Crítica: «Black Paradox», de Junji Ito. Inquietante y absurdo.
Resumen de la Crítica
General
Guión
Dibujo
Personajes
Historia
Edición
Es uno de los máximos exponentes entre los autores del manga de terror, reconocido por su obra Uzumaki y, más recientemente, Gyo. Nominado a los Premios Eisner, Junji Ito traslada como pocos sensaciones de angustia y horror en sus historias. ECC, que ha iniciado estos meses la publicación de su linea manga, ofrece algunas obras de este autor. Gyo, será publicada tras el verano, en dos volúmenes y Black Paradox fue lanzado en julio, inaugurando dicha linea de cómic oriental.
La historia comienza de forma tan sencilla como inquietante: cuatro jóvenes, que han decidido suicidarse, se conocen a través de la web Black Paradox y acuerdan realizar dicho suicidio de forma colectiva. Así, parten en coche hacia las afueras de Tokio (quizá vayan al conocido Bosque de los suicidas?) y comienzan a preparar la goma que llevará los gases del motor al interior del vehículo… Pero algo extraño sucede. Algunos de estos jóvenes no son quien dicen ser y el plan del suicidio toma un nuevo cariz, un poco fruto de la casualidad y un poco fruto de la desgracia. Pitan, Taburô, Marceau y Baracchi (esos son sus nicks en Black Paradox) acaban envueltos en una espiral de terror donde son tanto los culpables como las víctimas.
Se barajan múltiples ideas en este manga… la visita a mundos alternativos, la búsqueda de la propia personalidad y la superación de los miedos, el fenómeno de los suicidios colectivos, los límites a los que la moderna robótica puede llegar, el doppelgangër (o doble fantasmagórico de uno mismo), la codicia desmedida a costa de cualquier precio… Son múltiples elementos que, por si solos pueden ofrecer elementos de sobra para crear una buena historia y, combinados en Black Paradox, conforman una red de «causas/efectos» tan interesantes como sorprendentes. Sin embargo… es posible que tantas variables y tan interesantes sean en exceso difíciles de controlar y conjugar. Aunque el relato es fluido y entretenido, se torna en ocasiones algo absurdo, lo que desinfla el nivel de tensión y terror que se quiere trasmitir.
A nivel gráfico es el Junji Ito acostumbrado. Con trazo limpio, fino y realista. Rico en fondos y variado en escenarios, donde nada falta ni sobra. Los momentos de clímax son tratados con la maestría acostumbrada y, también como de costumbre, recurre a las vísceras y la sangre si el momento lo requiere. En este aspecto, poco se puede reprochar. Lástima que los momentos más intensos se diluyan en parte por ese guión entramado que se torna algo inconsistente.
Para rubricar el tomo, se presentan dos historias cortas: La Lamedora y El Pabellón de lo Paranormal. Mención especial a la primera, donde un ser realmente terrorífico hace de las suyas y nos recuerda a esos fantasmas femeninos japoneses que se aparecen de noche en las calles solitarias.
En definitiva, un tomo que hará las delicias de los aficionados al género aunque no sea lo mejor de su autor. Ofrece una historia original y variada, entretenida y muy disfrutable, pero que pierde fuerza por culpa de su carácter irreal. No es un terror tan directo como, por ejemplo, Uzumaki, pero es igual de inquietante. Ideal para leer de noche.