Crítica: «Nuevo X-Factor vol.2», Peterd David en piloto automático

La trayectoria de Peter David al frente de este título se remonta ya a varios años y, lejos de encasillarse, mantiene fiel la premisa con la que debutara en él: formar un grupo de héroes con algunos de los secundarios olvidados y, dándole la vuelta, sacarles todo el potencial que atesoran tras exprimirlos de manera eficiente.

Este All-New X-Factor no ha sido una excepción y, como vimos en el primer volumen, consigue renovarse usando esa misma personal fórmula. El grupo compuesto por Gámbito, Mércurio, Warlock, Cifra y Peligro, liderado por Polaris y al servicio de una gran empresa (Serval Industrias) nos ofreció un comienzo trepidante, divertido y prometedor.

Pero quizá sea por el hecho de que la serie estaba condenada a desaparecer desde el mismo momento de su concepción, habida cuenta de la política que está desarrollando Marvel con su reseteo, quizá por eso, digo, Peter David nos ofrece un arco argumental que sirve de puente entre el inicio y el final (la serie concluirá con su tercer volumen) y que parece haber desarrollado casi por compromiso, por rellenar.

Una de las cosas que mejor se le dan al autor es el desarrollo de estos personajes secundarios tratados como protagonistas… Algo que veíamos en el primer volumen pero que está ausente aquí. Parece haberse olvidado de la divertida relación entre Gambito y Peligro, o del doble juego que mantienen algunos de los componentes de X-Factor. Incluso, lo que es más grave, se nota una ausencia casi absoluta del característico humor del guionista, salvo en momentos puntuales.

Otro de sus puntos destacables, el desarrollo psicológico de los personajes, está también ausente y no se aprecia avance alguno en este campo. Las sorpresas y los cambios se limitan a la inclusión de un par de nuevos personajes (olvidables) y la infidelidad cometida por uno de los protagonistas… quizá las consecuencias de la misma sea lo más divertido del tomo.

En el plano argumental encontramos un X-Factor ya consolidado como fuerza de defensa y ayuda «altruista» de la todopoderosa empresa Serval (por eso no entiendo muy bien a que viene esa rueda de prensa de presentación que aparece en el número 12, nada menos) y como los miembros del grupo comienzan a tomar sus propias iniciativas sin contar con la opinión de sus jefes. Esto les llevará a intentar rescatar a Georgia, una preadolescente secuestrada (o eso parece) por su padre antimutante. Una cosa lleva a la otra… y hará irrupción el todopoderoso villano de turno, un tal Memento Mori… tan poderoso y temible como olvidable.

Es un argumento forzado, sin sentido, repleto de nuevos personajes intrascendentes y cuya resolución se antoja gratuita y poco dramática. Solo la habilidad como escritor de David permite que algunos buenos momentos nos animen a seguir leyendo… porque esto no se parece en nada a aquel primer tomo que salió hace unos meses.

Carmine Di Giandomenico sigue encargándose del dibujo, trabajo maratoniano y elogiable, aunque sigo pensando que no es el estilo más adecuado para un cómic de superhéroes… sin embargo el artista no flaquea ni en una sola página y es el único que se mantiene estable dentro de lo que vimos en el tomo anterior.

Repito que da la impresión de tener ante nosotros un Peter David forzado y obligado a cumplir con una cuota determinada de números y, los que nos ocupan, del 7 al 12 USA, no son más que relleno. El siguiente tomo, a modo de conclusión, es casi seguro que volverá a elevar la calidad final tal y como Peter David nos tiene acostumbrados.

Eso espero.