Reseña: «Las Crónicas de Narnia VII: La última batalla», de C. S. Lewis
Resumen de la Crítica
Valoración
El último libro del mundo de Narnia, y la última historia sobre este mundo y tal y como lo conocemos. “La última batalla” nos narra la batalla entre el último rey de Narnia y los pocos narnianos leales contra los traidores y los calormenos. Fue, asimismo, el último libro que escribió y publicó C. S. Lewis sobre las Crónicas de Narnia y, evidentemente, el último en el orden cronológico.
El rey Tirian, tatara-tatara nieto del rey Rilian (que ya conocimos en el libro anterior), acostumbrado a la duradera paz narniana desde los tiempos de Caspian X, de ninguna manera se esperaba semejante sublevación en sus propias tierras. Perspicaz el centauro le avisa de las malas nueva: Aslan está mandando talar los árboles de las inmediaciones del Erial del Farol. Se dirige de inmediato a averiguar lo que está ocurriendo, para acabar siendo preso y enterándose de que un mono llamado Truco había sometido a su amigo Candido, un burro con muy pocas luces, para que se pusiera una piel de león encima y simular que era Aslan. De esta manera, manteniéndolo escondido en un vulgar establo, tenía aterrorizados a todos los narnianos de la zona obligándoles a hacer todo tipo de cosas. Pero no estaba sólo, puesto que los calormenos lo apoyan con unas pequeñas fuerzas armadas, clamando en alta voz que tanto Tash y Aslan son el mismo dios.
Con esto, bien pudo Lewis hacer una crítica a aquellos que, según sus creencias, apoyaban a otras deidades que no fueran la cristiana, y con la clara intención de hacer una réplica de Alá, creó la figura de Tash como representante diabólico y totalmente contrario al de Aslan. Pues en multitud de ocasiones, en toda la saga, se describía a Aslan como el hijo del Emperador Allende los Mares, siendo entonces el león Cristo, el Emperador el Dios en el que el autor creía.
Naturalmente, los personajes se ven divididos entre las nuevas voluntades del león, para ellos un mesías que ha visitado Narnia en toda época de necesidad. E incluso muchos se ven inclinados a creer que Tash y Aslan son uno sólo, dándole el nombre de Tashlan (en una cínica crítica de aquellos que, por creer en todo, demuestran que en realidad no creen en nada).
Afortunadamente, gracias a sus ruegos a Aslan, Tirian consigue comunicarse con casi todos aquellos que vinieron del otro mundo a Narnia en el lejano pasado, suplicándoles ayuda para poder salvarse y dirigir la última defensa. Y, en mi opinión, de forma acertada, Lewis (o más bien Aslan) elige a Jill y Eustace como protagonistas de este libro y los envía para ayudar al rey.
Tras rescatarlo a él y al fiel unicornio Alhaja, escapan y consiguen rescatar a un grupo de enanos. Pero estos deciden que su fe en Aslan (debido al falso) se ha roto y que no les ayudarán pues de ahora en adelante “los enanos serán sólo para los enanos”. Por supuesto, los enanos representan en esta historia a los ateos, que no creen en nada salvo en sí mismos y por ello, según Lewis, sólo pueden mirar hacia su propio interés. No hace falta añadir que con este punto de vista estoy claramente en contra, puesto siguiendo con la retórica de lo ya dicho, los que pierdan su fe en Aslan no tienen porque decantarse por la maldad o simplemente el oportunismo. La bondad y las buenas voluntades son algo más que fe en un dios o un mesías en particular.
Pero no todos los enanos les traicionan, puesto que el fiel Poggin escapa de sus compañeros y se une al grupo. Una vez juntos, rescatan a Candido, el falso Aslan, a escondidas y planean lo que sería la última batalla por Narnia, y la última que leeríamos en este fantástico mundo. Muchos murieron en ella, y se ha de remarcar la presencia de los enanos disparando a ambos bandos y, por ello, cayendo sin más por las fuerzas del mal.
Mientras tanto, en el establo se suceden una serie de fenómenos extraños, puesto que si alguien se atrevía a entrar, surgía una luz extraña y no volvía a salir. Debido a ello, los calormenos, temiendo que de tanto invocar a Tash y a Aslan, se hubieran aparecido en el interior de la construcción, lanzan a sus enemigos dentro para que les sirvan de tributo.
