Reportaje: 32º Salón Internacional del Cómic de Barcelona
Ya son muchas las primaveras en las que el Salón Internacional del Cómic de Barcelona sobreviene una cita imprescindible para el que les escribe, queridos lectores de Hello Friki. Atomizando esta afirmación me vienen a la mente multitud de razones: por mi amor a los cómics, por las exposiciones, por la cantidad de novedades que se publican, porque el noveno arte parece inundar la ciudad condal y de pronto te sientes más respaldado que en ningún otro momento del año, por los amigos y conocidos con los que vuelves a reencontrarte un año más… son multitud de argumentos los que consiguen que año tras otro uno vuelva al Salón con las ganas y expectativas intactas.
Siendo ya nada menos que 32 las ediciones que se cuentan de este certamen, supongo que me perdonarán si empleo el trazo grueso para hacer las presentaciones que mandan los cánones. El Salón Internacional del Cómic de Barcelona aconteció en el mes de mayo, durante los días 15 al 18 en la Feria de Barcelona de Montjuic. Se trata de uno de los certámenes dedicados al mundo del cómic más longevos y prestigiosos de España. Cada año y durante cuatro días se dan cita en sus instalaciones aficionados al cómic, editoriales, autores y todo tipo de profesionales relacionados con el mundo de las viñetas. Las actividades que se llevan a cabo están planteadas y tuteladas por la organización FICOMIC, asociación encargada del evento desde sus más germinales inicios. Aquel que visite el Salón contará con una amplia oferta de actividades que transitan entre comprar cómics y merchandising, contemplar exposiciones temáticas, asistir a charlas, presentaciones de cómics, sesiones de firma de autores, clases de dibujo, talleres… un largo etcétera de puntos que combinados conforman un registro que abarca desde la visita ligera del profano hasta la oportunidad de ahondar en lo que es el mundo del cómic en la actualidad. Además, también debería advertir que todo aquel que quiera realizar todo lo que he enumerado antes que irremediablemente deberá abrirse paso a codazos entre la hueste de periodistas culturales, blogueros, podcasters e múltiple fauna semi especializada que inunda todos los rincones y salas.
Todo aquel que quiera atesorar una información completa de la propuesta cultural que albergaba este año el Salón queda invitado a visitar la web oficial del evento. Lo que servidor llevará a cabo será un repaso parcial por los momentos y lugares que más me llamaron la atención. Gracias a los pases que generosamente nos otorgó FICOMIC a mí y al compañero Jaime Snow, el acreditado tan pronto accedía al recinto se encontraba con la suntuosa exposición «Cómics en guerra», sin duda una de las iniciativas más ambiciosas de este año. Y es que en una inmensa sala y casi en exclusiva se conjugaban una ingente cantidad de originales de temática bélica de autores de primer orden – tanto clásicos como actuales- con recreaciones de escenarios inconfundibles como trincheras u hospitales de campaña. Además, una columna de vehículos reales de las fuerzas armadas de diversas épocas presidía solemnemente la estancia.
La exposición bélica
Asimismo de esta meritoria exposición, sinceramente muy lograda, a un servidor le gustaría destacar otras dos joyas para aquellos amantes del cómic americano. La primera era una retrospectiva dedicada al 75 aniversario de Batman. Aquí a lo largo de cuatro largas paredes el aficionado podía contemplar la evolución gráfica del caballero oscuro atestiguada mediante originales de todas sus épocas, donde brillaban entre muchos páginas a mano de Neal Adams o Alex Ross. Tampoco era nada despreciable la exposición dedicada a Lobezno, donde además de una larga colección de originales de muchos autores españoles también descansaban trabajos de figuras internacionales como John Byrne. También eran dignas de destacar las retrospectivas dedicadas a Ardalén del genio nacional Miguelanxo Prado o Popeye, no excesivamente extensa pero eminentemente curiosa.
