Crítica Cómic Western 5: «Hombre», de Wiechmann y Méndez

En la década de los ’70, el guionista alemán Peter Wiechmann y el dibujante español Rafael Méndez decidieron comenzar la publicación en la revista YPS, de una serie ambientada en el Oeste, un puro Western con sabor europeo y con tintes aventureros, pero sin perder jamás esa conexión con la Historia que le otorga su marco real. A lo largo de capítulos de nueve páginas seguiremos las aventuras de aquel al que todos llaman Hombre, y que vive libre entre las praderas, las montañas y los nuevos poblados levantados a toda prisa por los buscadores de oro.

Hombre es, en realidad, Baltimore O’Hara que, acusado de asesinato múltiple, debe huir de su Nueva Orleans natal, decidiendo adoptar esa vida de aventurero que le llevará a tomar contacto y fraguar amistad con diversas tribus autóctonas, con los que empatizará al compartir esa sensación de estar constantemente perseguido por las leyes del hombre blanco. Tras la pista de Hombre parte el incansable Ronegall Dawson (el otro protagonista de este cómic) a las órdenes de la Pinkerton y con la única misión de capturar al fugitivo vivo o muerto. Pero los diversos encuentros entre ambos demuestran a Ronegall que Hombre no puede ser culpable de aquello que se le acusa, por su carácter honesto y valiente y su actitud siempre justa y honorable que le vale la amistad de aquellos habitantes puros de las praderas. No en pocas ocasiones Hombre salvará la vida de su perseguidor… y entre ambos se irá gestando una sincera amistad.

Este es el hilo común de todos los capítulos que componen este tomo publicado por Aleta y que recoge todas las historias de Hombre. Pero cada capítulo se sienta en algún aspecto real y cotidiano de aquel Salvaje Oeste. La Fiebre del Oro, los Tramperos, la construcción del ferrocarril, el acoso a los nativos, los asaltos a diligencias… todos estos capítulos están apoyados con artículos amenos escritos por el propio Wiechmann que ayudan a entender mejor el entorno donde se desarrollan estas aventuras. Además, dichos artículos vienen complementados con múltiples fotografías históricas y grabados de la época. Todo un detalle.

Los guiones de estas aventuras son ligeros y divertidos, muy al estilo del cine western más convencional, y en ellos participaron ambos autores, Wiechmann no esconde que el própio Méndez es responsable de, al menos, el 50% de ellos. Lectura ligera y entretenida que hará las delicias de los amantes de este género. Ayudado con un genial dibujo de un autor prácticamente desconocido, Rafael Méndez, y que es capaz de recrear con facilidad y fuerza cualquier entorno clásico del Oeste. Desiertos, praderas, minas, ciudades fronterizas… además de recrear personajes de manera espectacular: ricos apoderados, bandidos, damas, buscadores de oro, indios… por no hablar de su dominio absoluto en la representación de la fauna, con unos lobos, bisontes, osos… de aspecto vivo, y eso sin mencionar las cabalgaduras de los protagonistas, el eterno caballo, que aparece en todas estas historias, siempre impresionante e impecablemente plasmado. Es Rafael Méndez, sin duda, el máximo responsable de lo que este cómic es, con su maravilloso dibujo y sus composiciones de página tan personales.

No solo contiene artículos en los que Wiechmann nos habla del Oeste, pues también aprovecha para relatarnos su relación con este género que tan de moda estuvo y está. Además, nos cuenta de forma cordial y directa aspectos de la elaboración del cómic en los que habla también de Rafael, siempre con cariño, con veneración y con ese puntito de tristeza de saber que abandonó para siempre los lápices en un momento delicado de su vida. Fue una pérdida incalculable para el medio y ya va siendo hora de que se valore al autor en su justa medida.

Gracias a Aleta por intentarlo con esta fenomenal publicación. Rafael Méndez se lo merece y los lectores no nos merecíamos perdernoslo.