Primero fueron Jill y Eustace, y finalmente Tirian, quien se llevo consigo al jefe del destacamento calormeno, Rishda. Dentro se encuentra con el mismísimo dios Tash, quien da una pronta muerte a Rishda. Sin embargo, para Tirian todo fue muy diferente, pues se encontró de repente en el mismísimo país de Aslan junto a casi todos los que vinieron de nuestro mundo al suyo en épocas pasadas: Peter, Edmund, Eustace, Lucy, Jill, Polly, y Digory. La única que falta es Susan, quien ya no es bienvenida a Narnia debido a que ahora sólo está interesada en chicos, pintalabios y cosas de chicas.
Es aquí donde Polly la critica diciendo que “malgastó todos sus años en la escuela deseando llegar a la edad que tiene ahora, y desperdiciará el resto de su vida intentando mantenerse en esa edad. Su idea es precipitarse a la época más tonta de la vida de uno lo más rápido posible y luego quedarse allí tanto tiempo como pueda”. El autor plantea de esta manera que las personas que rechazan a la imaginación y a la fe no conseguirán una vida plena y mucho menos tan feliz como si la aceptaran. Y Susan eligió a su, quizá, novio y tener una vida normal y corriente que volver a Narnia.
Al poco tiempo, los calormenos introducen a los enanos en el establo, apareciendo estos en el Reino de Narnia junto a los protagonistas. Pero los enanos no ven nada salvo oscuridad y sólo tocan establo y si les dan comida, piensan que están comiendo heno y paja. Pues, debido a su falta de fe, están tan ciegos que no ven lo que en realidad les rodea (cosa que, muchas veces, suele darse en sentido contrario en el mundo real).
Entonces se les apareció Aslan y les explicó que todos menos Tirian murieron en su mundo en un accidente ferroviario y que de esta manera vinieron al Reino de Aslan. Y, abriendo una puerta que parecía que crecía del mismo suelo, pudieron atisbar el mundo de Narnia. El León les dijo entonces que Narnia tocaba a su fin, y así pues se sobrevino el Apocalipsis narniano. Todos los series de aquel mundo traspasaron la puerta, y los benévolos fueron por el lado derecho de Aslan mientras que los que se habían dejado llevar por la maldad fueron por su lado siniestro y, convirtiéndose en animales ordinarios (y no parlantes), se desvanecían en el Reino de las Sombras. Y allí se reunieron todos aquellos que incluso habían muerto en anteriores libros, como el fauno Tumnus, el ratón Repichep, los castores, Caspian X…
También dejo elegir el camino derecho a algunos de los enanos que se habían declarado “ateos” en este mismo libro, pues quizá Aslan pudo ver que en su interior no residía más maldad que bondad y que, aunque perjudicaron, también ayudaron a su modo al lado de la justicia.
Al terminar dicha procesión, Narnia sucumbió en el apocalipsis, el Padre Tiempo, por fin despierto, pidió a las estrellas que descendieran y estas así lo hicieron llenando el cielo de fuego. El Sol y la Luna desaparecieron y, en la inmensa oscuridad, Peter cerró la puerta y Aslan los condujo lejos en su país.
Los hermanos Pevensie le preguntaron a Aslan por qué les dejaron volver a Narnia, pues el león les dijo que nunca volverían allí. Y el profesor Digory les contestó que la Narnia que conocieron era una mera reflexión, como el reflejo de un espejo, del verdadero mundo de Narnia, como un mundo dentro de otro mundo.
De esta manera, Aslan los condujo a la verdadera Narnia, que ellos mismos pudieron describir como mucho más real que la anterior.
“La última batalla”, siendo la obra final de la conocida saga, Lewis no tiene reparos en lanzarse, como veis, de forma directa en una crítica a la concepción general de la religión, siempre desde un punto de vista claramente cristiano. Al final, parece que Aslan utilizo la falsa Narnia como una manera de que los justos demostraran su valía y que merecían ir a la verdadera Narnia, mientras que los malvados perderían su condición de hablar y caerían en el Reino de las Sombras. Es, claro está, una metáfora del Cielo y el Infierno, planeada meticulosamente por el autor para dar fin a la que es, hoy en día, una de las sagas infantiles más famosas del género fantástico.
Esta «crítica», me pareció más una crítica a la religión o a la fe, más que una crítica al libro en sí, como obra literaria.
Te centraste en atacar a la religión y te olvidaste del libro.
Para la gente que lea esto: recomiendo mucho La Última Batalla. Si te gustaron los anteriores. Este te encantará, ya que es un poco más maduro que los anteriores y trata un tema más apasionante.
Estoy de acuerdo Diego, La Última Batalla es un libro que os encantará, es un libro que te enchufa mucho!!
Lo recomiendo.