Reportajes de cine
La distopía del mes (VIII): Desafío total
Paul Verhoeven dirige este largometraje, inspirado en el relato corto de Philip K. Dick Podemos recordarlo por usted al por mayor, protagonizado por Arnold Schwarzenegger, Rachel Ticotin y Sharon Stone.
El director
Paul Verhoeven, nacido en Países Bajos, es conocido obtuvo su primer éxito comercial con Delicias Turcas (Turks fruit, 1973). Más tarde, se trasladó a Estados Unidos, donde dirigió títulos como RoboCop (1987), Instinto Básico (Basic Instinct, 1992) o Starship Troopers (1997). A lo largo de su filmografía se puede comprobar que Verhoeven tiene una fuerte predilección por la acción y la ciencia ficción, lo que le hizo muy popular en Hollywood a principios de los años noventa. En su vuelta a Europa, dirigió El libro negro (Zwartboek, 2006) recibida con gran éxito de público y crítica.
La trama
En 2084, Douglas Quaid, un obrero de la construcción, sueña con ir a Marte. Su mujer no está de acuerdo, por lo que decide implantarse un recuerdo falso sobre Marte a través de una empresa llamada Rekall. De este modo, aunque realmente no haya estado allí, lo podrá recordar. Sin embargo, algo sale mal durante el implante de recuerdo, y Quaid se despierta creyendo ser un agente secreto y que le persiguen para matarle. De este modo, comienza una aventura para averiguar quién es realmente.
La distopía
Aunque la película plantea numerosos conflictos éticos y distópicos, lo más llamativo es el implante de recuerdos falsos en la mente humana. Es un tema tratado con anterioridad en el cine, en títulos como Origen (Inception, 2010) o ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004).
Si implantar recuerdos fuera posible, no seríamos capaces de diferenciar los recuerdos verdaderos de los falsos, por lo que la imagen que tenemos de nosotros mismos y de nuestro pasado podría variar, convirtiéndonos, en tal caso, en personas fácilmente modificables. Durante décadas se ha investigado la implantación de pensamientos a través de métodos como la hipnosis o la sugestión. Ante la pregunta de si es posible, investigaciones con ratas de laboratorio han demostrado que sí. ¿Podría la realidad (una vez más) superar a la ficción?
Si implantar recuerdos fuera posible, no seríamos capaces de diferenciar los recuerdos verdaderos de los falsos, por lo que la imagen que tenemos de nosotros mismos y de nuestro pasado podría variar, convirtiéndonos, en tal caso, en personas fácilmente modificables. Durante décadas se ha investigado la implantación de pensamientos a través de métodos como la hipnosis o la sugestión. Ante la pregunta de si es posible, investigaciones con ratas de laboratorio han demostrado que sí. ¿Podría la realidad (una vez más) superar a la ficción?
La crítica
La película comienza con imágenes panorámicas de Marte acompañadas con la música de Jerry Goldsmith, que es (como de costumbre), uno de los elementos que hacen que el espectador no despegue los ojos de la pantalla. Mientras se trazan las primeras líneas del argumento, se dejan entrever las «novedades» del año 2048. Como es esperable, la tecnología ha acaparado la vida cotidiana de las personas, aunque de forma menos masiva de lo esperable. Si bien es cierto que las casas están equipadas con enormes pantallas de televisión que proveen de sensaciones «hiperrealistas» a los inquilinos, el resto del hogar (como el estilo arquitectónico de la ciudad en general) es desapasionado y sin color, dando aspecto de suburbio. Además, llama la atención que en ámbito de la construcción, la mano de obra siga estando presente en sus formas más duras en vez de haberla sustituido por maquinaria (aunque quizá sea una excusa para ver a Arnold Schwarzenegger manejando un martillo neumático, claro).
La película da buena muestra del despliegue de efectos especiales (no en vano tiene en su palmarés varios premios en este apartado) en escenas como la entrada al metro, donde todo ciudadano debe pasar por delante de un enorme escáner. Además, es todo un ejemplo de calidad en prótesis y maquillaje, con una autenticidad que no es fácil encontrar a día de hoy.
