La distopía del mes (XXXV): The Giver
The Giver (2014), dirigida por Phillip Noyce y protagonizada por Brenton Thwaites, Jeff Bridges y Meryl Streep, es una adaptación cinematográfica de la novela El dador de recuerdos, escrita por la estadounidense Lois Lowry.
El director
Phillip Noyce, director de cine australiano, consiguió llamar la atención con su película Heatwave (1982) en el Festival de Cannes. Más tarde, dirigió Calma total (Dead Calm, 1989), cuyo éxito le daría la oportunidad para dirigir películas tan emblemáticas de la década de los noventa como Juego de patriotas (Patriot Games, 1992), Peligro inminente (Clear and Present Danger, 1994), El Santo (The Saint, 1997) o El coleccionista de huesos (The Bone Collector, 1999). Echando un simple vistazo a su filmografía puede deducirse que tiene cierta predilección hacia el cine de acción y de intriga. Desde hace unos años, Noyce se encuentra más centrado en trabajos para la pequeña pantalla, aunque aún encuentra tiempo para proyectos mayores como Salt (2010), con Angelina Jolie, o el título que nos ocupa: The Giver.
La trama
No hay dolor ni sufrimiento. Una comunidad vive en armonía con una serie de reglas – y una medicación matutina – de forma ordenada y disciplinada. Para alcanzar este equilibrio, se han sacrificado innumerables cosas, entre ellas, la historia del mundo. Se han borrado todos los recuerdos. Es por ello, que se elige a una persona para recibir todos los recuerdos y mantenerlos a salvo, con el fin de que fueran necesarios como experiencia para afrontar un problema de la comunidad. Jonas, tras alzcanzar la madurez, tiene como misión convertirse en esa figura, pero antes debe ser entrenado por su predecesor en el cargo.
La distopía
Para alcanzar la armonía en la convivencia, se borran los recuerdos de la humanidad, de forma que nadie sabe realmente cómo se ha llegado a ese punto. Tampoco nadie se lo cuestiona. Una combinación entre medicación y control ambiental suprimen todos los estímulos que puedan ayudar a desatar emociones: la música, los colores e incluso el uso del lenguaje. No se deja nada al azar en esta comunidad. Se diseñan las familias con control de natalidad, se asignan los puestos de empleo más adecuados para cada persona y se monitoriza cada palabra, cada gesto, con el fin de atajar cualquier situación indeseada.
La crítica
The Giver comienza poniendo en situación al espectador. Una vista aérea permite admirar el diseño de la ciudad, que se encuentra aislada entre nubes. La arquitectura recuerda mucho al movimiento moderno de principios de Siglo XX. Edificios blancos y rectos, así como una fusión muy particular con la vegetación al más puro estilo de Le Corbusier. Todo el diseño transmite armonía y belleza.
El blanco es el color predominante en los edificios, la ropa, o en el medio de trasporte habitual: la bicicleta. El resto de colores son imperceptibles, ya que parte de la película está rodada en blanco y negro – con un contraste bajo – para ver la realidad como lo hacen los protagonistas. Así la saturación de color en el apartado de fotografía se convierte en un elemento clave para la película, un ingrediente que hace de The Giver una obra bastante especial.
La dirección de Noyce resulta – en términos generales – adecuada, pero muy poco arriesgada. Aunque hay algún que otro momento en el que se le escapa alguna reminiscencia de su cine de los noventa (más bien olvidable), la dirección resulta entretenida, especialmente en la segunda mitad del metraje.
Brenton Thwaites encarna a Jonas, el protagonista de The Giver. Este actor australiano ha participado en títulos como Oculus: El espejo del mal (Oculus, 2013), Son of a Gun (2014), Maléfica (Maleficent, 2014) o La señal (The Signal, 2014). En The Giver, Thwaites realiza un magnífico trabajo, especialmente teniendo en cuenta que lleva gran parte de la película sobre sus hombros y el excepcional cartel que le acompaña. Le veremos de nuevo en la gran pantalla en la nueva entrega de Piratas del Caribe y en Gods of Egypt, de Alex Proyas.
The Giver, el dador, el auténtico protagonista de la película, está encarnado por Jeff Bridges. Ganador del Oscar al mejor actor en 2010 por Corazón rebelde (Crazy Heart, 2009), fue nominado en la misma categoría cuando corría el año 1972, por su trabajo en La última película (The Last Picture Show, 1971). Este polifacético actor ha trabajado en obras muy dispares, tales como Starman. El hombre de las estrellas (Starman, 1984), El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998), Candidata al poder (The Contender, 2000) o Valor de ley (True Grit, 2010). Su sola presencia se convierte en un valor añadido, y suele imprimir una personalidad fuerte y emocional a sus personajes. Sin embargo, en The Giver, Bridges no logra brillar como de costumbre, y es algo que fácilmente puede achacarse al guión y la dirección, ya que sucede lo mismo con su compañera de reparto: la gran Mery Streep. Sin duda alguna, esta actriz es capaz de bordar cualquier papel que se le ponga delante, y en The Giver se desluce su trabajo con un guión un tanto soso y una dirección que no consigue sacar provecho del elenco. Streep es una actriz de fama mundial, que tiene a público, crítica y compañeros completamente a sus pies. Y no es para menos. Esta maestra del arte dramático ha sido nominada a los premios Oscar hasta en 19 ocasiones, y se ha llevado la estatuilla en tres de ellas. Ha trabajado con los mejores directores de cine de la actualidad, y, aunque tiene en el drama su medio natural, ha demostrado que la comedia tampoco se le resiste. Es una de las actrices más importantes del Siglo XX, y, sin duda, su nombre ocupa un lugar muy importante en la historia del cine. Y que nadie se descuide, porque esta mujer tiene cuerda para rato.
Cualquier persona que se aproxime a The Giver será asaltado – probablemente – por un miedo natural a que se trate de un tórrido y vacío romance adolescente en un escenario distópico (como bien podría ser cualquier otro). Sin embargo, aunque no estemos ante una obra maestra, plantea interesantes novedades en el terreno de lo distópico, y, a pesar de que no huye de las emociones, tampoco cae en el sentimentalismo. The Giver tiene suficientes factores en su haber como para catalogarlo como un producto único, que merece ser descubierto y disfrutado sin complejos.