Reseña: «Buenos Presagios», de Terry Pratchett y Neil Gaiman
Resumen de la Crítica
Valoración
“Buenos Presagios”, recientemente reeditado por Timunmas, fue escrito conjuntamente por Terry Pratchett, el famoso autor de la saga de MundoDisco, y Neil Gaiman, creador de “The Sandman” (DC Comics) y “Coraline”. Nos hallamos, pues, ante una asombrosa y perfectamente realizada fusión de dos de los escritores de ciencia ficción y fantasía más famosos de la actualidad.
La obra trata el Apocalipsis con mucho humor hilarante y cómico, sin dejar de lado la subrayada crítica de la sociedad en cada uno de sus párrafos. El apocalipsis ha llegado y el ángel Azirafel y el demonio Crowley, amigos siempre y cuando se respeten los asuntos del otro, han decidido que sus respectivos reinos serían lugares muy aburridos en contrapartida con la naturaleza humana.
Como bien describe Crowney, los seres humanos son capaces de las mayores perversiones que ni el más malvado de los demonios sería capaz de inventar. Y esto se debe a que poseen el don de la creatividad, cosa que no tienen los demonios. Y eso significa que, muchas veces, el trabajo de un demonio no es hacer cosas perversas… sino dar un leve empujoncito a un ser humano y sentarse en el sofá a comerse unas palomitas mientras el resto sigue su curso.
Y es cierto que los autores han decidido dar más protagonismo a los demonios que a los ángeles en esta historia. De hecho, cada dos por tres aparecen un par de demonios recordándole a Crowney sus deberes para con el infierno (Belcebú, etc…), mientras que desde el bando del cielo sólo llegamos a conocer a Metatrón.
Pero no temáis. No nos encontramos ante otra típica obra de la lucha entre el cielo y el infierno. Todo lo contrario. Nos encontramos con una obra en la cual todos los personajes, mortales e inmortales (en el caso de nuestros dos amigos antagónicos), ponen todos sus esfuerzos para intentar evitar que se produzca el Apocalipsis, que se produzca la Guerra Final.
Y, como novedad, también se pone en contra el mismísimo Anticristo, un niño de once años que, cuando nació, fue confundido con otro bebé y por tanto fue educado por personas normales y corrientes. E inconscientemente, utiliza sus poderes sobrenaturales para crear en su pueblo un mundo totalmente estable (tiempo incluido) en el cual lo más importante de todo es vencer a la otra banda de niños del lugar con la ayuda de sus amigos.
Los niños, dentro de toda su inocencia, tienen discusiones que divagan de un tema a otro de la sociedad, haciendo preguntas que muchos nos hemos hecho continuamente, pero llegando a conclusiones bastante… extrañas. He de remarcar aquella discusión en la cual están decidiendo que pasaría si la otra banda del pueblo desapareciera y ellos fueran los únicos. Tras una serie de diálogos de narrativa fácil, para conseguir la risa del lector, alcanzan el acuerdo de que todo el mundo necesita un adversario con el que medir las fuerzas, alguien que le de un mayor sentido a cada uno de nuestros días.
Incluso el perro infernal enviado a proteger al anticristo, cuyo nombre impuesto por este determinaría totalmente su naturaleza (Adán, el anticristo, lo llamó simplemente Perro), se niega a volver al inframundo ya que los huesos y los placeres sencillos de un perro mundano (como la infinidad de olores) son mucho más satisfactorios que los del lugar del que proviene (olor a azufre y más azufre… ¡aburrido!).
Por otro lado contamos con el personaje de Newton Pulsifer, un torpe y despistado militante del casi desaparecido Ejército Cazabrujas, pupilo del viejo cascarrabias (y único otro miembro del ejército) Sargento Shadwell y descendiente de No cometerás adulterio Pulsifer. Su antepasado fue quien ejecutó a Agnes la Chalada, autora del libro de profecías que da nombre a esta obra y que describe con todo tipo de detalles cómo y cuándo sucederá el Apocalipsis. Y hablando de descendientes, la de está bruja loca es Anatema Device, que ha vivido toda su vida siguiendo todas y cada una de las instrucciones del libro de su antepasada.
Pero eso no es todo, pues los Cuatro Jinetes del Apocalipsis no podrían faltar a este singular encuentro. Guerra es Carmine Zuigiber, que vive como periodista del National World Weekly y va creando guerras en todo país al que va, escribiendo reportajes de primera hora antes que nadie. Polución sustituyó a Peste siglos antes cuando se inventó la penicilina, y su nombre humano es Yeso Blanco. En cuanto a Hambre, se llama Dr. Sable Cuervo, es escritor de libros para adelgazar y también dirige una cadena de comida rápida, que llena pero no engorda lo más mínimo. Por último, Muerte habla en mayúsculas y es el más serio de todos los jinetes.
En fin, un libro bastante divertido, siguiendo la clase de humor al que estamos acostumbrados con Pratchett, ideal para todo aquel que no busque una obra muy bien escrita, sino un rato de entretenimiento. Sin embargo, en muchas ocasiones el libro adolece de un ritmo demasiado pausado y que parece no llevar a ninguna parte, provisto de muchas conversaciones fáciles que no aportan nada a la trama. Muchas páginas, en mi opinión, sobran por provocar un descenso en el ritmo argumental que, aunque al principio pueda ser divertido, tras más de 350 páginas puede llegar a resultar monótono en muchos aspectos.
El desenlace, por otro lado, es bastante circunstancial y no puedes evitar quedarte con la sensación de que la mayoría de lo que has leído ha sido una colección de disparates entremezclada para crear un Picasso de situaciones graciosas pero quedándose con la obtención de una mera sonrisa (y en muy pocas ocasiones una risa) en la mayoría de ellas. Pero el descubrimiento final de una caja en la cual aparecen las profecías de Agnes la Chadala DESPUÉS del Apocalipsis (en plan “Segunda Parte”) fue del todo inesperado, y uno de los aspectos que más me han gustado del final en sí.
“Buenos presagios” puede tener muchos defectos, pero, sin embargo, merece la pena ser leído, porque aunque no sea todo lo ameno que podría haber llegado a ser, sí que ofrece una visión nunca antes vista de lo que podría resultar el Fin del Mundo incluso para aquellas figuras inmortales conocidas por todos. Algunas conversaciones tocan temas mundanos que nos permiten reflexionar sobre la forma de pensar de la mayoría de los humanos, pero sobretodo es una crítica a la sociedad inglesa en todas sus facetas, desde la ciudad hasta los pueblos más pequeños.
Un libro entretenido que no llega a ser brillante ni engancha hasta la saciedad, pero que demuestra que, como bien dice Clive Barker “El Apocalipsis nunca fue tan divertido”.