Crítica: «The interview» – La película que no gustó a Corea del Norte

Un año después de la hilarante y pasada de rosca «This is the end» (2013), el dúo formado por Evan Goldberg y Seth Rogen vuelven con otra buddy movie absurda, grosera y muy divertida. Promocionada en su mayor parte por la gran polémica y el revuelo que causó poco antes de su estreno, la cinta protagonizada por el propio Seth Rogen y su inseparable colega James Franco trata sobre un par de periodistas de segunda que son invitados a Corea del Norte para entrevistar, nada más y nada menos, que al gran líder supremo Kim Jong-un. Y de paso, animados y «preparados» por la propia CIA, para asesinarlo. 

Partiendo de esta premisa, a nadie sorprenderá la reacción de rechazo que la película provocó en el vecino comunista y hermético de Corea del Sur, y menos aún después de su visionado. Sin embargo, pese a las amenazas y ciberataques recibidos por Sony Pictures antes de su llegada a los cines, la película se proyectó finalmente en 300 salas yanquis el 24 de Diciembre, con el apoyo de numerosas personalidades norteamericanas e incluso el propio presidente Obama. Simultáneamente, ese mismo día, la propia distribuidora habilitó la película para su visionado online, gracias al cual en Hellofriki pudimos disfrutarla antes de su estreno oficial en España, que no tendrá lugar hasta el día 6 del próximo mes.

No obstante, las principales críticas hacia el film se centran en la sensación de oportunidad perdida, en términos satíricos y políticos, que deja la película. Si bien es cierto que se podría haber creado un producto mucho más crítico y afilado con el régimen del joven Kim, tampoco es menos cierto que no es, ni mucho menos, la aspiración principal de la película. Quienes vayan al cine esperando un ataque mordaz al pseudoestalinismo de Corea del Norte al más puro estilo orwelliano saldrán defraudados. Del mismo modo, el público que no tolere las conversaciones frívolas y malhabladas, el humor grosero, la violencia gratuita y los chistes anales, debería huir de esta película como de la peste. Por el contrario, si el lector no se encuentra dentro de los dos colectivos anteriores, que compre unas bebidas, reúna a unos cuantos amigos y se prepare para casi dos horas de risas gamberras e irreverentes.

Al igual que en su anterior película, la cinta descarga todo su peso cómico en la extraordinaria química del tándem principal: el encantador y volátil Dave Skylark (J. Franco) y el tierno y fiel Aaron Rapoport (S.Rogen). Sus originales y divertidos parloteos, llenos de complicidad y buen rollo, forman el grueso de la película hasta tal punto que, en las escenas en las que no aparecen juntos, la frecuencia y el nivel de los gags disminuye de forma alarmante.

Puede que no nos encontremos ante una película de esas que dejan huella, que la gran parte de su fama se deba a su polémico argumento y que, pese a todo el hype que ha provocado, para muchos no esté a la altura de los acontecimientos. Sin embargo, estamos ante una película valiente, sin complejos y que resultará muy divertida, en especial, para el público masculino (¿quién no querría tener unos amigos como Dave y Aaron?). No es la película del año, pero es una cinta que no defraudará a su público y que, pese a su aparente superficialidad, atesora momentos de auténtico genio: ese magnífico arranque que parodia a los medios de comunicación casposos y sensacionalistas, o ese final que revela un conocimiento genuino de las tópicos del cine de acción.

Lo dicho, puede que el film de Goldberg y Rogen no cambie nuestras vidas, pero cada vez que un servidor escucha la famosa «Firework» de Katy Perry no puede reprimir una sonrisilla cómplice…