Crítica Cómic Western 1. «Western», de Rosinski y Van Hamme

Buceando por las obras de este género me he encontrado con algunas sorpresas, con autores que conocía de otros trabajos y que, en algún momento de su vida, han flirteado con el género Western. Este es uno de esos casos. Rosisnki y Van Hamme son dos autores a los que venero por su inigualable Thorgal, con el que me han hecho pasar algunos de los mejores momentos que recuerdo leyendo un cómic. En 2001, estos dos autores volvieron a reunirse para elaborar el cómic que aquí traemos: Western.

Es 1868 y el ferrocarril acaba de llegar a Wyoming. Hasta allí se traslada Ambrosius Van Deer, buscando a su sobrino perdido que, varios años atrás, fue capturado por los indios cuando estos mataron a sus padres. Parece que Ambrosius ha encontrado por fin a su sobrino Eddie… pero la realidad no es lo que parece. Con este inicio, seguimos las aventuras (o desventuras) del joven Nate Chissum y lo acompañamos a lo largo de toda su vida. Una vida que no resulta fácil para un joven que perdió su mano izquierda, por muy hábil que sea en el manejo del revólver con su única mano. El personaje protagonista no es nunca ese vaquero de habilidades casi sobrehunanas que aparece en otros cómics. Es un joven que lucha por sobrevivir y que no duda en emplear cualquier argucia para lograrlo. La fama de buen pistolero será su gloria y, al mismo tiempo, su perdición y, una vida basada en mentiras, le demostrará que termina siempre pasando factura… por nobles o puros que sean los ideales que hay tras ellas.

Van Hamme nos regala un relato que destila puro y salvaje oeste, como una novela o una buena película saben hacer. Los personajes genialmente tratados y sus relaciones de intereses muchas veces, sentimentales pocas, se mueven con naturalidad en estos escenarios característicos del género. El dibujo de Rosinski es absolutamente absorbente, donde los colores ocres y los trazos bruscos dominan cada página y nos trasladan a una época y un lugar que ya nos resultan familiares en nuestra iconografía. Pueblos en expansión, grandes locomotoras, tipos rudos con sucias gabardinas, grandes extensiones de terreno donde el ganado pace… todo ello se presenta en Western de forma efectiva y elegante. Ni siquiera el final, que da un notable salto temporal y no es, precisamente, feliz, consigue arrancarnos la sensación de haber leído una grandísima obra.

A modo de guinda, podemos disfrutar de algunas pinturas sobre lienzo que están dispuestas a doble página y sirven para aumentar la ambientación del cómic y para deleitar los ojos. Lástima que en la reproducción al papel pierdan fuerza.

Publicado por Norma en su número 189 de la colección Extra Color, debo recomendarlo encarecidamente a todo buen aficionado al cómic y, sin excusas, al que además le apetezca leer una buena historia de vaqueros en un medio donde estas no se prodigan mucho.

«Western» es un título que se queda pequeño para esta obra, donde sus autores demuestran todo el talento que atesoran tras muchos años de trabajar juntos.