Reseña: «El cielo de Nueva York» de Alejandro Corral
Resumen de la Crítica
Valoración
Recomendable
Una prometedora ópera prima a medio camino entre la novela negra y el thriller psicológico, con ciertos toques de ciencia ficción.
La óperas primas tienen la virtud de mostrar con total claridad los puntos fuertes de sus creadores, una frescura carente de artificio que nace directamente de la inexperiencia (en el mejor de los sentidos) y de la pasión por escribir sin prejuicios. Algo especialmente remarcable en el caso de autores jóvenes que, como el prometedor escritor zaragozano Alejandro Corral, apenas cuenta con 26 años.
Llevada al papel por la editorial Minotauro, y cuyo borrador original iba firmado bajo seudónimo, El cielo de Nueva York es un admirable debut literario que se mueve en las turbias aguas de la novela negra y policíaca, el thriller psicológico e incluso la ciencia ficción. La historia narra las andanzas de un joven y exitoso empresario, Hank Williams, dueño de todo un imperio financiero, marido enamorado y padre sin saberlo, y de cómo una traumática experiencia personal le arrebata todo cuanto posee, obligándolo a ser ingresado en una institución psiquiátrica. Aunque en ocasiones el libro retrocede y avanza varios años en el tiempo, el grueso de la trama se desarrolla a lo largo de diez meses: desde los primeros días del protagonista en el hospital psiquiátrico de Northonwest hasta la escena en la azotea que abre el prólogo. Si bien es cierto que la historia se divide en dos partes claramente diferenciables tanto en trama como en estilo (el Hank internado en la institución psiquiátrica y el Hank libre tras el alta médica) el libro en sí está estructurado en cinco capítulos (Negación, Ira, Negociación, Tristeza y Aceptación) que corresponden con las etapas de duelo establecidas por Elizabeth Kubler-Ross en su famoso libro On Death and Dying («Sobre la muerte y morir»). Cinco pasos que resumen a la perfección el camino de introspección y búsqueda interior que seguirá el protagonista tratando de entender el por qué de su desesperada situación actual, la forma de ponerle remedio a su manera y, finalmente, la comprensión del lugar que realmente le corresponde.
Una vez fuera del centro médico, Hank caerá en una espiral de nihilismo y autodestrucción, movido por una promesa y un fuerte sentimiento de venganza, orquestada por su inestable y tóxico compañero Jeremy Llewis, cuya amistad se remonta a su estancia en Northonwest. Sus turbios (o filantrópicos, según cómo se mire) negocios les llevarán a visitar los lugares más sórdidos de los bajos fondos de la Gran Manzana, codeándose con todo tipo de drogadictos, prostitutas y matones de medio pelo, y causando más de una molestia al sanguinario mafioso John Fratelly y su séquito. Por fuera poco para la frágil salud mental del protagonista, a todo esto se le sumaran unas extrañas visiones («ese zumbido que se mezclaba tonos graves y agudos cada vez más intensos, más intensos, más intensos…») que le mostrarán retazos de cómo podría haber sido su vida de no haber caído en el conflicto personal con el que se debate actualmente, aportando frescos toques de ciencia ficción a una historia ya de por sí muy estimulante.
El cielo de Nueva York se trata de un libro complejo, con múltiples líneas argumentales que tratan temas tan dispares como las enfermedades mentales, las relaciones paterno-filiales, la falta de escrúpulos en las grandes corporaciones, el crimen organizado y el narcotráfico. Todos ellos de gran interés y desarrollados hábilmente, aunque quizás de forma un tanto desigual. Destaca, sin embargo, una sorprendente y enternecedora galería de personajes con mención especial a los miembros del variopinto Grupo 5 (y a la bella y enigmática Gabriella) con los que Hank compartió terapia grupal en el centro médico, así como al trío de jóvenes e inexpertos secuaces compuesto por Marcus, Colin y Kevin.
Quizás, el único problema del libro es que, si bien el final trata de ser sorprendente e impactante (y en algunos puntos lo es, resolviendo todas las incógnitas que llevábamos arrastrando durante gran parte de la historia), también es cierto que el lector versado, pero sobretodo el cinéfilo experimentado, puede que encuentre rápidamente numerosos paralelismos entre la ópera prima de Alejandro Corral y películas como El silencio de los corderos, Una mente maravillosa, Shutter Island y, especialmente, El club de la lucha, pudiendo intuir parte del desenlace desde las primeras cincuenta páginas. También se aprecia en ciertas ocasiones, especialmente en la primera parte, cierta ingenuidad por parte del autor que queda reflejada en cambios bruscos o poco coherentes en el comportamiento de los personajes, así como pasajes a medio pulir y tramas que tan sólo te tratan de forma tangencial. Pequeños defectos que quedan compensados, sin duda, por una narrativa ágil y cautivadora, que hace que la lectura resulte muy estimulante y que el ritmo no decaiga a lo largo de las páginas. Y es que Alejandro Corral demuestra, con sus múltiples referencias al mundo del cine negro y el thriller psicológico, que no sólo es buen conocedor de las claves que rigen el género sino que sabe perfectamente cómo moverse en él e incluso cómo reinventarlo desde dentro.
No sabríamos decir si, tal y como afirma la editorial, nos encontramos ante «una de las más brillantes revelaciones de la narrativa española de la última década», pero lo que sí que es cierto es que El cielo de Nueva York es el dignísimo y muy prometedor comienzo de un joven escritor al que conviene no perder de vista. De momento, en Hellofriki no le quitaremos el ojo de encima.