. Pero él a lo suyo.

Y lo que imaginaba que iba a pasar… pues pasó. A falta de tres números para finalizar Hickman pisa a fondo el acelerador y nos vuelca un torrente de situaciones vertiginosas destinadas a ir cerrando todo lo que ha quedado abierto por el camino. Con esta precipitación es lógico y normal que varias cosas se queden sin contar, o que se queden en el aire incomprensiblemente. Un ejemplo: en el anterior número veíamos a Spider-man y Spider-man 2099 infiltrándose en la base de Muerte para descubrir el origen de su poder divino… pero nada se vuelve a saber de ellos en este número pese a lo importante y delicado de su misión. Otro ejemplo: Thanos despierta al muro que protege Mundo de Batalla, que resulta ser La Cosa, a tamaño XXL. Al final del número 6 daba la impresión de que el gigantesco Ben Grimm iba directo a pisotear el reino del monarca… pero nada se menciona en este número 7, pese a que una de las portadas oficiales nos muestra a La Cosa en acción. Y puedo seguir con varios ejemplos más. Si, ya sé que se nos terminarán contando estas cosas (espero)… pero al no hacerlo inmediatamente, el ritmo y la tensión creada se diluye.

Lo que sí se nos ofrece en este séptimo número es una carrera hacia el final, sin frenos y en estampida, en la que dos bandos se parten las caras indiscriminadamente. Por un lado tenemos a los defensores del Dios Muerte, varios de sus barones más beligerantes comandando ejércitos de demonios e incluso hulks. Por otro lado se nos presentan aquellos que han «despertado», conocedores de que este Mundo de Batalla es un mundo ficticio y remendado. Algunos despertaron de manera particular y fortuita (algo de eso hemos visto en algunas series spin-off) y otros despertaron gracias a la información proporcionada por ese grupo de supervivientes de los antiguos universos. Sea como fuere tenemos a estos dos bandos en liza, rayo va y martillo viene, como se arreglan siempre las cosas en este tipo de eventos.

Decepción mayúscula cuando descubrimos la identidad de uno de esos hostigadores que ha levantado ejércitos contra Muerte. Decepción no por descubrir su identidad, sino porque se nos desvela prescindiendo de todo dramatismo y teatro… me pregunto para que narices Hickman creó una aureola de misterio en torno suya, solo para descubrir su rostro al siguiente número, sin venir a cuento, y convertirlo en un líder más, de tantos como hay peleando ya contra Muerte.

Hay una cosa que se llama «ritmo narrativo», que es importante mantener en cada cómic pero que, en un evento como este, es imprescindible mantenerlo en su conjunto. No se puede adelantar en un sólo número lo que no se adelantó en seis, que da absolutamente descompensado.

La segunda lectura que le haga a estas Secret Wars será cuando ya estén todos sus números en la calle, a ver si con una lectura continuada de principio a fin esa sensación de desorden y caos queda mitigada. De momento, tengo ganas de que termine, pero no por la emoción de la historia, sino para que acabe de una vez y poder leer algunos de esos cómics que llegan con el nuevo universo Marvel.

Secret Wars 7, un cómic que solo salvo por sus personajes y por el siempre genial dibujo de Esad Ribic.