Y a nivel de propuestas comerciales comentar que compartían pabellón todas las grandes editoriales, donde además se anunciaban novedades cinematográficas como la nueva película de Tom Cruise o recientes lanzamientos domésticos como la esperada versión al castellano del anime Ataque a los Titanes. Pero además había ofertas de lo más curiosas como poder comprar pasamontañas tipo «atracador de bancos» o «soldado de videojuego» con motivos tan populares como Batman o Star Wars entre otros. Y ya para concluir esta parte, que no se me olvide comentar el amplio espacio donde una serie de profesionales concedían muestras de su arte a cambio de remuneración, igual que ocurre en las convenciones americanas.
Dentro de las actividades interactivas, he de confesar que este no ha sido en año en el que más he me he prodigado. Sin embargo me gustaría destacar una clase magistral del autor R.M. Guerá, dibujante entre otras obras de la sensacional colección SCALPED y la serie limitada que adapta al cómic DJANDO DESENCADENADO. Este autor balcánico, hijo adoptivo de nuestro país, se esmeró porque la comunicación con los asistentes fuese continua a la par que intercambiaba consejos artísticos con puras lecciones de vida y brillantes perlas de sabiduría acerca de la cultura en general. Una verdadera experiencia completa que hizo las delicias del que les escribe a lo largo de su holgada hora de duración. Ocurrieron otras cosas de este estilo durante mi estancia, pero por desgracia en muchas ocasiones constituyeron un telón de fondo a lo largo de mi estancia en el Salón.
Sin duda otro de los puntos fuertes de las visitas a este certamen es la ecléctica singularidad de las personas con las que tienes contacto. Casi en ningún otro momento del año uno tiene tan al alcance de su mano la posibilidad de hablar con autores y profesionales del mundillo. Y en ningún caso es difícil el contacto, tan sólo basta con acercarte a saludarlos. Hay que tener en cuenta que no habrá mejor marco para que, si eres hábil, tu compañero de charla te cuente entresijos y confidencias imposibles de conseguir de otra manera.
Y en último pero no menos importante lugar reservo el placer de hablar con los oyentes y compañeros de medio. El sábado es el día más propicio para ello. Resulta un gran placer compartir charlas con el público, recibes su opinión más directa al respecto de tus participaciones a la par que revelan el gran nivel cultural con el que cuentan los aficionados que nos obsequian con su atención. Por otra parte están los otros podcasters, blogueros y articulistas. En estos encuentros al menos en lo que mí respecta siempre ha reinado la fraternidad y la camaradería. Se agradece mucho saber que al podcast de al lado le suceden muchas de las mismas cosas que a ti, o que tal articulista opina algo similar de tal o cual particular. En ese aspecto brilla también con luz propia el Salón, siendo uno de los principales nexos de unión del cómic y otras disciplinas.
Oyentes, podcasters y articulistas reunidos en el Salón
Esto se acaba, señores. Y aunque definitivamente el tono positivo plasmado hasta ahora es definitivamente pretendido, no me gustaría marcharme sin enumerar aspectos no tan amigables del Salón. En primer lugar está el cambio de recinto. La mudanza a los pabellones de enfrente de los acostumbrados ha conllevado más espacio, pero también una imagen un tanto desangelada de las estancias. Esto ocurre siempre el primer año de cambio de emplazamiento, pero en esta ocasión estaba más acentuada la sensación de perímetro a medio acabar. Tampoco puedo aplaudir el hecho de que las entradas costasen 7,00€. Barcelona es ya de por sí una ciudad nada barata y este coste de entrada en la situación actual no ayuda ni a la afluencia de espectadores ni a los expositores que pretenden rentabilizar su stand.
Los días del Salón Internacional del Cómic de Barcelona son una excusa perfecta para hacer muchas cosas y ver a mucha gente, pero sobretodo son una oportunidad ideal para disfrutar en compañía de muchos del sensacional mundo del cómic y de la impagable masa humana que lo compone.