Crítica: «Caballero Luna. Apagón», luna creciente.

No le falta razón a Bruno Orive cuando afirma en el prólogo que encabeza este tomo que Warren Ellis tiene la maldita costumbre de comenzar las series, proporciona un torrente de ideas interesantes, y abandonarlas sin desarrollar dichas ideas y habiéndolo dejado todo a medias. El tomo anterior, Caballero Luna. De Entre los Muertos, aportó una ventisca de aire nuevo al personaje gracias al talento de Ellis… pero este marchó.

En cualquier otro caso hubiera esperado el consiguiente bajón en calidad, decepcionado como fan que soy del personaje, pero la noticia de que la serie era heredada por Brian Wood me hizo esperar este segundo tomo con mucho optimismo. Se recogen en él los números 7 al 12 de la serie original, vol. 7 de Moon Knight. Y tras haberlo leído y disfrutado he de reconocer que el nuevo guionista no baja en absoluto la guardia, más bien al contrario: retoma ideas de Ellis, reconstruye otras y añade las suyas propias para hacer de esta nueva serie del Caballero Luna ya no solo un experimento, sino un cómic de superhéroes moderno, adulto y ambicioso que supera en casi todo al anterior.

Marc Spector, que por las noches asume el papel de Sr. Luna, sigue patrullando las noches de su Nueva York para auxiliar a los viajeros nocturnos. En una de estas patrullas se topará con un mercenario armado con tecnología punta al que debe detener para evitar un magnicidio: que asesine a Aliman Lor, presidente de una pequeña nación africana, Akima. Este será el inicio de una trama que seguirá a lo largo de todo el tomo y que llevará a Marc Spector a explorar sus límites, enfrentándolo con poderosos enemigos, incluso acabando con sus huesos en la cárcel (más o menos). El hilo del que comienza a tirar Sr. Luna en el primer número va enredándose hasta componer una madeja mortal de la que escapará empleándose al máximo y perdiendo cosas por el camino.

Argumentalmente no contaré más, dejaré que vayáis hundiéndoos en el mismo lodo en el que se mete nuestro protagonista. Veréis como solo un talento como el de Brian Wood es capaz de ir sugiriendo y construyendo una historia a partir de capítulos aparentemente inconexos para rematarlo con un gran final cerrado. Además se exploran temas tan delicados y actuales como la colonización africana moderna, las luchas programadas por intereses financieros, las matanzas tribales, el abuso del estado excusado en la lucha antiterrorista… varios detalles que hacen de este cómic una crítica a la vez que un entretenimiento.

El tono de las historias es similar a las vistas en el primer volumen, así como su carácter experimental, por llamarlo de alguna forma. Un ejemplo: la segunda historia está contada como si de un found-footage se tratase, ya sabéis, esas películas rodadas con la cámara al hombro. Solo que aquí asistimos a los acontecimientos a través de las cámaras de seguridad, los móviles con los que graban los sucesos los curiosos, las noticias… Realmente muy original y, al ser solo un número, no se hace para nada pesado. Greg Smallwood es el encargado de mantener la coherencia en el dibujo, salvando la papeleta de manera notable, incluso se nota cierto deleite en este tipo de cómic que, aunque sea de manera forzada, prueba cosas nuevas en la narrativa gráfica. Páginas antológicas de viñetas pequeñas que muestran cada una un dibujo concreto pero que a la vez son «collage» y forman dibujo colectivo a página completa…

Muchos son los detalles que hacen de este segundo tomo uno de los mejores que he leído del personaje y casi me hacen olvidar a Ellis. Pero volvemos a la misma historia… me refiero a que, en el tercer tomo tendremos nuevo guionista, Cullen Bunn, sustituyendo a Brian Wood. Ojalá se repita la misma sensación y no eche de menos la labor del escritor anterior. El próximo tomo será el último del personaje pre-Secret Wars, tras las que nos llegarán las nuevas historias escritas por Jeff Lemire y dibujadas por el artista de este segundo tomo.

Parece que tenemos Sr. Luna para rato.