En el apartado de fotografía es destacable la capacidad para imprimir un estilo único, evocando continuamente las luces de neón. Existe siempre una luz azulada en el ambiente, y para situar al espectador, se utiliza combinado con el rosa en nuestro planeta, y con el naranja en Marte. Con este juego de colores se confiere identidad propia a la imagen, siendo parte indispensable del estilo de la película.
Arnold Schwarzenegger encarna al protagonista, Douglas Quaid. Cualquiera que haya visto una película protagonizada por este actor conoce sus virtudes y defectos. Su actuación no suele estar carente de histrionismo y frialdad a partes iguales, especialmente cuando debe encarnar a una persona normal. Sin embargo, se podría afirmar que estamos ante una de esas raras excepciones, en las que Schwarzenegger tiene atisbos de naturalidad. Eso sí, siempre y cuando no aparece abstraído con una mirada bobalicona o alguna horrible mueca invade su rostro ante situaciones tales como el dolor o la sorpresa.
Por otro lado, Sharon Stone encaja perfectamente en el papel de femme fatale. De hecho este papel le lanzó al estrellato, permitiéndole protagonizar títulos como Instinto básico (Basic Instinct, 1992) o Casino (1995), que le convirtieron en una estrella del cine.
En cuanto a la dirección, Verhoeven conoce los mecanismos del cine de acción a la perfección. En las escenas de lucha, el montaje entrecortado con varios planos distintos permiten ver con más claridad el desarrollo de la acción. Sin embargo, en ocasiones falta dinamismo en la acción, y algunas persecuciones pueden resultar un tanto absurdas por la extrema facilidad de escabullirse que tiene el protagonista.
En resumen, Desafío total es una película extremadamente recomendable para los amantes de la ciencia ficción. No es una obra maestra, pero es asombrosamente entretenida y resiste con admirable dignidad el paso de los años, un privilegio del que muy pocas películas gozan.
La película da buena muestra del despliegue de efectos especiales (no en vano tiene en su palmarés varios premios en este apartado) en escenas como la entrada al metro, donde todo ciudadano debe pasar por delante de un enorme escáner. Además, es todo un ejemplo de calidad en prótesis y maquillaje, con una autenticidad que no es fácil encontrar a día de hoy.
En el apartado de fotografía es destacable la capacidad para imprimir un estilo único, evocando continuamente las luces de neón. Existe siempre una luz azulada en el ambiente, y para situar al espectador, se utiliza combinado con el rosa en nuestro planeta, y con el naranja en Marte. Con este juego de colores se confiere identidad propia a la imagen, siendo parte indispensable del estilo de la película.
Arnold Schwarzenegger encarna al protagonista, Douglas Quaid. Cualquiera que haya visto una película protagonizada por este actor conoce sus virtudes y defectos. Su actuación no suele estar carente de histrionismo y frialdad a partes iguales, especialmente cuando debe encarnar a una persona normal. Sin embargo, se podría afirmar que estamos ante una de esas raras excepciones, en las que Schwarzenegger tiene atisbos de naturalidad. Eso sí, siempre y cuando no aparece abstraído con una mirada bobalicona o alguna horrible mueca invade su rostro ante situaciones tales como el dolor o la sorpresa.
Por otro lado, Sharon Stone encaja perfectamente en el papel de femme fatale. De hecho este papel le lanzó al estrellato, permitiéndole protagonizar títulos como Instinto básico (Basic Instinct, 1992) o Casino (1995), que le convirtieron en una estrella del cine.
En cuanto a la dirección, Verhoeven conoce los mecanismos del cine de acción a la perfección. En las escenas de lucha, el montaje entrecortado con varios planos distintos permiten ver con más claridad el desarrollo de la acción. Sin embargo, en ocasiones falta dinamismo en la acción, y algunas persecuciones pueden resultar un tanto absurdas por la extrema facilidad de escabullirse que tiene el protagonista.
En resumen, Desafío total es una película extremadamente recomendable para los amantes de la ciencia ficción. No es una obra maestra, pero es asombrosamente entretenida y resiste con admirable dignidad el paso de los años, un privilegio del que muy pocas películas gozan.