La distopía del mes (XV): La memoria de los muertos
La memoria de los muertos (The Final Cut, 2004), es una película distópica protagonizada por Robin Williams, Jim Caviezel y Mira Sorvino. Presenta un futuro en el que se implantan chips cerebrales con el fin de grabar toda la vida de la persona. Esa información será recogida tras la muerte del portador y se editará para realizar un vídeo resumen de su vida durante su funeral.
El director
Omar Naim es un director de cine libanés cuya película más conocida es La memoria de los muertos, que escribió y dirigió con tan sólo 27 años. Su última película, Dead Awake (2010), tiene como protagonistas a Nick Stahl y Rose McGowan.
La trama
Zoe Chip es un implante cerebral que graba toda la vida de la persona que lo porta. Tras la muerte del portador, toda la información audiovisual es procesada por los cortadores, que “editan” una película resumen de la vida de la persona para exhibirla durante su funeral, haciendo un Rememorial. Alan Hakman (Robin Williams) es el cortador más prestigioso; sin embargo pondrá su vida en riesgo tras realizar un descubrimiento en la vida de su último encargo.
La distopía
Estamos ante una distopía de carácter social. Un futuro en el que quienes lo deseen, pueden grabar su vida entera, sin filtros. Un profesional (un cortador) se dedicará tras su muerte a construir un vídeo con los mejores momentos de esa persona para hacer un Rememorial, un funeral en el que se recuerda a la persona fallecida. Como es lógico, se esconden las facetas de la persona menos populares, desde actitudes mezquinas hasta crímenes. De este modo, no se recuerda a la persona como realmente era, sino como los familiares pretenden que se recuerde, gracias a las hábiles manipulaciones de los cortadores.
La crítica
El inicio es cautivador. Tiene la capacidad de intrigar, da la sensación de entrar en lo desconocido y genera curiosidad por saber más de esta nueva forma de vivir (y morir).
La fotografía es muy oscura, mostrando una absoluta predilección por las sombras. Sin embargo, lo que en un primer momento genera una estética elegante y clásica, acaba por tornarse insípida; acentuado además por la escasez de música en la que apoyar la película.
El papel protagonista recae sobre Robin Williams. Este actor estadounidense, ganador de cuatro Globos de Oro y un Óscar en 1997, es conocido por sus papeles en El indomable Will Hunting (Good Will Hunting, 1997), El hombre bicenterario (Bicentennial Man, 1999) o El club de los poetas muertos (Dead Poets Society, 1989). Es un hábil actor, muy expresivo y dotado de una sensibilidad muy característica. Pues bien, en La memoria de los muertos, la emotividad que es capaz de desprender el actor (perfecta para otro tipo de personajes) es su mayor hándicap. Si Alan Hakman es el cortador más eficaz es debido a que es una persona fría, con unos sentimientos a prueba de fuego, capaz de ver escenas realmente espeluznantes de la vida de los demás sin sobresaltarse lo más mínimo. Aunque al principio de la película parece que el actor sufre un cambio de registro absoluto, poco a poco descubrimos fisuras que nos hacen empatizar demasiado con el personaje en cuestión. Incluso cuando se supone que aún no debemos hacerlo. Es por ello que, aunque Robin Williams hace un buen trabajo, no parece ser el actor más adecuado para este papel en concreto.
Otro personaje en la película es el encarnado por Jim Caviezel. Ha tenido papeles de gran relevancia en películas como La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998), La pasión de Cristo (The Passion of the Christ, 2004) y actualmente en la serie de televisión Person of Interest (2011). Su papel en La memoria de los muertos no es el más notable de su carrera. En los pocos minutos que tiene de pantalla no aporta gran cosa al espectador. En este caso ha de achacarse al guión, ya que Caviezel tiene un margen demasiado estrecho para trabajar.
La dirección y edición es un apartado muy a tener en cuenta. Se plantean creativos puntos de vista, y aunque se hayan visto con anterioridad, se utilizan de una forma muy eficaz, dotando a la película de la gracia necesaria para estimular al espectador.
En definitiva, la película tiene un inicio realmente bueno, pero se va desdibujando en todas sus facetas hasta quedar un poco deslucida, especialmente en su segunda mitad. Sin embargo, la idea central (sin ser nueva) es muy interesante, y aunque tenga unos perceptibles fallos de guión, merece la pena pasarlos por alto y dejarse seducir por las partes más positivas de la película.