La distopía del mes (IX): Equilibrium
Kurt Wimmer dirige esta película distópica, protagonizada por Christian Bale, Sean Bean y Taye Diggs. Una película de culto a nivel internacional, se mantiene inédita en España, debido a incomprensibles razones de mercado.
El director
Kurt Wimmer tiene una reconocida carrera como guionista, con títulos como Un ciudadano ejemplar (Law Abiding Citizen, 2009) o Salt (2010). Como director, Wimmer sólo tiene dos títulos en los que también trabaja como guionista: Ultravioleta (Ultraviolet, 2006) y Equilibrium, claramente superior. Una curiosidad a destacar en la escasa filmografía de Wimmer es la afición por aparecer de algún modo en sus películas en forma de cameo. En su poco profílica carrera se puede observar claramente una predilección absoluta por el género de la acción y la ciencia ficción.
La trama
En los primeros años del Siglo XXI se desencadenó la Tercera Guerra Mundial. El mundo quedó devastado, y la población vivía aterrada ante la posibilidad de otra guerra. Una nueva orden de gobierno, convencida de que la emoción humana es la faceta inestable del ser humano (origen de la ira, los celos o la envidia), crea un grupo especial cuya misión es eliminar todo rastro de sentimiento: los clérigos.
La distopía
Se trata de una distopía clásica, en la estela de 1984 de George Orwell. La justificación del gobierno represivo es, en este caso, la identificación de la emoción humana como origen del conflicto. De este modo, se convence a la población de que eliminando el origen (los sentimientos), se elimina la consecuencia (las guerras). Así, se crea un grupo de fieles, que seguirán las instrucciones del gobierno con convencimiento pleno, dispuestos a denunciar a sus familiares o vecinos ante la mínima sospecha de emoción. El mundo es frío, ordenado y silencioso.
Esta distopía resulta, desgraciadamente, muy familiar para algunos países que viven bajo férreas dictaduras, en las que se imponen la censura y diversas formas de represión de las libertades individuales más elementales.
La crítica
Una voz en off combinada con imágenes se encarga de introducir la situación al espectador de una forma rápida y eficaz. La ciudad vieja está en ruinas y completamente deshabitada, víctima de las guerras. La ciudad nueva, Grammaton, que recuerda enormemente a la Metrópolis de Fritz Lang, es gris (como no podía ser de otra manera), carente de elementos llamativos, reflejo de una de las máximas del gobierno: la construcción de idénticos entornos. Con ello se pretende evitar la creatividad y la construcción individual de una identidad propia. De este modo, las vestimentas de los ciudadanos son de color gris y muy similares entre sí, dependiendo de la labor que desempeñen. Los personajes que llaman más la atención son los clérigos, que portan una levita negra, y los guardias, que portan metralletas, visten de cuero y llevan un casco de motorista que les confiere cierta apariencia robótica.
Christian Bale es conocido por protagonizar películas como American Psycho (2000), The Fighter (2010) o El truco final (The Prestige, 2006). Aunque quizá su papel más recordado es el de Bruce Wayne en la trilogía de El Caballero Oscuro (205-2012). El denominador común de todas ellas es la profesionalidad y eficacia que destila Bale en cada uno de los planos. En Equilibrium, Bale es capaz de transmitir al espectador todo un abanico de emociones: desde la frialdad más absoluta hasta la más auténtica pasión. De hecho, eclipsa al resto del elenco (favorecido por el guión, todo hay que decirlo). Estamos, sin duda, ante uno de los grandes actores del cine actual.
La dirección es muy entretenida, con continuos movimientos de cámara, puntos de vista inusuales y con una fluidez muy natural. La música elegida para acompañar la historia es del género electrónico, muy adecuada para la historia y épica por momentos.
Uno de los mayores atractivos de la película es el Gun Kata. Se trata de un arte marcial, inventado por Wimmer, que combina movimientos de Kung-fu con armas de fuego. Los hábiles movimientos de cámara de Wimmer y las cuidadas coreografías recuerdan indefectiblemente a Matrix (The Matrix, 1999), aunque las escenas de lucha carecen de la espectacularidad de esta última. Sin embargo, demuestra que puede ser trepidante, especialmente en su lucha final.
Estamos ante una película que reúne todos los elementos necesarios para convertirse en un película de culto. Sin embargo, en nuestro país es la gran desconocida. Aquellos que la han visto pueden ser susceptibles de exageración debido a la «exclusividad», ya que al permanecer inédita se podría considerar una rareza. Desde luego, en su género no tiene nada que envidiar a otros títulos muy conocidos y con legiones de seguidores. En España seguiremos esperando que se estrene para que el gran público descubra esta pequeña joya de la ciencia ficción.